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escuela de vida |
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NOVELAS DE PePe Arias (José de Arias Martínez) |
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NOVELAS de PePe Arias José de Arias Martínez)
* AMOR DE TANGO
*EL ÚLTIMO CUENTO DE JUAN
*LEVANTANTO VUELO
Iremos publicando estas novelas por entregas. Comenzamos por "AMOR DE TANGO" , aunque en realidad deberían haber leido antes las otras dos para una mayor comprensión del argumento.
Sin embargo no es esencial, y deja al lector la posibilidad de crear e maginar.
AMOR DE TANGO es una novela que, en su desarrollo, nos sorprende en varios momentos con lo imprevisto. Incluso el final nadie se lo imagina.
Espero la disfruten, asi como las otras dos, que también son apasionantes.
El lenguaje lunfardo fue necesario usarlo en esta novela, dado el ambiente porteño y arrabalero en que se desarrolla la trama de la novela.
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Autor: José de Arias Martínez
AMOR DE TANGO
(novela)
CAPITULO UNO
Vigilia
1940. Juan, como tantos españoles, emigró un día a la Argentina con su esposa Laura y sus tres hijos: Santiago, Luisito y Marisol.
Vivían en un típico "conventillo" en el barrio de la Boca de Buenos Aires, muy cerca del Riachuelo, entre calles empedradas, atravesadas por viejas vías de tranvia que servían ahora de potrero para los pibes que, después de gambetear una pelota de trapo, se iban en patota hacia la Bombonera, famosa cancha de Boca Junior, pateando tachos de basura.
Las calles de la Boca, como casi todas las de Buenos Aires, tienen ese "no sé qué" que lo ponen a uno nostálgico.
Existe alli una calle, que no es calle, aunque sí lo es, llamada Caminito, que Juan de Dios Filiberto inmortalizó en el famoso tango que lleva su nombre.
Año
Caminito que el tiempo ha borrado,
que juntos un día nos viste pasar,
he venido por última vez,
he venido a contarte mi mal.
Caminito que entonces estabas
bordado de trébol y juncos en flor,
una sombra ya pronto serás,
una sombra lo mismo que yo.
Desde que se fue
triste vivo yo,
caminito amigo,
yo también me voy.
Desde que se fue
nunca mas volvió,
seguiré sus pasos,
caminito, adiós.
Caminito que todas las tardes
feliz recorrías cantando mi amor,
no le digas si vuelve a pasar
que mi llanto tu suelo regó.
Caminito cubierto de cardos,
la mano del tiempo tu huella borró;
yo a tu lado quisiera caer
y que el tiempo nos mate a los dos.
La Boca está rodeada de embrujos, historias secretas de corazones rotos, nostalgias de un pasado lejano, acentuada por el rancio mestizaje y sus duelos de guapos y compadritos.
Recostada en el corazón del barrio, la calle Caminito parece una novia entregada al amor y al recuerdo. Tan chiquita que nunca creció, apretada en su cintura, para que nadie se atreva a llevársela, por las calles Garibaldi y General de la Madrid, reposa sus pies, o su cabeza,-según el ángulo en que se la mire- en la intersección de otras dos calles; una que empieza, la Av. Pedro de Mendoza, y otra que termina, Magallanes.
El Riachuelo se quedó ahí, no más, a unos pasos, como besándole los pies, expectante, por si un día despierta y decide también irse, como tantos otros lo hicieron.
Barrio otrora de bohemios y malevos, de guapos y milongueros, de compadres y compadritos, la Boca está recostada sobre un flanco del Riachuelo, un trozo de lo que fue un día mestizaje entre criollos y otras razas, porque Buenos Aires es así, celeste y blanca, un robo al cielo, afronterada, abierta a la esperanza y a los sueños de quienes quieran habitar su suelo; y así lo estableció generosamente en su constitución como ejemplo vivo de biocracia.
-"Empezaremos por comprender mejor sus costumbres y respetarlas",-repetía Juan con insistencia a su familia. Y es que Juan estaba seguro que no existía en el mundo un País tan solidario y acogedor con los extranjeros.
Vivían justo a la vuelta de Rocha, a una cuadra de Caminito, en una especie de bohardilla con dos pequeños cuartos, una cocina económica y un baño chiquito. Se accedía a ella por una escalera de madera, carcomida ya por la humedad, tan típica de Buenos Aires(“Si no fuera por esta humedad que te mata….”).
Diariamente se veían contingentes de turistas, armados de sus cámaras fotográficas, flasheando aquellas calles para llevárselas de recuerdo y evocar más tarde unas vacaciones y demostrar que el Sur también existe.
Juan no había aún entrado en el corazón de las cosas. Se le hacía difícil comprender a los porteños, sobre todo su bronca, ese resentimiento que tan bien expresa el tango, porque el tango es triste, y es triste porque es desesperanzador(“En mi vida tuve muchas, muchas minas, pero nunca una mujer”. “Nada le debo a la vida, nada le debo al amor; la vida me dio tristezas y el amor una traición”). No por eso Juan se convirtió en un alma sombría. Tampoco aprendió a reir con una mueca y a escupir de costado como lo hacía el porteño; en parte porque es difícil hacerlo, y en parte porque le parecía una forma sarcástica de traducir la existencia. Para él, pese a todo, la vida seguía siendo bella. Tampoco asumió el rol de compadrito, típico de una sociedad rencorosa y maleva. Èl lo achacaba a un velado sentimiento de baja autoestima. No se dejó arropar por la nostalgia, aunque debió confesar en más de una ocasión que le agarraban remezones de morriña, sobre todo al escuchar alguna tonada española, que le hacían verter algunos lagrimones. Y hasta el tango lograba a veces ponerlo melancólico al escuchar algún bandoneón desgranando lamentos “pal recuerdo” en letras como esta: ”Te acordás hermano qué tiempos aquellos…..”
Paseando algunas tardes con Laura, su mujer, por la calle Caminito, se topaban con alguna pareja de bailarines de tango, más que abrazados sus cuerpos-pues el tango es abrazo-entrelazados, acompañados por un cantor y uno o dos bandoneonistas vestidos de riguroso negro y sentados en unos banquitos bajitos, la cabeza apoyada en el fuelle como queriendo escuchar cada uno de sus notas y lamentos, con sus sombreros, también negros, calados hasta las orejas para no ver y sí sentir, los ojos pegados al piso, ausentes, arrancando, más que notas, lamentos desgarradores a un instrumento de cuarta generación.
Juan quedaba entonces absorto por tiempo indefinido hasta que Laura lo despertaba de su ensimismamiento tironeándolo de un brazo. Y es que cada vez que algo así sucedía, Juan como que entraba en una dimensión desconocida, queriendo comprender más, pero quedando siempre en el intento. Algo en él se despertaba entonces buscando respuestas a una serie de preguntas que nunca se había atrevido a formular por creer no tener respuesta. Escuchaba aquellas notas que parecían surgir del fondo oscuro de un pozo invisible y misterioso, como el reflejado un día en los ojos asustados de Platero. Se lo veía seguir, casi inconscientemente, con un movimiento acompasado de sus ojos, las contorsiones de aquellos endiablados bailarines de tango, que expresaban en un lenguage sensual y casi lascivo, un arte para él aún ininteligible, pero conmovedor a su vez. Cortes y quebradas hacían contonear sus caderas y girar sus cuerpos como trompos en vórtices mágicos, conteniendo, por momentos muy breves, el aliento y produciendo un vacío interno que sólo podía ser llenado por Dios o por el diablo. En la mente de Juan ideas contradictorias le hacían considerar aquella danza como endiablada y a su vez sagrada. Se producía entonces un compás de espera o una detención, al que seguía un quiebre de cintura donde sus bocas se acercaban y mezclaban sus alientos entre lo dramático y lo épico, lo divino y lo humano, lo simbólico y lo diabólico, el perdón y la culpa; donde la lujuria de un abrazo les hacia cerrar los ojos y encerrarse en sí mismos en un “orgasmo mental” de fantasías y sensaciones maravillosas. Su espíritu parecía moverse más allá de sus cuerpos. No eran dos, eran tres…diez….cien…Eran miles de personas bailando, convertidos en luz, en radiante claridad, un despertar más allá de las sombras, del espacio y el tiempo, en un eterno devenir del aquí y ahora. Sus cuerpos, tan sutiles, parecían ser arrastrados y movidos por invisibles hilos haciendo surgir pasos de la nada como un universo de danzantes fotones, deslizándose, modificando sus pasos al más leve deseo, contorsionándose en pivotes intermitentes, calesitas, ochos, dobles ochos, cruzadas, dobles cruzadas, medias lunas, trabadas, boleos, arrastradas, ganchos entreverados, firuletes, taconeos, mordidas, sobrepasos, molinetes, resoluciones simples y continuas, y un sin fin de pasos y figuras que surgían sin pensarlo, que se modificaban como nubes en un bello atardecer.
Una amalgama de sensaciones corrían por la mente y la piel Juan que , aún sin comprender, le hacían vibrar las fibras más íntimas de su ser y estallar su ya afiebrada imaginación, hasta el punto de llegar a pensar y vislumbrar una respuesta a sus dudas existenciales. Algo extraño presentía en aquella increible danza que desde hacia algún tiempo le estaba quitando literalmente el sueño
Aquellos bailarines soñaban o estaban conscientes? Él mismo Juan, soñaba o estaba despierto? Las dos cosas tal vez? Un cuarto estado de conciencia en el lugar silencioso de su mente? A quién seducían en el tango? A cuántas personas hacían partícipes en aquel triángulo de contención de sus brazos? Cuántos “orgasmos” puede producir el alma?
Tal vez lo único que Juan buscaba era sólo una justificación a culpas pasadas y no olvidadas ni perdonadas. Fue por eso que aquel mismo día se prometió a sí mismo estudiar y aprender aquella extraña danza, dual y única a la vez, capaz de darle la respuesta que él buscaba.
-A mi no me gusta el tango,- le dijo un día su mujer con voz desenfadada.-No pienso aprender a bailar esa danza macabra, que más parece de putas.- Sus palabras sonaron agrias.
-Podrías intentarlo al menos, mujer. Con el tiempo puede ser que no te desagrade tanto-dijo Juan calmadamente, sin tener en cuenta el veneno encerrado en las palabras de Laura.
-No lo creo. Además el tango es triste. Los españoles somos más alegres.
-Lo es, no cabe duda. Nadie niega eso. Aunque triste es la gente, no el tango. Pero tanbien tiene duende como nuestro cante jondo, encierra misterio, y refleja la vida.
-No lo creo así-replicó Laura.- Si tanto te atrae y te interesa, búscate una “mina”.como las llaman aquí. Tal vez élla te pueda ayudar a desvelar ese misterio del que tanto hablas. Yo no sé qué es lo que le ves a esa maldita danza.
-Yo tampoco sé,-dijo Juan, sin perturbarse- si me gusta hasta ese punto, pero hay algo en élla que me seduce y me atra como un imán.
-Ya te lo dije: búscate otra. Conmigo no cuentes. Tal vez esa minita te lo haga saber mejor que yo.- Con la palabra “yo” aún en su boca, dio media vuelta, un portazo y se fue.
-Eso es lo que haré.-gritó Juan, elevando la voz para que Laura lo escuchara, a sabiendas de que aún estaba detrás de la puerta y de que aquellos iba a traerle inconvenientes.
-Pues muy bien, si esa es tu decisión que tengas mucha suerte- contestó entreabriendo la puerta pero sin aparecer. Y esta vez sí, el portazo hizo dar un salto en la silla a Juan que balbuceó para sí: “la guerra recién comienza”.
Sin embargo Juan estaba decidido. Aprendería a bailar tango, aún en contra de su mujer. Sus sueños se estaban haciendo cada vez más reales. Por el momento no distinguía entre sueño y vigilia. A veces, estando soñando, se preguntaba:”Lo ves, Juan, no puedes estar soñando, allí está la casa de tus padres, el muro con las escaleras de piedra. Allí está Eulogio, el tonto del pueblo. No escuchas acaso el martilleo de Paco el zapatero? Eso no es estar soñando”. Y luego, al despertar, la desilusión. Pero también un nuevo interrogante: no estaré soñando ahora que estoy despierto?, Así es como Juan se devanaba los sesos. Y no quería confrontar experiencias con nadie, no fuera que lo tomaran por loco. Le ocurriría eso sólo a él? , porque al parecer el mundo seguía andando, y él detenido en el tiempo, formulando preguntas que nadie le respondería nunca. Por qué debía ser la vigilia algo real y los sueños pura ficción? Por qué no la misma realidad?. Y ahí entraba Juan en otra paradoja: por qué en uno (vigilia) existían imposibilidades, como volar, por ejemplo, y en el otro(sueño), muchas más posibilidades?
Y eso lo llevaba a Juan a un conflicto ético y moral mucho mayor: en sueños amaba con la misma intensidad a otra mujer y no sentía culpa, ni propia ni ajena, más bien un estado de dicha; mientras que en vigilia, si amaba a las dos mujeres, sentía culpa, tanto propia como ajena.
Así era cómo Juan se mecía en la amaca de lo irreconciliable. Si por él fuera, le gustaría que la vigilia fuera tan inculpable como los sueños. De no ser una conjetura solamente, se verían resueltos, como por arte de magia, infinidad de complejos de culpa, entre éllos el conflicto de parejas. “Nadie puede negar hoy en día el patético fracaso del matrimonio como institucón estable” pensaba Juan. Tal es así que el matrimonio como institución parece estar lapidado por un “requiescantinpace”.
“En el tango encontraré la respuesta”, se repetía una y otra vez Juan. Se lo decía a sí mismo, más como deseo que como afirmación.
Para comprobarlo debería vivirlo primero en carne propia, sentir el cuerpo de una mujer, de una “mina”, de muchas “minas”, abrazadas a su piel, obedientes todas éllas a su marcación, pero libres a su vez para la propuesta creativa, atados ambos a un mismo ritmo, a un único compás de dos por cuatro, cada quien en su mundo de fantasías y muñecas bravas, de titiriteros, de guapos y cafishos.
Juan presentía que no había en el tango, como en el sueño, culpa alguna. Y quería comprobarlo. “Sólo los críticos envenenan el tango”, decía a veces con cierta bronca contenida. Al tango lo veía Juan, o mejor lo sentía, como una reconciliación del sueño y la vigilia. Estaba seguro de descubrir en él las mentiras con que se disfraza la verdad. Sabía que no sería fácil. Èl amaba a Laura(vigilia) y también a Aurora(sueño). Y fue precisamente en un sueño donde Juan entrevió, al hacer el amor con Aurora, que amor en sueño, podía convertirse en amor en vigilia, y amor en vigilia en amor en sueño. Y en ese punto se produciría la alquimia, lo mágico, en algún lugar ilocalizable de la conciencia, donde el amor condicionado se convertiría en amor punto, sin condicionamientos, como siempre fue. Un bebé le hace el amor a todo lo que toca. Será que para comprender las cosas tenemos que volver a ser bebés? Qué cosa es culpable o inculpable en el “amor punto”?
“Comenzaré por algo concreto”, pensó Juan: “aprenderé a bailar tango”.
En un principio sintió como una puñalada que Laura, su mujer, no lo acompañara. Luego, al reflexinar, comprendió que tal vez era esa la forma en que el destino se encaprichaba en que sucedieran las cosas.
Juan, como de costumbre, ese dia se levantó temprano. Desayunó solo. Calentó un poco de café que había quedado del día anterior y se comió dos medias lunas que también habían sobrado del día anterior. Los chicos dormían aún. Cuando estaba por levantarse para irse, apareció Laura que, sin saludar, se metió al baño. Juan se puso el saco y salió para abrir la panadería. Parecía aquella una jornada sin mayores inconvenientes. Sería realmente así?
Por la tarde, aprovechando que los niños se habían quedado atendiendo el negocio, se dio un baño rápido, miró su reloj y salió para tomar el colectivo sesenta y cuatro. No le sería difícil encontrar la academia. En un papel que guardó en el bolsillo había escrito la dirección y un teléfono. Antes de bajarse se aseguró de no pasarse, preguntando al chofer. En Buenos Aires es fulero pasarse una parada para luego retroceder. No es que te paren en la segunda cuadra, por más que les grites, pueden llevarte al otro lado del planeta y, al bajarte, creer que estás en una ciudad desconocida. Por suerte bajó bien. Subió por Caseros hasta Piedras, allí doblo a la derecha, hizo una cuadra hasta Brasil y otra media por ésta, entre Piedras y Tacuarí, para entrar en un largo corredor con altas puertas a los lados, todas iguales. Sólo unas letras borroneadas y en mayúscula las diferenciaban. Miró varias veces el papel que llevaba en la mano. "Hache….hache….hache", iba repitiendo mientras de reojo miraba el papel con la dirección. Los acordes de un bandoneón lo orientaron mejor que las letras. Era justo la última puerta.
Lo recibió una mujer bien parecida, como de unos cuarenta y cinco años, vestida con una pollera negra tajeada hasta la parte superior del muslo y dejando entrever unas piernas bien contorneadas. En ningún momento dejó de sonreir, Respiraba entrecortada y se secaba la frente con un clínex.
-Hola,-se adelantó ella.
-Hola-contestó Juan, levantando los ojos del tajo de la pollera en el que se había quedado prendido.y mientras trataba de guardar el papel en su bolsillo.
-Supongo que venís por lo del tango-respondió élla a la vez que hacía una inhalación profunda como si quisiera sorberse de un trago el poco aire aún no contaminado de Buenos Aires.-Me quedé sin aliento-, se excusó
-Si, a eso vine-dijo Juan
-Puedes pasar.- Juan entró en una pequeña sala semioscura donde una cortina de plástico transparente, dibujaba las figuras esfumadas, de algunos bailarines en plena clase de tango. A Juan le dio la impresión de que los habían metido en una coctelera
-Espérame aquí. Enseguida vuelvo.-Juan esperó parado en medio de la sala y a medida que sus ojos le pudieron robar un poco de luz a la penumbra de una lamparita de veinticinco wats, pudo ver una serie de fotos y artículos recortados y pegados en una cartelera. Se acercó. Había fotos de bailarines danzando. En otras estaban entregando premios. En una se veía a Ernesto Sábato junto a Gardel con una dedicatoria que decía:"de maestro a maestro" Juan sonrió. En un artículo del diario el Clarin se leia, destacado, este encabezamiento: "Tango pasión de Buenos Aires". Comenzó a leerlo, pero tuvo que dejar de hacerlo cuando apareció de nuevo la mujer de la pollera tajeada.
-Ven, seguíme- dijo ella sin más preámbulos, a la vez que lo tomaba a Juan de la mano y lo invitaba a pasar a otra sala. Juan la siguió sin poder siquiera reaccionar, abriéndose paso entre la maraña de piernas revoleadas y cuerpos contorsionándose. Llegaron a una sala donde un profesor, de barbita y zapatos de taco alto charolados, estaba dando aula a una sola pareja. Llevaba la camisa desabrochada mostrando el vello de su pecho empapado en transpiración.
-Viene para anotarse en tango básico-dijo la mujer, sin soltar a Juan de la mano y presentándolo.
-Enseguida estoy con él-dijo sin mirarlo siquiera, concentrado totalmente en lo que hacía la pareja de bailarines. De vez en cuando impartía instrucciones en unos términos que Juan no comprendía muy bien, aunque hablaba en español.
-Aquí usamos mucho el lunfardo, sabés?.dijo ella a Juan al ver su cara de extrañeza. Así que no te asustés. Sos gallego, no?
-No, soy español
-Se gual. Gallegos, tanos, gaitas, todo es lo mismo para los porteños. Aquí somos reos y rantifusos, Hasta nos puteamos en lunfardo. Se carcajeó. Juan mostró una sonrisa forzada y aprovechó para zafarse de la mano de aquella mujer que ni siquiera conocía y se tomaba tamaño atrevimiento. Demostrando siempre buena honda, la mujer continuó hablándole a Juan.
-Las mujeres somos minas, grelas, caqueras, paicas, percantas, chirusas, catreras, pipistrelas, quemeras y papirusas, por mostrarte sólo algunos nombres. Y los hombres: bacanes, cafishos, otarios, compadritos, malandras, churros, cajetillas, pitucos y cancheritos, también por mostrarte sólo algunos. Hay muchos más. Lo dijo todo de corrida como una letania ya aprendida. Luego respiro profundo.-Ya te irás acostumbrando. A la larga te copás. Perdoná, se me olvidó preguntarte cómo te llamás.
-Juan
-Lindo nombre, como el de mi abuelo paterno, que era también gallego, perdón, español como vos. Nombre bien de varón, ché.Yo me llamo Griseta, Bueno, me llaman. Rió. Como la del tango, ya sabés.Todos en mi familia son milongueros, de la guardia vieja, por supus, lo que se dice tangueros de ley. Yo era la única oveja negra de la familia. Me había chiflado por el rock. Hasta que me apasioné también por el tango. Y no me preguntés por qué, porque ahí me agarrás en offside. Lo que sí la ligué fue con el nombre, bastante fulero, no crees?. Menos mal que no me falta jeta pa bancarme las cachadas.
-Sin embargo suena bonito-dijo Juan, sin ninguna pretensión de halagarla o quedar bien.
-Gracias. Es la primera vez que me lo dicen. Y en gallego-. Volvió a reir. Le costaba poco hacerlo. "Menos mal que hay un gil que le gusta mi nombre", pensó para adentro. –Aunque tal vez tengás razón. Ya no me suena tan mal.
-Cómo-dijo Juan, que estaba más atento a los bailarines que a la charla.
-Nada, olvidálo-.Sin embargo Juan preguntó:
-Quién fue Griseta?
-Para serte sincera, no estoy del todo segura porque fueron varias las minas que vinieron de Paris a probar fortuna. A ella parece ser que le fue para el traste, si es la que dicen.La llamaban "la flor de París", eso es lo que cuenta el tango que lleva su nombre, pero parece ser que aquí se vino a menos y se llevó flor de chasco. Se ve que no conocía a los argentinos. Volvió a reir; esta vez sin estruendo. Debe ser fulero cuando se te viene la malaria y te caés así.
-Me supongo que hay muchas historias parecidas escritas en los tangos.
-Un montón de libros, pero nadie los juna. Ustedes son más ilustrados. Se lo leen todo. Los de ahora, claro, porque para qué hablar de los gallegos y tanos de antes que eran más brutos que arados y medio cuadrados, por no decir enteros. Aunque la verdad sea dicha, hay algo importante a su favor: eran laburadores al mango y muy honrados. Qué se va cha ché. Antes de que Juan le preguntara, aclaró ella: -es otra expresión lunfarda, no te asustés. En realidad era el lenguaje que usaban los chorros, bueno los rateros, que no sé qué tiene que ver con el tango por más que sea reo y compadrito. Esto no es Madrid, sabés,caé del catre porque estámos en Buenos Aires, que tampoco sé de dónde le sacaron el nombre porque ya no se puede ni respirar.
El profesor había terminado de dar su aula y se dirigió a Juan, presentándose.
-Soy Pedro, para lo que guste-dijo tendiéndole la mano. Juan se la estrechó y le gustó aquel fuerte apretón del barbita.-. Ya podemos hablar. Tu nombre?
-Juan.
Bien, Juan, ya nos conocemos. Ahora a bailar.
-A eso vengo precisamente. Bueno, a aprender.-Los dos sonrieron. Griseta pidió permiso para retirarse, no sin saludar antes a Juan y darle un beso en las dos mejillas.
-Cuídame pebeta que no me hagan quilombo allá afuera-le recomendó Pedro..
-No te preocupés. Déjalos por mi cuenta. Y tu Juan no te vayás sin verme primero. Tengo algo que chamuyar con vos. Bien, los dejo solos. Dio media vuelta y se fue.
Antes de transponer la puerta le guiño un ojo a Juan..
-Es una gran mina, Si no fuera por élla esto sería un quilombo. Sabés, Juan, que me caiste bien de primera, tenés salero, como buen español. Y olé!-dijo tratando de hacer un paso flamenco. No hay nada que hacer, mi abuelo era de la Coruña y todos los dias me contaba un cuento diferente, y con qué gracia!; no sé de dónde carajo los sacaba. Bueno ustedes dicen coño en vez de carajo.
-Sí, en realidad se usan las dos cosas. Carajo es el miembro del hombre y coño el de la mujer.
-Pues eso sí que no lo sabía. Uno usa términos sin saber ni lo que dice, carajo. Somos burros en serio.- Los dos se rieron. -Te decía que mi abuelo era gallego y vino de muy joven a la Argentina. Laburó toda su vida como una bestia, hizo su pequeña fortuna, pero al final la gastó toda en hospitales y medicamentos. Así se escribe la historia.
-Creo que debe ser la de muchos que viajaron aquí para hacer la América
-Así es. Pero no nos pongamos melodramáticos y nos prendamos en esa, porque ahora la historia se escribe diferente
-Tienes razón. Qué debo hacer para empezar?
-Empezar, obvio.- Volvieron a reirse, ahora sin tensiones y abiertamente. Y mira cómo son las cosas, de no haber perdido su dinero mi abuelos-perdoná que insista- yo no estaría ahora aquí enseñando tango, que es la pasión de mi vida. Pero esa también es otra historia que no viene al caso ahora.
Bien, Juan, a lo que has venido
-Estoy en tus manos,
-Espero no defraudarte. Lo importante es que te guste el tango y tengás un motivo para aprenderlo.
-Las dos cosas.
-Comenzamos bien. Y creo que no hemos perdido el tiempo hablando de lo que hablamos y conociéndonos un poco mejor, porque a veces uno cree que habla sólo boludeces.
-Pienso como tú, es importante conocerse y saber por qué y para qué hace uno las cosas. Sin un motivo no hay motivación,
-Y el tango es pura motivación, Juan. Pensamos igual. Venga esa mano.- Se estrecharon de nuevo las manos.
-Viven aún?-preguntó Juan
-Quién? Mis abuelos? No. Hojalá vivieran.- Los ojos de Pedro se fueron llenando de lágrimas. Mejor lo dejamos ahí, sí? Los recuerdos me hacen mal
-Los malos recuerdos querrás decir.
-Así tendría que ser, pero no lo es. También los buenos nos hacen mal. Qué contradicción, no?
-Pues si.- Pedro se apoyó en el marco de una ventana que daba a un patio interior lleno de plantas. Dejó que su mirada se perdiera en el recuerdo.
-Me parece que estuvieran aún ahí, como si se hubiera detenido el tiempo. Un tango lo dice mejor que yo: "Cuando tallan los recuerdos".
-Qué significa tallar?-preguntó Juan.
-Es como susurrarle a alguien al oído
-Qué expresivo. Me gustó
-Dale, vayamos ya a lo nuestro. Cuándo querés empezar?
-Ya!
-Huau! Esa también me gustó a mi.- Pedro se dirigió al centro de la sala enfrente de un gran espejo y le indicó a Juan que se colocara a su lado.- Yo te iré marcando. Míráme a mi pero también al espejo.
- Dicen que el espejo es mentiroso-acotó Juan
-Sí lo es, pero te canta la justa.-Juan se colocó a su lado y levantó la barbilla como lo hizo Pedro.
-Sós rápido para los mandados-dijo Pedro, colocando sus dos brazos en la posición que lo hace el varón cuando abraza a la mujer..-Bien, presta mucha atención porque lo que se hace mal desde el vamos, se sigue haciendo luego siempre mal.. Por eso es que soy muy exigente. Al menos es lo que dicen mis alumnos. Aunque luego me lo agradecen.
Pasó luego a enseñarle a caminar en tango.
-Recuerda siempre estas tres palabras: rodilla, punta y taco. En tango se camina muy diferente a como lo hacemos comúnmente, ya que al caminar normalmente apoyamos primero el talón. En cambio en tango primero tanteamos el piso con la punta del pie, Y en esto el tango se parece en algo a los elefantes que no dan un paso al frente sin tantear primero el piso, que esté firme para pasar el peso del cuerpo.
-Inteligentes esos animales.-dijo Juan. Eso yo tampoco lo sabía.
-Todos, Juan, aprendemos de todos. Bien, ahora apoyamos el talón y recién entonces se pasa el peso del cuerpo. Mejor lo vemos en la práctica, sí?.-Pedro juntó sus rodillas y llevó una de sus piernas hacia delante tanteando el piso con la punta de su zapato. Su otro pie mantuvo el apoyo del cuerpo con la rodilla ligeramente doblada.- Esto se hace también para que nos quede libre el pie que va hacia adelante, ya que el apoyo está en el de atrás, y así poder hacer amagues, firuletes y otras figuras libremente. El tango es un dialogo de piernas. Por eso, de la cintura para arriba se llama la parte dramática y de la cintura para abajo la parte expresiva. Los pies hablan en el tango. Tratá de no bajar la cabeza. Imagínáte que tenéss un escarbadientes apuntando en tu garganta cuando intentés bajarla-Los dos rieron y Juan como que instintivamente levantó la cabeza como sintiendo el picotazo del palillo..- Casi todos se toman esa maldita costumbre de mirar para los pies-siguió explicando Pedro-. La mirada, con la cabeza bien erguida, debe estar en un ángulo de noventa grados hacia el suelo..Los hombros deben permanecer siempre a la misma altura y la mano de la dama se toma de esta manera a la altura del los hombros.. Sé que son muchas cosas juntas para el primer día, pero no te preocupés, iremos paso a paso practicando y corrigiendo cada una de estas cosas. Esto es como la comida: no podemos comer en un día lo de un mes. Te diré que los tangueros de ley dicen que para bailar bien tango se debe practicar durante tres años, tres veces por semana. Así que mejor tómátelo con calma. Por ejemplo, el resto del tiempo de hoy lo emplearemos sólamente en aprender a caminar, cosa que haremos luego diariamente, porque saber caminar en tango es esencial; yo diria lo más importante después de sentirlo. Si fallás en esto, se pudrió todo. Quien aprende bien a caminar, lo demás es pan comido. Algunos profesores prefieren dejar hacer primero todo mal para después corregirlo. Son métodos, Yo prefiero corregir antes de que se implante el hábito; el mal hábito. Ya sabés aquello de "cada maestrillo con su librillo.Yo corrijo en el arranque. porque creo que el tango o lo aprendés y lo bailás bien de entrada, o lo bailás mal toda tu puta vida..- Juan se sorprendio de no haberse fatigado..Ni siquiera había transpirado. Pareciera que las cosas que se hacen con amor no causan dolor.
Así fue transcurriendo aquella primera clase de Juan, en la que puso toda su atención porque no estaba allí sólo para aprender a bailar sino con otras intenciones que nadie, ni siquiera Pedro, conocían.
-Bien, lo dejamos por hoy-dijo Pedro que sí estaba todo transpirado. Espero no te haya disgustado mi exigencia.
-No, para nada. Lo prefiero asi. Sin disciplina no se llega lejos en nada.
-O.K, qué bien que pensemos lo mismo. Para mi el tango es exigente al mango. Considero que no es para todos por más que se diga que cualquiera puede bailarlo. Es néctar de dioses. Para descubrir perlas hay que ir bien profundo; es lo que dicen. El tango no se baila con los pies sino con el cuore(Pedro se golpeo repetidamente el pecho). -Es aquí donde se baila y se siente esta danza- Se sonrió emocionado. –Es que hablando de tango.me pongo como hembra en celo, que querés que te diga. Amo esta danza maldita que me envenena la sangre y me vuelve loco. No te imaginás hasta qué punto.No hay nada en el mundo que se le parezca. Dicen que si el rock, que si la samba, que si el paso doble, que si la salsa…..; ni le hacen sombra. No es que sea mejor o peor. No se trata de eso ni de comparar. Es diferente. Punto. Para mi el tango tiene parte de infierno y de gloria. De infierno porque cuando lo bailás parece que tuvieras dentro una legión de demonios. Pero también es como si viniera de allá arriba, del mismísimo cielo, de las manos de Dios, de lo bien que te sentís..- Pedro gesticulaba ahora al hablar y se le iba amoratando el rostro. Por momentos te hace sentir que eres Gardel, pero no lo eres, sos vos,carajo!, los sentimientos no se pueden idealizar. Por momentos ni te importa la compañera cuando no está en total sintonía contigo. Ahora si, cuando ella está encendida y te sigue, nadie puede predecir lo que puede llegar a suceder entre ellos dos.. En ese caso no te importa que sea gorda o flaca, rubia, trigueña o negra, linda o fea; es una mina que te lleva al séptimo cielo, que los dos sienten el mismo deseo y la misma corriente fluyendo por sus cuerpos y sus almas, arrobados ambos en el mismo delirio místico a la vez. Esa mujer deja entonces de ser una y se convierte en multitud donde entran todos los amores posibles y todas las sensaciones posibles, ya experimentadas o por experimentar. Y amás a todos y a todas con la misma intensidad. Por momentos es tu propia mujer, tus hijos, tus amigos, el univeso entero. El tango es una danza de locos, para bailarla con Dios, carajo!-La palabra carajo le salió a Pedro bien de adentro y se le quedó bailoteando en la boca, no sabría decir si como un sentimiento profundo, o una postergada frustración. –Por eso nadie puede culparte cuando lo bailás apretado. Es amor del bueno, sensualidad de la buena, y no te tenés que preocupar por las culpas ni arrepentirte de nada.- A este punto los ojos de Juan se fueron aguando y comenzó a sentir en todo su cuerpo un escalofrío que le subía por toda la columna vertebral, como si algo inusitado se hubiera despertado de pronto dentro de él que le movía todas las fibras de su ser.- No hay ley en el tango, Juan, como no la hay en el amor. Dirás que estoy del marote, que blasfemo, que tengo un poco pinchado el balero, hasta que estoy piantáo, piantáo. Y tenés razón. Hay que estar muy ido del coco para decir lo que digo y sentir lo que siento. Lo sé. Pero yo soy asi, qué querés que te diga. Y como lo siento, lo digo. Siempre fui sincero con los amigos.- Juan no lo escuchaba ya. Había entrado como en una especie de trance. Sólo tragaba saliba, y unos lagrimones, como aceitunas, rodaban ya por su cara.- Si otros no lo sienten como yo, que se jodan; ellos se lo pierden-prosiguíó Pedro, sin percatarse de que Juan ya no lo escuchaba.-Lo que sí te digo Juan, pues ya eres mi gomía, es que no permitiría que nadie juegue con una cosa tan sagrada como el tango, que lo llevo en las venas y forma parte de mi vida. Es mi gran tesoro personal. En él se unen todos los credos, políticas, filosofías y religiones. Es lo más ecuménico y democrático que he conocido. Incluye todas las ideologías y todos los amores. Y las venganzas, y las traiciones, y las broncas, que también forman parte de lo cotidiano. Y de toda la basura humana, porque por eso somos humanos y no ángeles. El tango aguanta todo, porque es amor y punto. Y no es una danza pecaminosa, como algunos injustamente trataron y tratan de probar- Hizo una pausa. Juan ya había salido de su ensimismamiento, pero las lágrimas aún rodaban abundantes en su rostro. Pedro, absorto sólo en sus propias palabras, prosiguíó como si estuviera hablando con su propia sombra.. -Los críticos me enferman, sabés?. Y lo peor de todo es que esos reventados mentales, no han bailado ni escuchado en su puñetera vida ni un solo tango.- Se detuvo de golpe, como si fuera otro quien estaba hablando por él. Se dirigió a Juan.
-Te pido mil disculpas, hermano.- Le puso una mano en el hombro.- No has venido aquí a escuchar mi sermón de vida, ni la balada para un loco. No te cobraré la clase, quedáte tranquilo. A veces, como ahora, necesito desahogar broncas contenidas, sabés? Y justo caiste vos como venido del cielo. Me hacen mal las injusticias. Disculpáme.- Juan lo abrazó conmovido.- Ché, carajo!, te emocionaste. Yo que creía que no podía ablandar ni a mi gato con mis confesiones. Y conste que no estoy curda. Gracias, Juan. Desde ahora eres mi amigo, de verdad te lo digo, si es que vos lo querés.
-Claro, cómo no lo voy a querer si eres un tipo macanudo.
-Esa sí me gustó de veras. Ya te estás volviendo milonguero como yo. Macanudo!, eso no lo aprendiste en tus madriles.
-Pues no, algo se me está ya pegando de Buenos Aires.- Juan hizo una breve pausa, como reordenando sus ideas.- Te voy a pedir un favor, Pedro.
-Pa lo que mandes
-Quiero aprender bien esta danza cueste lo que cueste.
-Claro, cuenta conmigo.
Se abrazaron de vuelta y se dirigieron a la puerta.
-Mañana a las seis. De acuerdo?
-De acuerdo, contestó Juan- Y se fue como volando por el largo pasillo
Eran casi las diez de la noche cuando Juan llegó a su casa. Laura y los chicos lo esperaban para cenar. Lo recibieron con una cucharolada, en premio por llegar tan tarde.
-Pa, cómo te fue preguntó Marisol.
-Pues bien, hija. Tomé mi primera lección. No pasé del primer paso, pero bien. Soy medio pata dura.
-Pero no eres un tronco como mi hermano, verdad?, que sólo sabe dar pisotones. -Marisol se refería a Luisito, el del medio, que reaccionó de inmediato.
-Mira quién habla. Como si tú lo hicieras tan bien. Además no tienes porque insultar.
-Quién te insulto?. Sólo dije la verdad, o no lo es?.
-No me obligues a que te diga yo todas las verdades, mocosa.
-Viste, eso sí es insultar-replicó Marisol
-Basta ya de peleas. Ven que no se puede comer en paz en esta casa-intervino la madre.
-Lo que pasa má, es que a mi no me gusta bailar, Qué tiene eso de malo?.
-Por tener no tiene nada, pero yo no bailaria nunca contigo-se adelantó Marisol..
-No tienes porqué hacerlo, hay otras chicas.
-Las compadezco-retrucó Marisol, que nunca se daba por vencida.
-Bueno, ya está bien-intervino ahora Juan. Acaso no saben que nunca nadie ganó una discusión? Entonces por que discuten?
-Élla empezó. Es una buscapleitos-dijo Luisito.- Marisol no replicó pero le sacó la lengua.
-Lo ven-dijo Luisito- cómo me saca la lengua?
-La quieren ya cortar-dijo enojado Carlos, el hermano mayor. Parecen dos chiquilines.
-Ya me callo-dijo Marisol- Al final siempre me toca perder. Todos tienen razón menos yo.
-No te hagás la víctima, que ya te conocemos tus mañas.-la encaró Carlos de nuevo.
-Tú no te metas en lo que no te importa-dijo Marisol a su hermano-. La cosa es con mi hermano, no contigo, idiota,
-Si la siguen van a terminar sacándose los ojos-cortó Juan- Por qué no la dejan ahí? Van a tener que leer más a Martín Fierro. Parece que eso de que “los hermanos sean unidos" ya no cuenta para esta generación”.
-Cómo es que seguía el verso, pá-dijo Marisol.
-“sea esa la ley primera, que si entre ellos se pelean, los devoran los de afuera".
-Qué genio ese Martín Fierro, pá.
-Genio quien lo escribió, hija.
-Yo lo sé-intervino Carlos- Fue José Hernández.
-Tú porque ya estás en la secundaria-dijo Luisito.
-No señor, porque me gusta leer y a ustedes no.
-No empecemos de nuevo con las discusiones-cortó Laura. Será que los hermanos nacieron para discutir?
-Y qué quieres que hagamos, má. Que estemos con la boca cerrada.
-La boca se puede abrir para otras cosas tambíen, hija-dijo su padre.-Y ya que soy yo quien la tiene abierta les diré que no me desagradó el tango. Deberían aprenderlo.
-Eso sí que no-saltó Carlos.-No hay como el rock.
-Será para ti. Yo no sé si me gustará el tango, pero a papá si le gusta-dijo Marisol, que adoraba danzar.
-Ya saltó la chupamedias
-Otra vez con los insultos. La quieren cortar ya, por favor-volvió a intervenir Laura, que se la veía muy nerviosa. Carlos, sin pensarlo, se levantó y comenzó a danzar rock.
-Vean esto, no les copa? Esto sí es ritmo, -Carlos era el único que hablaba en la familia con términos lunfardos. Era de carácter alegre y peleador al máximo, jamás daba el brazo a torcer. Iba a cumplir los diecisiete años. Luisito tenia nueve y Marisol acababa de cumplir los siete. Era un excelente estudiante y había comenzado a noviar. Sus hermanos lo cachaban porque una incipiente barba lo hacía comportarse como una persona mayor. Le decían que aquello no era un barba sino “pelusa de melocotón” .Discutía con ellos y casi siempre terminaban peleados. Luisito parecía el más centrado de los tres, aunque también se las traía, principalmente en el colegio cuando se convertía en “defensor de débiles” y terminaba casi siempre con la cara marcada, Por otra parte era un dulce y muy sincero, cualidades que brillaban por su ausencia en su hermano mayor. Le gustaba mucho dibujar y los fines de semana agarraba sus bártulos y se iba hasta el riachuelo a dibujar barcos.
-Lo que tenés que hacer es salir a venderlos, boludo-le decía Carlos. Te podés ganar unos mangos.. Luisito no entendía que tuvieran que pagarle por unos dibujos que eran parte de su vida, que los había parido él.
–Es como vender un hijo-decía en su defensa.
–Está bien, son tuyos, intervenía su madre, no tienes por qué venderlos. Puedes hacer con ellos lo que quieras.
-No digas eso má-le contestaba-Tú sabes que nunca he podido colgar mis dibujos en esta casa. Mis amigos ´si lo hacen y se los muestran a todos sus otros amigos.
–Es que ya no tenemos lugar en esta casa para colocarlos, hijo-le decía su padre. Cuando compremos una más grande…..
-Cuando compremos…..-repetía Luisito-siempre pensando en mañana, pero mis dibujos los pinto hoy.
-A mi también me gusta dibujar-decía Marisol-pero no barcos y esas cosas. Me gusta pintar, cómo se lo explico- y se ponía nerviosa y jugaba con sus trenzas- bueno, me gusta pintar algo irreal para poder expresar el alma de las cosas, no su forma material. Puede que sea una idiotez lo que estoy diciendo;
- No lo es, hija. Sigue explicándote-la alentaba su padre.
-Bueno, quiero dibujar lo que no se ve, pero se siente.-
-Estupendo-decía su padre ante la fuerza expresiva de aquellas palabras de una niña con sólo siete añitos. Si eso es lo que te agrada, hazlo. No tienes por qué tener los mismos gustos de tus hermanos.
-Sí, pá lo entiendo, mis gnomos hablan de estas cosas conmigo; ellos son resabios-. Nadie hizo el menor comentario. Sólo se miraban unos a otros sorprendidos.
- Déjense ya de divagar- intervino entonces Carlos, medio con bronca-Tanto ella como mi hermano son dos ilusos. Mira si se van a pasar la vida pintando. En qué país creen que viven? Está bien, que hagan lo que se les cante, no sé para qué carajo me meto. Ustedes dos déjenme a mi el negocio y sigan boludeando. Guita, tarados, guita, es lo que importa. Vento, mucho vento para gastar con la namis. Guitarra, locos, esa es la honda. Lo demas es pura quimera. No es que les gusta el tango? Escuchen esto, rantifusos. No lo digo yo, lo dice Discépolo: “Pero no ves, gilito embanderado, que la razón la tiene el de más guita? Que la honradez la venden al contado y a la moral la dan por moneditas? Tiráte al rio!....Plata, plata, plata, yo quiero vivir….pasás de otario, morfás aire, y no tenés colchón…qué vachaché! Hoy ya murió el criterio, vale Jesús lo mismo que un ladrón.” Y que conste que no soy tangolófilo. No es que lo odie, eso tampoco, porque el muy puto cuando te las tiene que cantar te las canta.
-Yo no dije que me guste el tango-saltó Luisito-en defensa propia.
-Ni yo tampoco-dijo Marisol
-Es sólo un decir. A mi no me gustaría escuchar esto de ustedes:”mira qué bien dibuja tu hermanita y qué artista de hermano que tenés.” La entendieron? Al carajo con la fama. De qué te sirve si no tenés un morlaco en el bolsillo?
-Juan-cortó Laura, ofendida-no permitas que tu hijo les hable de esa manera a sus hermanos, está faltándoles al respeto.
-Eso nos es faltarles al respeto-protestó Carlos, antes de que su padre interviniese; es decirles la justa, sin verso. Si quieren se la endulzo, pero no sirve. Luego será tarde y se van a querer suicidar.
-El que se va a querer suicidar eres tú-intervino decidido Luisito-Tú haz la tuya y déjanos a tu hermana y a mi hacer la nuestra. No te metas en nuestros asuntos. Además, el dinero, como tú dices, no lo es todo.
-Que no lo es?
-No, no lo es-corto Luisito, antes de que su hermano prosiguiera.
-Pues yo afirmo que sí lo es. No me hagan reir. Si no lo fuera por qué todos corren detrás de él? Y aunque no lo fuera, que no es asi, porque lo es, al menos te calma los nervios y no te hace ir por la vida mendigando.
-Yo no pienso así-intervino Marisol. Los sueños son para cumplirlos.
-De qué sueños me hablás, hermanita?
-De los mios, de los tuyos, de cualquier sueño
-Mira nena, deja ya de divagar.
-No divago, pienso. El dinero llega como una recompensa. Punto. No es un fin, es un medio. Yo no te voy a permitir que robes mis sueños. Llévate mi dinero, pero no mis sueños.
-Ni yo dejaré que robes los míos-intervino Luisito. Puedes quedarte si quieres con la panadería, que ni siquiera es nuestra. Al menos no te faltará un mendrugo de pan para llevarte a la boca.
-Está bien-dijo Carlos, ya más calmado-Pero no vengan luego a mendigar como la cigarra.
-No lo haremos. Nos sobra orgullo a mi y a tu hermana. Y dignidad, por si no lo sabes.
-Y si lo hiciéramos un día porque lo necesitamos, dejarías de ser nuestro hermano y no nos ayudarías?-acotó Marisol.
-Hermanos, un corno. Tendrían que laburar en cualquier cosa y no vivir de prestado.
Juan, como tantas otras veces en que los tres se enzarzaban en una discusión, se mantenía ajeno, aunque expectante, A Laura le costaba más ser neutral y para no sufrir se encerraba en el baño o se refugiaba en la cocina. Ese día se la notaba más nerviosa que nunca. Iba y venía de la cocina sin permanecer sentada más que breves minutos. Traía y llevaba cosas sin ton ni son.
-Los felicito-dijo Juan, al fin- por expresar cada cual sus opiniones con sinceridad. Lo mejor sería hacerlo sin agravios por ninguna de las partes. Todos tienen el derecho de opinar, de ser escuchados y de escuchar a otros a su vez. El respeto por las ideas y opiniones de otros es importante en las relaciones humanas Eso no quiere decir que tengamos que estar de acuerdo con lo que los demás piensan u opinan
-Yo pienso asi-intervino Carlos, dándose por aludido- Y no voy a cambiar. Si ellos no me quieren hacer caso, que no vengan luego a decirme que no se la batí de frente.
-Tus hermanos no tienen por qué hacerte caso, ni tú eres su guardián. Ellos tienen como tu sus propias opiniones. Además es de sabios cambiar de opinión.
-Y de necios permanecer en el error, viejo. Esa también cuenta.
-Errar, hijo, es humano. Aprendemos de los errores, aunque no estamos obligados a repetirlos indefinidamente.
-Ves, en eso estoy de acuerdo, pero uno debe ser consecuente con lo que piensa.
-También con lo que siente. El corazón tiene razones que a veces la razón no entiende. No somos seres lógicos sino emocionales.-Carlos no quería dar el brazo a torcer. Escuchaba a su padre, al “viejo”, como si no lo hiciera. En realidad era así, ya que su cabeza, mientras su padre hablaba, estaba ocupada a full en refutar cada argumento de su padre. No le interesaba confrontar, sino ganar. Ganar era la única cosa. Bien yanki. Juan, su padre, zorro viejo, lo sabía y trataba de ir llevándolo a la reflexión sin que hubiera enfrentamiento. Carlos estaba en una edad difícil (tópico ambiguo admitido comúnmente sin saber por qué), y debía reafirmar su personalidad. Y nada mejor que aferrándose a sus principios. Algún día-si es que hay algún día-se daría cuenta de lo que había dicho su padre de que nadie ha ganado nunca una discusión. Juan pensaba que había que darle tiempo a las cosas (qué gran filosofía de vida). Y eso es lo que hacia con Carlos. Sabía muy bien cómo aplicar la lección de la paciencia. A él también le estaban dando tiempo.
-Pido un alto en la discusión-intervino, al fin Laura, que venía de la cocina con una fuente de arroz con leche. Entre los espacios en blanco que dejaba la canela aparecían unas cáscaras perfumadas de limón.- Tenemos que hacer un brindis.-Todos la miraron como sorprendidos ya que por la fecha que era, no había motivo para una celebración.
-Quién cumple, má-saltó la primera Marisol.
-No hija, no es un cumpleaños lo que festejamos. Es un cumplesueños.
-Un cumple qué.......?-exclamaron los tres a la vez.
-Cumplir años, má, no es un sueño,?-exclamó de nuevo Marisol, siempre con sus inocentes preguntas.
-No el de tu padre.
-Cúal es ese sueño, si se puede saber-intervino Carlos. Esto me sueña a joda.
-Que lo diga él-dijo Laura
-Que lo diga…que lo diga…..que lo diga....; cantaron los tres a coro, mirando a Juan cuya cara demostró no saber a qué se refería su mujer.
-El sueño de pibe cincuentón que quiere ser bailarín de tango-inyectó Laura, con más veneno que humor. Carlos y Luisito rieron.
-No se rian-los cortó Marisol, poniéndose de pie y pidiéndole a su madre que trajera cerillas porque élla iba a prender la vela-Papá no aprende tango para ser bailarín, sino para cumplir un gran sueño. Cuando yo crezca voy a hacer cómo él, cumplir todos mis sueños y celebrar mis cumplesueños sin dejar que nadie me los robe, ni mi marido ni mis propios hijos. Así que voy a brindar aunque ustedes no lo hagan
-Por qué no aprendes tú tango, vieja-dijo Carlos a su madre. Así lo bailan juntos. Y no dejaba de reir.
-No me gusta el tango. Además tengo otros sueños más realistas. Hay que saber poner los pies en el suelo.
-Cuáles son, entonces, tus sueños, vieja, y así celebramos los dos cumplesueños juntos?, -dijo Carlos, esta vez con sorna.
-Volverme a mi tierra-contestó Laura, casi como un grito desesperado, dejando caer la fuente de arroz sobre la mesa y saliendo corriendo para su dormitorio. Marisol y Luisito la siguieron. Juan y Carlos, su hijo, permanecieron sentados sin mirarse, en completo silencio. Carlos no aguantó aquel silencio.
-Creo que mamá está nerviosa por varias cosas.
-Si, así es-contesto Juan.
-Por lo tuyo, por supuesto, pero creo que también por otras cosas.
-Lo mismo pienso yo. Creo que no asumió vivir en este país
-Puedes ser, viejo. Yo tampoco lo asumí, pero me las banco como el mejor, y hasta trato de hablar como éllos. Yo creo que a la vieja le duelen además otras cosas.-Se levantó, se dirigíó a la puerta y salío de casa.
Juan se quedó pensativo con los ojos fijos en el arroz desparramado. Y en su mente una frase que le daba vueltas:”el sueño del pibe cincuentón”.
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Capítulo dos
Sueño
Juan voló aquella noche, como tantas otras lo había hecho, a la ciudad de Nueva York guiado por un impulso secreto del corazón. La última vez que lo hizo, sólo encontró una terraza de hojas muertas y una mansión abandonada.
Antes de aterrizar sobrevoló la estatua de la libertad. Lo que más lo sorprendió fue ver junta a ella otra estatua, la de la responsabilidad, con el rostro de Aurora. (Juan sabía muy bien que no existe verdadera libertad sin responsabilidad). Se detuvo por unos instantes, pues no pudo menos que recordarla. Sabía que él la había mandado erigir en su honor y en cumplimiento a una promesa, pero se asombró igualmente como si fuera la primera vez que la veía. Sintió que el pecho se le oprimía, y no sabía si de tristeza, angustia o felicidad. Tal vez de desesperanza. Durante el vuelo no escuchó ni una sola vez a la Voz. Esto lo alertó. Presintió lo peor. Pero no siempre las cosas salen como las pensamos. Las puertas del laberinto seguían sin aparecer
Aurora se había recluido en su mansión de Nueva York después de dejar la presidencia de la nación, que, como todos ya conocen, fue marcada por haber condonado la deuda externa de todos los paises acreedores, y eso le costó precisamente la presidencia, y a su vez la convertía en la mujer más popular de la historia. Juan había volado con ella cuando aún era una ciudadana norteamericana, de jeans y campera roja. Recordaba con exactitud el día en que se enamoraron. De ahí a la fecha se escribieron tres historias de amor bien diferentes. A pesar de la afiebrada actividad con que Aurora trataba de apaciaguar el dolor por la repentina ausencia de Juan, siempre encontraba algún momento de esparcimiento para oxigenar su alma. Le gustaba por demás la danza, que amaba y practicaba desde niña. Pero nunca había practicado tango. A raiz de haber visto la película “Lección de tango”, cuya protagonista es una diseñadora de modas , que deja todo cuando se apasiona por esta danza y conoce un bailarín con quien comienza a tomar sus primeros pasos, del cual termina por enamorarse, Aurora se apasionó también por el tango. Dado que su cuerpo estaba ya preparado para la danza, no tardó en convertirse en una experta bailarina. Su profesor estaba admirado no sólo de cómo bailaba, sino también de cómo había asimilado e interpretado el sentido profundo de esa danza.
-Te hace soñar con los ojos abiertos-le dijo un dia Aurora a su mejor amiga.- También te hace creer en los imposibles. Yo creo en el regreso de Juan y de que un día volverá a mi lado.
-La vida, Aurora- le decía a su vez su amiga-siempre te da otras oportunidades.
-Lo sé, pero yo sólo quiero a Juan.-Se habían hecho amigas poco después de la partida de Juan, cuando Aurora ejercía aún como presidenta. Desde entonces creció su amistad y era su mejor amiga y confidente. Julia tenía un fino sentido del humor que lo usaba magistralmente cada vez que Aurora caía en uno de sus pozos depresivos, que eran cada vez más frecuentes. En esos días no se movía de su lado y la acompañaba a todas partes. A veces hasta la obligaba a pasear con ella, sacarse fotos, escuchar música. Otras la acompañaba al teatro y luego se iban a cenar a algún restaurant por la quinta avenida. Julia se convertía entonces en una máquina de crear situaciones para distraer a su amiga del alma.
-Un día conoceré yo también a Juan y se enamorará de mi, y te morirás de celos, y te suicidarás…y los dos iremos a tu entierro-Aurora no podía menos que reirse.
-Pues te diré que no te daré ese gusto, aunque te juro que sería la única mujer del mundo con la que lo compartiría, aunque él dice que el amor no se comparte, se da entero.-Julia soltó una carcajada, -No sabes, Julia, lo que me costó llegar a entender eso. Ahora reconozco que es lo más sublime que aprendí de él.
-Yo te lo decía en broma, capullo.
-Y yo, Julia, hablo en serio. Aprendí muchas cosas junto a él. Juan no es un ser de este mundo. Recuerdo que siempre me lo decía y nunca lo comprendí, o no quería entenderlo.
-No comprendo muy bien cómo es eso. Creo que vas a tener que explicarme aún algunas cosas.
-Nadie puede enseñarte nada, Julia; esto también lo decía él. Las cosas están dentro de ti, no fuera. Se presienten: el alma vibrando, lo sutil, de pronto vuelas sin saber cómo, tal vez porque creiste que podias, te conviertes en pájaro, en un pensamiento tuyo y viajas en el tiempo, en varias dimensiones, bajas al infierno, conversas con Dios, lo conoces, paseas con él, compruebas que es como tú, como yo, no hay límites ni barreras, no hay ley, sólo la del amor, no hay culpas, sólo amor…amor…amor….No soy yo que dice esto, se lo escuché a Juan, El sabía esas cosas, no sé quien se las enseñó, creo que ni siquiera sé quién es, sólo que lo amo. Cómo pretendes tú que yo te enseñe, Julia. Cada uno de nosotros tiene ya todo el conocimiento que precisa, sólo necesita tomar consciencia, creer y usarlo.- Cuando Aurora hablaba así, Julia se la quedaba mirando como si ya no fuera Aurora quien le hablaba.
-Me tomas por loca, verdad? Pues no lo estoy, sólo he cambiado algunos paradigmas enfurruñados y los estoy lustrando.
-Claro que no, Aurora. Aunque motivos no me faltan para pensar que los dos están chiflados. Sólo que aún no estoy preparada, como ya te dije, para entender ciertas cosas. Y no creo ser la única. Me encantaría poder compartir vuestro mundo. Tal vez algún día lo haga, cuando me pueda quitar mis zapatos.
-Y si fuéramos dos locos?
-Entonces sí los creería.- Las dos se rieron
-Si un día llegas a conocer a Juan, es posible que le escuches decir cosas como estas que conversaba conmigo: “En los relacionamientos no debe importarte cómo es una persona para amarla. Lo que es, cómo se comporta, sus propios defectos, pueden afectar tu orgullo, nunca tu amor”- No es maravilloso?
-Claro que lo es, pero quién lo hace?
-No lo hacen-y eso también lo decía Juan-porque no saben lo que es el amor punto.
-Y qué es el amor punto?
-El decía que era aquel amor que le hace el amor a todas las cosas. Y me ponía el ejemplo de los niños, que ellos le hacen el amor a todo cuanto tocan
-Difícil de entender.
-Pues sí, pero si lo piensas no es nada descabellado. San Agustín se atrevió a decir "Ama y haz lo que quieras”
-Eso sí nunca lo entendí, Aurora.
-Yo tampoco lo entendía
-Y ahora sí?
-Pues creo que sí, porque, como decía también Juan, "el amor solo da un fruto: amor". Y tiene sentido. Nada malo puede surgir de algo bueno. En ese caso, pecar sería dejar de amar.
-Pues sí. Cuántas cosas que no sabemos, o creemos que las sabemos pero en realidad no las sabemos.
-De él aprendí que no es nuestro trabajo o nuestros títulos, que nos hacen especiales en este mundo, sino nuestro propósito en la vida.
-También eso tiene mucho sentido-corroboró Julia.
-Podría nombrarte infinidad de cosas así, que a mi me volaban el cerebro y él las decía con toda simplicidad, como dando por supuesto que eran obvias para cualquiera.
-Vete tú a saber qué maestros habrá tenido
-Según él su único maestro fue su padre, que murió cuando él tenia a penas once años, y poco antes de morir le escuchó decir que “el bien hay que hacerlo por el bien mismo”, y él vió y vivió cómo perdonó y lo salvó de una catástrofe financiera a la persona que lo había traicionado. Por eso decía que no importaba tener un padre para toda la vida, sino un ejemplo de padre para cada día.
-Genial tu Juan-acotó Julia- Ya me dieron ganas de ir a buscártelo. Qué tal si lo hacemos juntas.? Dónde crees que podemos encontrarlo?
-Él dijo cuando se fue que aún no había completado el laberinto. Que encontraría la salida y después volvería por mi.
-Pero a dónde se fue, mujer
-Si yo lo supiera!. Èl obedecía a una Voz. Conversaba con ella. Una Voz muy familiar. Dijo que hablaba con Dios
Pero a dónde se fue?
-Pues no lo sé, Era muy singular. Esto de singular también lo aprendí de él. Decía que lo que nos distingue de todas las demás personas es nuestra "singularidad", no nuestra particularidad, eso que tú puedes darme que nadie más podría darme, eso te hace diferente de cualquier otro. Y parece ser que eso es cierto porque cada uno de nosotros tiene dones únicos y singulares. Te digo una cosa Julia? Acabo de tener un mal presentimiento Me temo que Juan se haya ido a su Planeta; él siempre hablaba de eso, aunque no abiertamente.
-Y yo tengo una idea, Aurora. Si tú me enseñas a volar, como Juan te enseñó a ti, podríamos hacernos un viajecito hasta ese Planeta,
-Es una brillante idea. Pensaremos cómo realizarlo.-Las dos se rieron ahora como dos chiquilinas inventando el mundo.
Juan encontró a Aurora en la terraza de su mansión. Era una apacible tarde de otoño, pero no vió hojas muertas en el piso. Lo que sí notó fue el aroma de las azaleas perfumando el ambiente.. Todo estaba como él lo había dejado, como evocando en cada detalle una espera deseada. Pero lo que lo dejó sin aliento, y que fue superior a toda espectativa soñada fue ver a Aurora bailando tango con un muchacho de barbitas, bien apuesto, vestido de negro. Ella vestía una blusa blanca y una pollera negra tajeada. Sonaba, muy marcada, la música de un tango. Juan trató de no hacer notar su presencia. El corazón se le salía del pecho. Se aproximó lo sufieniente para no ser descubierto por Aurora. Hizo una seña al que parecía ser su profesor. Ella estaba muy atenta y absorta en el tango que estaban danzando, perdida sabe Dios en qué recuerdos. Al terminar el tango, el profesor, que se había dado cuenta de la seña de Juan se aproximó hasta donde él estaba.
-Qué hacés, Pedro, dando clases en Nueva York?
-Y tú de donde demonio saliste? En ese momento comenzó a sonar el tango Don Juan de Carlos Di Sarli.
-Quiero bailar ese tango con Aurora, pero sin que élla sepa que soy yo.
-Bien, comenzaré yo bailando con ella. Te aviso en el momento preciso para hacer el cambiazzo.
-O.K.- Pedro se dirigió a Aurora y antes de dar el primer paso le dijo:
-Este es una tango muy especial y vamos a intentar que te concentres para sentirlo con intensidad, así que trata de bailarlo con los ojos cerrados, y luego me dices cómo es que lo sentiste.- Aurora asintió con la cabeza y de inmediato cerrró sus ojos cuando se sintió apretada entre los brazos de Pedro. En un momento de la danza, él hizo un corte y una quebrada, y la soltó unos segundos, los suficientes para que Juan lo relevara, pues ya le había dado antes la señal y estaba atento, justo detrás suyo. Juan, que ya tenía la escuela de Pedro, la tomó de una forma bien parecida y élla no noto la diferencia. La fue apretando contra su pecho hasta casi quitarle el aliento. Poco antes de finalizar la pieza, Pedro hizo de nuevo el relevo. Cuando ella abrió los ojos al terminar, Aurora le preguntó:
-Cómo lo hice.?
Pues muy bien, pero puedes aún mejorar.
-No me dejes pasar un solo error, me interesa mucho aprender profesionalmente esta danza.
-Lo haré. Creo que te falta motivación.
-Tengo sobradas razones para no estar motivada.
-Yo diría una sola.
-Pues sí, esa es mi razón
-Y cómo te sentiste bailando este último tango?
-Por qué me lo preguntas?
-Pues por algo te mandé cerrar los ojos y además quiero saber cómo está el termómetro de tu motivación en este preciso momento.
-Nunca me preguntas eso.
-Bueno, supongo que siempre hay tangos especiales.
-Es que justamente, es la primera vez que he sentido algo diferente. No sabría explicártelo. Cómo se llama ese tango?
-Se llama Don Juan y es uno de los más bellos, tocado por la orquesta de Carlos di Sarli, un maestro del ritmo.
-Con razón. Ahora todo encaja. Tal vez fue eso. Sí, claro que fue eso. Juan estaba en mi subconsciente. Tuve la ilusión de que lo bailaba con él. Más que una ilusión fue un desvarío.
-Sé cómo amas a ese hombre
-No, no lo sabes.Nadie puede saberlo. Aunque por momentos te conviertes en brujo
-Y si te dijera que has bailado con él y no conmigo?
-Te contestaría que tu imaginación supera a la mía. Te odio.-Le dio un beso.-Eres un gran amigo y un excelente profesor.Además Juan nunca bailó tango.
-Quien te dice. No olvides que vive en Buenos Aires.
-Cómo es que sabes eso?
-Tú me lo dijiste
-Yo nunca pude decir eso, pues no lo sabía.
-Lo abré soñado entonces. Olvídalo.
-Si algún día vuelve quiero que le enseñes como me enseñaste a mi.
-Prometido.Bien, voy a poner uno de los más bellos y apasionantes tangos, le dicen el rey de los tangos. Y ahora sí cierra bien tus ojos y siéntelo al máximo porque se te van a mover todas la fibras de tu alma. Cuando uno baila este tango es como si el amor de tu vida te llevara en sus brazós y al final te poseyera. Penetra entonces en tus venas y te envenena la sangre hasta tal punto que te dejarías picar por una serpiente, como Cleopatra, y no sentirias ningún dolor porque estás con tu amado, transformado en él, y juntos transcienden toda motivación posible y entran en una dimensión desconocida donde, entre enloquecer de placer o morir de dolor, no hay diferencia. Puedes llegar a olvidarte de quién eres ni con quién estás. Los dos sois uno. Quieres probarlo?
-Claro
-Estás ya lista?
-Estoy.
-Olvídate de mi y de ti, entrégate y déjate llevar.
-Así lo haré.
-Entonces vete al centro de la pista y me esperas con tus ojos cerrados y demostrando provocación en tus gestos.- Aurora se fue al centro de la pista. En ese momento le hizo un gesto a Juan para que se aproximara para bailar todo ese tango con ella. Juan fue hasta donde estaba Aurora, hizo dos amagues, una media vuelta y quedó enfrentado a Aurora, que estaba como ida y mostrando su boca en un gesto sensual. Sus labios casi se rozaron. Él la miró extasiado antes de dar el primer paso. Se hubiera comido aquella boca en ese mismo instante, pero se contuvo. Comenzó a desplazarla rápido por toda la pista, como tratando de que volara en sus brazos, para luego ir diminuyendo el ritmo y permitir un acercamiento, donde cada figura la acercaba más a su cuerpo, hasta por momentos rozar sus labios con los suyos y sentir el aliento de su boca sobre la suya y los latidos acompasados de su corazón acelerándose cada vez más. Corrían lagrimas como perlas por el rostro de Aurora. También comenzaron a caer las primeras gotas de lluvia sobre la terraza. Aspiraba ahora el calor húmedo de su cuerpo. Sus corazones latían con más fuerza. Cortes, quebradas, giros…el éxtasis. Los silencios en la música hacían de cada detención un abismo de nuevas sensaciones. Aurora moría lentamente. Crecía su locura, también su placer. Su entrega era total. Sus cuerpos se movían por momentos irrefrenablemente al ritmo de la música, y de pronto se detenían como tocados por un halo de misterio para aproximar más sus cuerpos en un mar de sensaciones incontenibles. Se bebían el calor de sus alientos. Y llegó el final. Cuando Aurora abrió sus ojos se encontró con los de Juan. No tuvo tiempor de saber si era realidad o una visión porque en ese mismo instante se desmayó en sus brazos. Juan la besó con dulzura en los labios y la llevo hasta un diván. Cuando volvió a abrir sus ojos fue para encontrarse de nuevo con los de Juan. Ahí comprobó la realidad. Los dos se fundieron en un abrazo interminable y feliz.
-Dios mio, esto no es posible.
-No lo es, tú lo hiciste posible-contestó Pedro apareciendo a su lado.
-Me engañaste, maldito!
-A esto le llamas engaño, amor?-dijo Juan.
Cuando quisieron agradecerle a Pedro, este ya había desaparecido.
-Te quedas conmigo?-preguntó Aurora.
-Estoy contigo.
-Mejor no contestes ahora mi pregunta. Quiero disfrutar esta noche como si fuera eterna. Mañana me la contestas.
Las primeras luces los encontró aún despiertos. Entonces sí le pidió Aurora que contestara su pregunta. Juan no tuvo tiempo de contestarla ni Aurora de escucharla. Sonó el despertador.
Juan lo apagó y se quedó un rato en la cama con una sensación de impotencia por no poder conciliar ambas realidades. Al rato se durmió de vuelta; lo suficiente para soñar otra vez y encontrarse con la Voz.
-Cómo estás, Juan?
-Esta vez no jugaste limpio, aunque no puedo reprocharte
-Por qué lo dices?
-Siempre que desapareces es porque algo malo está por suceder.
-A qué llamas algo malo? Por qué clasificas así las cosas?
-No lo sé. Pero esa es la triste realidad. Siempre ocurren cosas malas.
-Mejor dí: siempre ocurren cosas. Y está bien que así sea.
-Si tú lo dices…..Lo que sí debo agradecerte es la sorpresa de esta noche. No me la esperaba.
-Aún tengo otras para tu asombro.
-Sí, ya me lo dijiste y repetiste muchas veces: la esencia de un hombre es el esombro.
-Veo que tienes buena memoria
-Creo que es lo único que me queda bueno;-La voz sonrió.
-También veo que no pierdes el sentido del humor.
-Pues no. Fue otra de tus enseñanzas: lo necesitamos para sobrevivir.
-El día que el humor acabe en este Planeta dejaréis de sobrevivir realmente.
-Cuándo dejarás de sorprender a los humanos?
-Nunca.
-Ya sabía la respuesta. Espero no tener que perder ya más a Aurora.
-Nada es para siempre, Juan.
-Qué quieres decir con eso?
-Lo que escuchaste, Juan.
-Antes de que vayas, quiero hacerte una pregunta.- La Voz no contestó. Esperó la pregunta.- La verdad es que estoy muy confundido con lo que pasó.
-Qué pasó,Juan?
-Lo ves?, ahora eres tú el que se hace que no entiende. Tú sabes todo.
-Sí, lo sé todo, pero preciso escucharlo. Supongo que te refieres a Pedro. Qué quieres saber?
-Quién es Pedro?
-No sería mejor que te ocuparas en saber quién es Juan?
-Contigo no hay quien pueda. Tienes todas las respuestas.
-No todas, Juan. A veces os dejo a vosotros la contestación
-Para luego tener que corregirla.
-No es eso lo que tú haces con tus hijos?
-Pues sí. Y Aurora? Qué va a ser de ella?
-Ella también va a despertar como tú. Sólo existe porque tú la haces existir. Lo mismo que Laura y Pedro.
-Y tú?
-Yo existo, como ellos, sólo en tu conciencia. Todo, Juan, es una danza de la conciencia.
-Como el tango-añadió Juan.
-Tú lo has dicho. Si no bailas, no existes.
Sólo fueron cinco minutos lo que Juan se volvió a adormilar. Los suficientes para dialogar con la Voz y sacarse algunas dudas.
Capítulo 3
Vigilia
A Laura no se le escuchaba la respiración cuando Juan se despertó y la observó. Su cuerpo, desnudo, estaba inmóvil sobre la cama. A quién no le ha sucedido esto alguna vez, de estar con una persona y verla tan profundamente dormida que no le notamos que esté respirando?. Y cuando la sacudimos para que se despierte, se lleva un susto espantoso.
Eso fue lo que le ocurrió ese día a Juan con su esposa. El imaginó lo peor. Así que sin pensarlo le dio tremenda sacudida que Laura saltó como un resorte preguntando asustada qué es lo que estaba aconteciendo.
-Te encuentras bien?
-Claro que estoy bien,
-Es que no respirabas, mujer, y se te veía como una muerta. Parecías una momia.- Laura hizo la señal de la cruz.
-Que la boca se te haga a un lado-anatematizó, tratando de buscar algo para cubrirse.
-Qué hora son.
-Como las cinco de la mañana.
-Ya me tengo que levantar.
-A dónde vas mujer tan temprano si ni los gallos han cantado todavía.
-Tengo muchas cosas que hacer.
-Como tú quieras. Yo seguiré durmiendo un rato más.
Juan apagó el veladorcito. Laura se puso una bata y se dirigió a la cocina. Los chicos dormían aún profundamente. Al ratito volvió al dormitorio, encendió el veladorcito y se sentó en la cama, Juan que no había tenido aún tiempo de conciliar el sueño, se sentó también.
-Te preocupa algo, mujer?- Juan ya sabía lo que le preocupaba pero quería que ella lo manifestara.
-Por preocuparme, me preocupan muchas cosas.- Juan no dijo nada, Ella comenzó a llorar. El la abrazó .
-Todo va a pasar, mujer.
-No lo creo. Las cosas entre nosotros van de mal en peor.
-Yo no lo veo así. No lo dirás por lo del tango?
-Por muchas cosas.
-De veras quieres volver para España?
-Sí
-Por qué no te das algo más de tiempo. Estás muy encerrada, no has tenido tiempo de hacer amigas y relacionarte con la gente, Tal vez por eso, solo ves la parte negativa de este país.
-No me entiendes. Lo ves que no me entiendes. Nunca llegaremos a entendernos.
-Si tu crees que no te entiendo porque no tengo los mismos gustos tuyos, pues si tienes toda la razón, no me vas a entender nunca. No considero el matrimonio un sometimiento a la voluntad del otro. Hay cosas en común y otras no. Debe haber un respeto mutuo y ciertas concesiones de ambas partes,
-Eso si no ha muerto ya el amor.
-Por supuesto, mujer. Acaso piensas que no te amo?.
-No lo sé. Pronto estarás amando a otra.
-Por qué lo dices? Creo que solo son celos.
-No son celos, bueno sí son celos, pero tienen un fundamento.
-Cuál
-El ambiente donde vas a estar se presta para la traición.
-Creo que eso es una afirmación totalmente gratuita. En ese caso la mayoría de las relaciones fracasarían.
-Tú lo has dicho. Eso es lo que sucede. El matrimonio es ya un mito en estos tiempos.
-En eso estoy de acuerdo, pero no por esa causa solamente
-Solamente. De vuelta lo has dicho. Pero es una causa. Y si se puede evitar; por qué no hacerlo?
-No deja de ser una suposición. Y basar en suposiciones un relacionamiento, esa sí puede ser una gran causa.
-Tú sabes bien de qué hablo.
-Claro que lo sé. Es algo concreto porque lo estás viviendo, pero sigues basándote en hipótesis, no en hechos reales. Todos, hombres y mujeres, vamos a tener oportunidades de se infieles. Dicen que el hombre más que la mujer, aunque a estas alturas habría que ponerlo en duda.
-Las mujeres raramente son infieles si no tienen un motivo.
-Eso es lo que tú piensas .Las estadísticas no dicen precisamente eso.- Juan estaba mostrando sus rasgos de machista y no quería dar el brazo a torcer, a pesar de que Laura tenía fundamentos al parecer más fuertes, aunque de todo se puede ya dudar con la igualdad de derechos hoy día. La mujer salió de su letargo de sumisión al hombre y se le está equiparando hasta en eso. Espero no me consideren a mi también machista por decir esto. La verdad es que la verdad siempre está lejos de ser la verdadera verdad, por más que esto parezca un trabalenguas. Pero Laura aún no había dicho todo lo que quería decir.
-En el matrimonio-continuó Laura- existen pequeñas muertes que preceden a la gran muerte. Pequeñas cosas que sumadas totalizan la catástrofe final, que se produce precisamente por una de esas pequeñas cosas, que es la que colma el vaso.
-Totalmente de acuerdo, mujer. Pero vayamos al grano, como se dice. Por qué esa oposición a que yo aprenda tango, que sería como aprender a jugar tenis o ir con los muchachos al café.
-No es lo msmo.
-Por qué?
-Pues porque no vas a estar precisamente con muchachos sino con muchachas. Me entiendes?
-Con que por ahí vienen los tiros? Y cuando el hombre en su trabajo tiene que hacerlo en una oficina de mujeres?
-Pues muy bien, es un trabajo
-Pues muy bien, lo otro es un sueño. Dónde está la diferencia? No vale un sueño lo que un trabajo?- Laura, cuando Juan comenzaba a filosofar, ya no le gustaba nada; ella era más práctica y le gustaba decir pan al pan y vino al vino.
-A mi no me enredes con ideas abstractas y háblame a calzón quitado.
-Es lo que estoy intentando. Es que hace tanto que no me los quito-Juan se rió, pero Laura no.
-No te apoyes tampoco en el sentido del humor tan mentado por ti, como algo que se necesita para sobrevivir. A mi me ha sobrado siempre el humor y para lo único que me ha valido es para que me tomen el pelo o me crean que estoy medio chiflada.
-Bueno al menos te consideran medio chiflada, A mi me consideran entero.
-Lo ves que contigo no se puede hablar en serio
-Si la gente supiera, Laura, que quien habla con humor, dice las cosas más serias!..
-Sabes una cosa? Cuando me sacudiste y me despertaste, estaba soñando que te era infiel. Ya casi no sueño. Y si tengo sueños, no los recuerdo luego. Esta vez lo recuerdo clarito, No sé si contártelo. Me da mucha vergüenza. Me siento culpable.
-Culpable por qué? Sólo fue un sueño, mujer.
-Yo no pienso así. Ni en sueños quiero ser infiel. Por qué debo ser diferente en sueños?
-Los sueños, sueños son, mujer. Deja ya de masoquearte. –Juan trataba de sacarle la sensación de culpa, aunque sabía muy bien que es difícil quebrar creencias arraigadas de por vida.-Ellos no pueden culparte.
-Pero son sueños tan reales tan como la vida. Hasta tuve un orgasmo, que aún siento el placer en mi cuerpo en este momento. Juan no dejó de experimentar bronca, aunque no lo manifestó.
-Podrías formularte la misma pregunta pero al revés.
-Cómo es eso?-se interesó Laura.
-Porqué deberías comportarme diferente cuando estás despierta que cuando estás dormida?
-Pues. hombre, porque estar despierta no es lo mismo que estar dormida., jolines.
-Ni estar despierta-retrucó Juan-es lo mismo que estar dormida. Podrían ser la misma cosa.
-Ya me estás liando, Juan, con tu endiablada dialéctica. Por qué no te explicas mejor?-Juan le tomó las manos.
-Lo sueños, mujer, son tan reales como la vida, tú lo dijiste. Pues bien, es un estado diferenciado de la misma conciencia, por lo tanto los dos son conciencia. Por qué entonces, en un estado activamos la culpa y en el otro nos eximimos de esa misma culpa? No parece incongruente?
-A dónde quieres llegar, Juan?
Por querer, no quiero llegar a ninguna parte. Pues ni yo mismo sé a dónde eso pueda llegar. Es solo un juego, mujer,
-No me gusta jugar con fuego.
-A mi sí.
-Te puede devorar;
-También redimir. Si pudiéramos amar a una persona en vigilia como la amamos en sueños, sin sentirnos por eso culpables, se allanarían muchas cosas.
-Haber si te estoy copiando-dijo Laura, tratando de no perder el hilo de la conversación., ni la cordura ante la manera de pensar de Juan. Tú equiparas los sueños con la vigilia y te gustará justificar lo que ocurre en vigilia como se justifica en sueños y la pedona no se culpa por eso.
-Sí, así es, Laura. No te parece fascinante?
-Tu lo que quieres hacer de este mundo es una jauría de lobos. Tendrías que cambiar por completo la naturaleza humana. Cómo crees, entonces, que debería ser nuestra relación de pareja?
-Buena pregunta. Creo que como tú y yo la decidamos.
-Entonces pongamos nuestros propios códigos y mandemos al diablo las hipocresías. Definamos bien qué queremos hacer juntos.
-Creo que sería mejor que comencemos por definir bien qué queremos SER juntos-dijo Juan.
-Por fin, estamos encontrando una salida para conflictos matrimoniales-dijo ambiguamente Laura.
Los dos se rieron. Juan se quedó con la intriga de si su mujer hablaba en serio o en broma, Hasta que ella lo aclaró.
-Dejémonos, Juan, de hacernos pajas mentales y volvamos a la triste realidad.
-No hay realidades tristes y alegres, sólo realidades que no son precisamente como nosotros las vemos y las pensamos. Lo que sí nos cuesta es admitirlas como son, es decir, como irrealidades.
-Baja un poquito a tierra, mi querido aviador de ilusiones, porque de lo contrario pronto terminarás desplumado como Juan Salvador Gaviota.. Debo confesar que a veces tienes ideas brillantes, pero odio a los imaginadores de posibilidades. A mi no me arrastres a ese abismo de locura.-Laura ya se había puesto de pie y estaba volviendo a la cocina, su lugar de refugio, donde, según ella, podía encontrarse con su propia realidad.
.
El fin de semana fueron a almorzar a un Mac Donal de la calle Lavalle. Todos menos Carlos, pues aprovehaba esos dias para salir con Alice, su novia. Le gustaba pasear por la costanera donde, después de pasear, se iban a comerse unas hamburguesas calentitas a uno de los famosos carritos de la costanera. La llevaba agarrada de la cintura, cosa que ella adoraba, y no faltaban los arrumacos, los besitos y los pellizquitos. Les gustaba también comprar sus cucuruchos de maní torrado y luego ir tirando las cáscaras al río y jugar a los barquitos.
Alice vivía aún con sus padres en un conventillo de la Av. Cobos, a unas cuadras del cementerio de Flores. Se habían conocido en una bailanta en el barrio de San Telmo. Era una rica chica, petisa, pero con un cuerpo descomunal, unos pechos bien turgentes para el delirio y unos ojos verdes encantadores. Además bailaba como una diosa. Cuando les sobraban unos mangos, se iban a un telo (digamos hotelucho) en el barrio de Once, entre Catamarca y La Rioja.
-Si se enteran mis padres que hago esto, me achuran-decía Alice, con más miedo que gracia, mientras relojeaba, asustada, las dos esquinas, cada vez que salía de la amueblada, no fuera el caso que alguien los reconociera.
-Quién te pensás que te va a junar en este barrio de judíos inmndos, si aquí no le importás a nadie.?-le decía Carlos para tranquilizarla. Ella asentía, él le daba el último beso y una palmada en el trasero, mientras tomaba un taxi que la dejaría en la puerta de su casa.
Como de costumbre, el Mac Donal debosaba de pendejos ordenando sus hamburguesa y armando un guirigay infernal. Juan odiaba los Mac donde, decía, “sólo tienen comida chatarra”.Además no le gustaba presenciar el espectáculo de una gente apurada, como muñequitos de cuadritos, tragando la comida más que disfrutándola, porque alli hasta los colores están pensados para que nadie permanezca por mucho tiempo, de ahí los amarillos fuerte y los rojos, todo bien estudiado y calculado por el marketing yanki. Y para colmo de males, una vez con la bandeja en la mano, te las ves negras para conseguir un puto asiento, eso si antes no te tropiezas con la pata de alguna mesa o alguien te empuja sin querer y te vas de cabeza con bandeja y todo, desparramando papas fritas y coca, aunque eso sí, la coca ya viene con su agujerito bien sellado en prevención de accidentes, no sea que tengan que estar limpiando el suelo a cada rato. Y la culpa, siempre según la opinión de Juan, la tienen esos pendejos de mierda que se te meten delante. El especáculo mayor, también según Juan, lo protagonizaban aquellos pibes y pibas, detrás del mostrador, que parecían haberlos puesto a todos en una coctelera o colocado un cohete en el mismísimo culo.
-Lo que sucede, señor-le dijo ese día una señora gorda que sostenía en su bandeja algo así como La torre de Babel y hacía equilibrio para que no se le salieran de la bandeja los cuatro cucuruchos de papas fritas y las cinco hamburguesas de tres pisos. anke los cuatro vasos grandes de coca.-es que esos pibes corren así por las medallitas.- Juan no entendió bien lo que quiso decir la gorda y le preguntó a qué se refería con eso.-Es simple, señor, eso ya lo hacía Napoleón con sus generales. El decía que los hombres se mueven por medallitas, por condecoraciones y esas cosas, incluso soldados aguerridos. Cada medallita que consiguen estos chicos, es un grado su favor y las llevan colgadas como trofeo de guerra, entiende?
-Pues sí que conocen bien la psicología humana estos yankis.
-Seños, eso no es entender la psicología, es deformarla.- Juan se quedó pensando.y fue a buscar una mesa. Tan absorto estaba en sus ideas que no vio la pata de la mesa, tropezó y alli quedó ridículamente en el suelo contemplando el fruto de sus propios pensamientos.
Los chicos que iban detrás de él, también con sus bandejas, no pudieron menos que reirse. Hasta Laura no pudo contener la risa.
-Sé la vi,-dijo Marisol, dándole su mano para que se levantara y tratando de contener la risa.-Todo terminó en paz y hasta Juan, después de volver por otra bandeja y tomar recaudos para no tropezar dos veces en la misma piedra, terminó por reirse de sí mismo y de su estúpida forma de pensar, causa sin duda de lo que acababa de presenciar.
Luego caminaron por Lavalle, una calle peatonal, como Florida, pero diferente. Aquí están la mayoría de los cines del centro de Buenos Aires. Bueno. Estaban, porque muchos de ellos ya fueron sustituidos por bingos, video juegos e iglesias evangelistas del Reino de Dios. Por lo visto son negocios más rentables. Al setecientos daban una película con Swarzeneger, que los chicos querían ver. Así que se fueron directamente al cine, no sin antes abastecerse de sus cocas y sus palomitas. Al salir tomaron un taxí y se fueron para casa. Lusito y Marisol protestaron porque querían aún quedarse un rato más para jugar en los videos. Su madre se opuso. Nada de juegos a esta hora. Nos vamos para casa. Había que ver la cara de enfurruñados que pusieron los dos. Y así fueron todo el tiempo, sin decir una sola palabra..Por el camino comenzó a llover.
-Menos mal que nos vinimos, con este tiempo no está para quedarse en la calle.
-No íbamos a estar en la calle-dijo Luisito
-Pero vuestro padre y yo sí.
-Má.-dijo Luisito- tú siempre buscándole las cinco pies al gato. Eres una experta en buscar lo negativo en todo. Qué ganas tengo de ser grande como Carlos y hacer yo lo que quiera.
-Pero no lo eres, solo un mocoso maleducado
-Tú me educaste.- Laura se acercó y le dio una bofetada.-Luisito se puso a llorar
-Así es cómo lo haces entrar e razón, má?-salió en su defensa Marisol. Yo creo que hay otras formas de hacerlo.
- Pues esta es la que a mi me enseñaron.
-Pues debes saber, má, que también hay otras.
-Haber dale lecciones a tu madre.
-Yo no soy quién para enseñarte nada, má, tú debes cambiar
-Cambiar!. Haber, dime, qué tengo que cambiar
-Pues no sé, pero creo que la violencia crea violencia no paz.
-Y cuándo hubo paz en esta casa?
-Yo estoy en paz conmigo misma
-Y en qué consiste tu paz si se puede saber?
-Má, uno está en paz cuando siente que es feliz con lo que tiene y con lo que hace. Y yo soy muy feliz de ser tu hija y me encanta lo que tengo y lo que hago.
-Lo dices en serio?
-Pues sí, me diste la vida y nunca me dejaste, tenemos una casa, una educación, gracias a ti y a papá.- Laura no pudo menos que enternecerse y salir de su dureza aparente. La abrazó y luego abrazó a su hijo, estrechándolos a los dos contra su corazón
-Perdón, hijo, no lo volveré a hacer.
-No es nada, má, nosotros te queremos igual como eres. No es culpa tuya.
-Sí lo es, por ser como soy.
-Olvídalo, má, dijo Luisito.-No tienes por qué cambiar, Las cosas son como tienen que ser. Nosotros os elegimos a ti y a papa.
-Vosotros?
-Pues si, ma, mi hermano tiene razon. Yo recuerdo que cuando iba a venir a este mundo, me preguntaron qué clase de padres iba a elegir. Y os elegí a vosotros. Y seguro que a mis hermanos les preguntaron lo mismo.
-Ya vuestro padre me está haciendo perder la cabeza, no querréis vosostros ahora que termine totamente loca.
-No es eso ma, es que tú no lo recuerdas y nosotros sí. Tu tambíén elegiste a los abuelos. Y si lo hiciste, los tienes que admitir como son porque en ese hogar es donde te ibas a formar como eres ahora y tener tus propias experiencias en esta encarnación.-Juan no estaba escuchando esta conversación, pero ya sabía del conocimiento de sus hijos sobre este tema. Laura, que estaba cada vez más confusa, se puso a llorar recostando su cabeza sobre la de sus dos hijos.
Ni un solo día faltaba Juan a las clases de tango. Laura, con uno de los chicos atendía la panadería durante esas dos horas. Ese día el profesor faltó y había tomado la posta Griseta, que ya estaba más que recanchera para suplir los frecuentes faltazos de Pedro, cosa que empezaba a suceder con mayor frecuencia.. Ella entonces les daba la biaba y los hacia trabajar doble. Luego se compadecía y los dejaba ir unos minutos antes. Juan hacía entonces de parteneur. A Griseta le agradaba danzar con Juan, decía que con él sentía el tango de manera diferente. No sabía si era su forma de agarrarla, de conducirla o lo que le transmitía en el momento que la abrazaba. Juan usaba lentes, pero nunca se lo ponía para danzar. Decía que sin ellos adquiría otra personalidad que lo transformaba totalmente. Y eso fue lo que notó rápidamente Griseta, e incluso se lo dijo.
Algunos de los más veteranos habían tratado de morfársela, pero ella sabía muy con qué bueyes araba y ninguno lo atraía. Y no era para menos que la abordaran, pues tenía un cuerpo fenomenal y llamaba la atención donde se presentara. Su pelo rubio intenso y sus ojos verdeagua tenían el poder de la seducción. Algunos la creyeron facilona para el romance de ocasión, pero Griseta estaba lejos de entrar en esa y sabía muy bien lo que quería. Su sonrisa era cautivante, pero cuando se ponía sería era de armas tomar y no había quien no la respetara. Su seducción era por su encanto natural, por eso se equivocan con ella los hombres.-“Soy susheta, no atorranta”, los encaraba cuando alguno quería sobrepasarse. “No se hagan los giles conmigo que no manyo piedras”. “Tomátelas y desaparecé de mi vista porque del primer sopapo te rompo la jeta”. Frases que demostraban carácter y una personalidad avasallante, “Son todos una manga de peligrillos sin vento”, le dijo un día a Juan mientras ensayaban unos pasos de tango. Contigo es diferente, lo ves? Y mira que no te estoy arrumando el ala. Simplemente me gustás, me caés bien. Ya me irás conociendo, No arrugo nunca. Si soy gomía, soy gomía; ya se puede caer el mundo que puedes contar conmigo. Pero quien me busca también me encuentra, y entonces me convierto en una leona que arrasa con todo.
Pedro los vió bailando varias veces y dijo:-“Linda pareja. Los voy a sacar buenos”
Ese día Juan llegó tarde. Griseta lo esperaba con cierto nerviosismo. Lo llevó a parte y le dijo que quería hablarle. Juan barruntó tormenta en puertas.
-Se armó quilombo, sabés?.
-Qué sucedió?
-Pedro se las tomó. Se hizo humo. Aparentemente no vuelve más, y me dejó en la estacada con todo esto, y yo sin saber qué hacer. Tenés que ayudarme, por Dios te lo pido. Yo en estos casos me quedo sin ideas, es como si se me cerrara el marote y no pudiera pensar. Se te ocurre algo?
-Déjame pensar. Yo creo que va a volver; o es que ya te batió algo al respecto?
-No, nada, pero por lo que me fue dando a entender de que tal vez un día tendría que hacerme cargo de la academia, ahora me da la pauta que tomó una decisión de no regresar. Sabe Dios en qué estará metido.
-Qué te hace pensar asi?
-Yo no diría pensar y sí intuir. Lo intuí, eso mismo. Y la mujer raramente falla cuando intuye algo.
-No te olvides Griseta, que quien se va sin que lo echen, vuelve sin que lo llamen,.
-No sé qué hacer, Juan. Haz tú algo.
-Que me ponga a llorar, es eso lo que querés?
-Hablo en serio, Juan. Por favor. Somos Amigos. Me largó dura y eso me dio en los ovarios. Yo no quiero esta responsabilidad. No es justo.
-Si te la dio es porque confía en ti.
-Ya sé qué confía en mi, pero soy yo la que no confía en mi, te das cuenta?
-Cuenta conmigo, estoy de tu lado.
-Gracias, Juan. Sabía que no me ibas a fallar. Le dio un abrazo.- Sabes una cosa, Juan? Tengo un mal presentimiento.
-Qué pasa ahora, Griseta?
-Se inscribió un tipo que no me gusta nada. Ya se me tiró un par de veces. Bien fachero, pero no lo banco. Un baboso. La próxima no sabés a dónde lo mando. Un nabo del año cero. Además hay algo en él que no me gusta nada cada vez que me juna. Como si estuviera tramando algo. Ya sabés lo de la intuición femenina.
Por qué no te calmas. Te siento muy alterada.
-Cómo para no estarlo. A ti te quisiera yo ver en mis zapatos.
-Vamos te invito a un feca.
-Acepto. Total, aún falta para la próxima clase. Y sino que esperen, Sabés que le cae bien el lunfardo a un gaita?
-Gracias por lo que me toca
-Por ti lo digo, menso. Vos sí que sós un amigo
-Lo de amigo aceptado, lo de menso no.
-No se me ofenda, lo digo con cariño.
Fueron al café de la esquina. En Buenos Aires te encuentras siempre un café que cada esquina, no tienes ni que buscarlo. Suelen ser de gallegos. Más que bares son bolichotes de cuarta, aunque algunos, para ser justos, se los ve bien arregladitos y hasta tienen un saloncito familiar con manteles rojos o beige sobre las mesas, siempre cuadradas. La mayoría, sin embargo, se caen de pura mugre, con mesas patacoja que cuando te sentás se te va el cortadito de costado y tenés que ponerle en una pata una chapita de cerveza o coca-cola. En el techo suele haber atrapamoscas, que Juan aborrecía porque cada vez que los miraba le daban nauseas al ver aquellas moscas pegoteadas encima suyo formando una masa negra y sanguinolenta con toda clase de insectos putrefactos pegados. Es como si la mierda te entrara por los ojos y te llegaba a revolver las tripas. Pero había que bancárselas porque los cortaditos allí te salen un mango y si te vas a otro bar más pituco te sale tres. Y en los tiempos de las vacas flacas, el ahorro, más que nunca, era en Buenos Aires la base de la economía.
Pidieron dos cortados. El mozo ni preguntó qué iban a tomar. Por la cara saben ya que vas a pedir un cortadito, base de la charla y la convivencia pacífica. Cuando uno de los dos pide un cortado, y es el que invita, el pide lo mismo, pues ya es costumbre no comprometer al amigo económicamente, ya que a veces, se lleva lo justo para pagar.
Son reglas de convivencia social, que todos cumplen en Buenos Aires para no perder a los amigos. Una forma inteligente de actuar, ya que puedes convidar a quien tu quieras sabiendo que el otro no te va a macanear.
Mientras esperaban los cortados, Juan aprovechó para ir al baño.
-Yo no voy ni loca a estos baños-dijo Griseta cuando Juan regresó- Apestan y no te podés ni sentar. Ustedes la hacen fácil: se la sacan, la sacuden y la guardan, pero pobres de nosotras las mujeres, como no nos sequemos la cachucha con la mano. Ni un rasposo papel de diario hay. Soy una guarra, verdad, Juan? Menos mal que ya me conocés. Nací rrea y rrea moriré. Por aquello de “genio y figura…..”
-Si tienes toda la razón, Griseta. Te dan ganas de mearles en la boca a estos hijoputas que solo piensan en la guita y no en la gente. Pero no te queda otra cuando escasea la guita.
-A ver, Juan, si no tiene razón el tango al decir que el mundo es y será una porquería.
-Pues sí que la tiene. Pero, como también dice otro tango, “qué le vachaché”. Pero vayamos ya a lo nuestro antes de que se nos vaya el tiempo- Juan carraspeó antes de proseguir.- Qué es lo que te está pasando Griseta?
-De veras querés saber la justa? Me importa un carajo toda esa manga de pelotas y rantifusos. Ya estoy harta de tanta gilada, de tantos pelandrines, no soporta ya escuchar tanta sarta de pelotudeces juntas. Si no fuera porque estoy enamorada….-estornudó.-Perdón!
-Salud-dijo Juan, y enhorabuena.
-Enhorabuena por qué. Por estar resfriada?
-No, por estar enamorada.
-Ah, me asustaste. Gracias. Pues sí, sino fuera por eso, pianto todo y me voy cantando bajito.
-Pará un cachito-la interrumpió Juan-No te me embalés. Lo pensaste bien? Por qué no hablás primero con Pedro?
-Cuantas veces te lo tengo que repetir para que lo entiendas?. Pedro ya fue, entendélo de una vez por todas. Y aunque vuelva, me quiero ir igual
-A dónde?
-No lo sé.
-Y con quién?
-Contigo
-Escuché bien?
-Sí, ecuchaste muy bien. Eso es lo que quiero
-Tu enloqueciste. No sabes que soy casado con tres hijos?
-Que si lo sé?. Sé tu vida mejor que tú.
-Y aún asi me dices eso?
-No te lo repetiré. Tú tienes la respuesta.
-No lo puedo creer. Qué locura es esa? Y a dónde quieres que nos vayamos, dime?
-A cualquier lado. Debajo de un puente, No sé. Ya lo pensaremos. Quiero que hagamos algo juntos.
-Eso es más que una locura, No hablas en serio.
-Te lo juro por esta-puso los dedos en cruz y los besó-que nunca hablé tan en serio.
-Empezaste aquí. Pedro te necesita y además te adora.
-Pues no está siendo una forma muy bacana de demostrarlo. Ya veo que no la junaste. Tan duro sós de mollera? Con razón dicen esas cosas que dicen de los gallegos.
-No será una calentura tuya pasajera, por todo lo que está pasando?
-Calentura sí, pero no pasajera-dijo Griseta, moviendo dubitativamente la cabeza. Hace meses que la vengo masticando y no aguanto más. Está por explotarme el balero.
-Sabés que no te entiendo.?
-No me extraña. A todos los hombres les cuesta entender las cosas de las mujeres. Por qué me tiene que pasar igual con todos los hombres.? Debe ser el destino. Empezó a lagrimear.-Juan le tomó la mano.
-Puedo hacer algo por ti.?
-No, nada. No hay nada por lo que tengas que preocuparte. Sólo son ideas obtusas mías.
-Por qué quieres que nos vayamos juntos?
-Olvídalo, Juan.
-Algo bien groso te está pasando, Griseta, y no querés largar prenda. Es con tus viejos el asunto?. Ya sé, te metiste o te metieron e algún fato turbio.
-Qué me voy a meter en merengues si no soy capaz de matar una mosca.
-Dijiste que estabas enamorada, pero eso no es para estar así, es la cosa más linda del mundo. Hojalá yo lo estuviera otra vez de verdad.
-Ya veo que no.
-Y no te corresponden. Ya sabes cómo son los hombres. Son las cosas del querer, querida. No te ocurre a ti sola. Además estás en la flor de la vida, eres una linda mujer, matadora de hombres…..jajajá!!!-, rió Juan, volviendo a tomar su mano. Además estás en la flor de tu vida. –Las lágrimas ahora, en el rostro de Griseta, eran abundantes, casi incontenibles.-Esto también pasará, Griseta, dale tiempo al tiempo. Además qué hombre no se enamoraría de ti.?
-Vos-contestó con rabia Griseta, retirando bruscamente su mano de la de Juan. Querés dejar ya de hablar de una vez por todas, y de decir tantas taradeces?. No entendiste un carajo. Andáte, andáte, te lo pido por favor, y no me volvás a ver más, ni a mirarme a la cara, ni nada….Déjame sola, por favor.
-No puedo dejarte así. No lo haré. Si te ofendí te pido perdón pero no fue mi intención. Sólo trataba de ayudarte.
-Ya me ayudaste lo suficiente. Ahora, andáte, por favor te lo pido, déjame sola, no ves que estoy sangrando?-Juan se levantó, llamó al mozo, pago la cuenta y salió.
Una hora después Griseta no había regresado al estudio. Preocupado por la tardanza, Juan volvió al bar, pero ya no estaba. En la misma mesa había otra pareja discutiendo acaloradamente.-Qué boliche pajero-dijo Juan en voz alta y escupiendo en el suelo.-Nunca más volveré a pisar este maldito chiquero.. No tenía ya ganas ni fuerzas para volver a las clases, así que se fue directamente para casa, hacia el lado del parque Lezama. Estaba totalmente desconcertado por la actitud repentina de Griseta. Sin embargo, cualquier hombre se hubiera dado cuenta de lo que a esa mujer le pasaba. Pero Juan no. Ni siquiera sospechó por quién doblaban las campanas, ni por qué lloraba aquella mujer. Menos aún por quién. Caminó como un sonámbulo. Al llegar al parque, por Caseros, ya había anochecido. Aunque era verano no vio gente paseando como de costumbre. Hasta los bancos de la plaza estaban vacíos. Sólo una calesita daba vueltas y vueltas con dos o tres niños. Las madres les hacían señas con impaciencia para que se bajaran porque ya había anochecido y debían regresar a sus casas. Juan escuchaba a las madres y los gritos de los chicos como si viajara en el túnel del tiempo. Se sentó en un banco. Las madres ya se habían ido con sus hijos y la calesita había cerrado hasta el día siguiente. De repente se le acercaron dos sujetos que lo encararon mostrando sus navajas desenvainadas.
-No te movás, levanta las manos, mirá al suelo.- Uno de ellos se le acercó empezó a revisarle los bolsillos.
-Dónde carajo tenés la guita?
-Sólo tengo unos pesos en mi bolsillo de atrás.-Lo revisaron completamente y le sacaron el poco dinero que Juan llevaba.
-La próxima vez vení con más guita si es que querés contar el cuento, repelotudo.-Uno de ellos con bronca le dio un pinchazo de navaja en el rostro. Juan dio un grito y se llevó las dos manos a la herida para detener de algún modo la sangre que salía a borbotones. No había ni un alma alrededor, así que, como pudo, se puso a caminar hasta la avenida. Allí se encontró con un policía que al verlo en esas condiciones, enseguida llamó una ambulancia. Juan había estaba por perder el sentido y su frente volaba de fiebre, Tardó unos diez minutos en llegar el auxilio médico del hospital Rawson. En seguida lo auxiliaron y,.medio zombi aún, pudo indicarles a los enfermeros su domicilio que lo trasladaron de inmediato. Un grupo de personas se fue acercando cuando llegó la ambulancia y se llevó a Juan. Todos comentaban el caso. –“Parece que fue un asalto”. “Lo ven, no puede uno salir a la calle, vivimos en total impunidad” “Y el gobierno siin toma medidas”. “Esto se está convirtiendo en tierra de nadie”.”Esto se arreglaría pronto si colgaran a unos cuantos en plaza de Mayo”. “Aquí lo que se necesita es un Franco o un Fidel Castro, carajo, y verían qué pronto se terminaba el terrorismo”. “Qué país de mierda este”. En Buenos Aires los comentarios es una de las cosas que más los caracteriza a los porteños. Tienen comentarios para todo y cada cual tienes su propia solución. Claro que sin asaltos, crímenes, violaciones…..no existirían los comentarios y se perdería casi un patrimonio nacional. Así que todo eso es necesario, un “sine qua non” que justifica plenamente cualquier acontecimiento violento como asesinatos, extorsiones, vejaciones, atropellos, abuso de menores, colectiveros asesinos, y todo tipo de crueldad y masoquismo. Y esas cosas terminan por convertirse en algo importante en los noticiares diarios y, que es de lo que ellos se alimenta y viven. Qué sería un diario o un canal de T.V. sin el pasto de las huelgas, accidentes, tráfico de drogas, muertes violentas, crímenes programados, abusos sexuales, contrabando de armas….No existirían o cerrarían por quiebra. Por eso no existen periódicos de buenas noticias. Nadie los compraría por que nadie los leería. Lo que prueba que el ser humano se alimenta de sangre. Ya sea en un circo romano, en un campo de concentración nazi, viendo cómo se mata a los hombres, como en una plaza de toros viendo cómo se matan animales, o en un campo de futbol donde si pudieran se comerían vivo al árbitro y a la mitad de los jugadores. Y si lo miramos desde otro ángulo, veremos cómo todo ese morbo alimenta grandes industrias que dan de comer a muchas familias, lo cual es laudable, por lo que podríamos decir que el fin justifica los medios. Ni qué decir cómo eso une a la gente en solidaridad para ayudar y poder poner en práctica valores sociales e individuales que hacen que las personas puedan crecer, aprender y transformarse en mejores ciudadanos. Los vecinos se relacionan más, se piensa en soluciones conjuntas. Es por eso que nadie debería atreverse a erradicar de la sociedad toda esa basura humana porque al fin de cuentas son más lo beneficios que la perdidas.
El viernes Juan llegó tarde a clase. Griseta dirigía el cotarro. A Pedro se lo había tragado la tierra. En el intervalo pudieron hablar.
-Te lo dije, se piantó-le dijo Griseta, mientras se limpiaba la transpiración. Mi intuición no falla.-Al mirarlo de frente vio la herida en su cara.
-Con quién te agarraste a las piñas?
-No es de cuidado. Me asaltaron.
-Cómo es que sucedió.-Se acercó y agarró su cara.- Te hicieron un tajo co navaja. No es cierto.?
-Eso fue.
-Seguro que fue el martes que yo me fui.
-Volví a buscarte y ya no estabas. De la bronca me fui camiando a casa y en el Parque Lezama me asaltaron dos tipos. No tuve nada que hacer.
-La sacaste barata.
-Creo que sí. Pensé que no contaba el cuento. Ya fue.
-Nada de que ya fue. Yo tuve la culpa por irme de esa manera tan estúpida. Luego me arrepentí. Qué culpa tenías vos.
-No digas macanas, Las cosas acontecen. Punto.
-Ocurren por algo, no me digás. Qué boluda, por qué no te esperé y volví contigo al estudio? En la vida me lo voy a perdonar.
-Deja ya de culparte, carajo. Vas lograr que me enoje en serio.
-Pero hoy soy yo la que invita y la que garpa.
-Prometí no volver más a ese var.
-Joya. Iremos a otro más a tono y menos roñoso.
-Esperá un segundo que largo la clase y nos las tomamos. Se dirigió al salón, pero antes de llegar dio media vuelta, llegó hasta donde se encontraba Juan y le habló al oído
-No pretenderás hacer eso
-Tú déjame a mí, Nos vamos a divertir un rato con estos pelandrunes patadura.-Se rió. Lo tomó de la mano como el primer día que se conocieron y lo llevó directamente a donde estaba el grupo de alumnos.
-Escuchen, muchachos-comenzó diciendo Griseta-Juan tiene algo que contarles. Diles cómo quedó el capullo aquel cuando lo ensartaste por medio como chorizo en espetón. Hasta yo me asusté, porque allí estaba presenciando la escena. Créanme que no miento. No era un chorro de sangre lo que salía de las tripas del susodicho, era una manga de bomberos. Luego se le vinieron tres tipos más al humo y a todos los fue amasijando. El tajo ese se lo hicieron en un descuido, por junarme a mi para ver si estaba bien. Tenían que ver cómo quedó el intercepto, cuando Juan reaccionó a la traición, porque no fue de frente, ni de advertido, que se la dieron, no. Primero lo barajó de derecha, luego de zurda, lo levantó como pluma e vilo; la navaja se le espetó hasta los chinchulines cuando lo lanzó contra el muro, No dijo ni pío. Allí se debe aún estar pudriendo, porque a tipos así no los entierra nadie. Los ojos del tipo quedaron revoleados y bien abiertos, parecían platos voladores.- A esta altura todos habían contenido la respiración. Juan no sabía dónde meterse. –Dale Juan seguí vos, ni que fuera yo la protagonista.- Como Juan no abrió la boca, solo asentía con la cabeza para no desmadejar todo aquel ensarto de mentiras al cohete, Griseta prosiguió su relato sin inmutarse.-Ahora imagínense la escena. Todos se le vinieron encima como tromba, y eso que eran como cinco o seis, creo que cinco si descontamos al muerto, Ahí es donde tenían que ver a Pedro defendiéndose como gato panza arriba, parecía Brouslie moviendo brazos y piernas. Comenzó por el que parecía el capo de la banda, le sacó la navaja y fue tal el mandoble que le encasilló que yo ví cómo le salía la punta de la navaja por las costillas. Los demás se las piantaron cuando vieron al mandamás crucificado. Y aquí lo tienen vivito y coleando y no queriendo dárselas de héroe. Pero que lo fue, lo fue. A cada quien lo que le corresponde- Todos aplaudieron –Aprendan, gilipollas-remató Griseta-este sí es un varón que honra el tango.
Te lo dijo, Juan- dijo Griseta, al llegar al bar, son poligrillos por donde los junes..
-Como imaginación no te. Podrían contratarte para narrar novelas de ficción
-Te juro, Juan, que me estaba meando de risa por dentro, ni pse cómo me contuve. Qué cagazzo que tenían e cima. Seguro que alguno se hizo encima.-Griseta no paraba de reir.-Tú crees que gente así, merece bailar tango?; deshonran el tango, y la vida. Los mirás, cuando bailan, y arrastran los pies como payasos. No ganas me quedan ya de darles clase.
Aquel bar sí era un bar como la gente, con mesas como la gente.Hasta serviletas de papel tenía.. Claro que el cortadito había que pagarlos unas chirolas más, pero valía la pena.
-Flor de papelón me hiciste pasar, pebeta.
-Qué decís.? Quedaste como un duque, flor de bacanazzo. Viste cómo te miraban?, como carneros degollados, parecía que los navajazos los recibieran ellos. Parecían granaderos contemplando el sable de San Martín.
-Qué te ha hecho cambiar así el humor, Griseta-dijo de pronto Juan, mi´rnadola de frente a los ojos. No eres la misma del otro día.
-Me llegó la resignación
-Cómo que te resignaste
-Sí, a todos nos llega ese momento.. Qué tiene de malo? Después, con la aceptación, llega la calma. Fue un sueño y nada más, como tantos otros.
-Puedo saber qué clase de sueño?
Te dije que ya fue. Olvídalo. Era un imposible. Y es fulero perseguir imposibles.
-Bueno un imposible lo es hasta que alguien lo hace posible. Es cuestión de huevos, u ovarios,
-Qué querés decir, que se puede dar vuelta a la tortilla? No es tan fácil la cosa. Cómo puedes hacer que te ame alguien que a ti no te ama. Es un sentimiento. O se ama o no.
- en eso no estoy de acuerdo. Puede que no te ame en ese momento, pero si tú lo amas realmente no abandonarás la lucha tan fácilmente.
-Creo que es eso precisamente lo que me faltó; desistí a la primera, como una boluda. Acaso ya te pasó.
-No, me está pasando.
-Me podés contar.?- Griseta arrimó la silla como esos niños que su papá o su mamá se disponen a contarles un cuento,
-Lo que voy a contarte es algo disparatado, Ando detrás de una mujer abstracta, sólo existe en sueños,
-En sueños.?
-Sí en sueños, como lo oíste;
-No te inyectaste, no.?-Juan se rió.
-Aún no,
-No entiendo por dónde va o viene los tiros, pero ya escucho los fogonazos; Sea lo que sea, cuenta conmigo. Tal vez me esté pasando a mi lo mismo que esté detrás de un fantasma. Quizás estemos buscando lo mismo. A lo mejor llegamos a la misma mierda por el mismo camino. Disculpá, no puedo con mi genio arrabalero. Es lo que aprendí de purreta. Ya es tarde pa cambiar.-Ahora era Griseta quien se reía sarcásticamente.
-Por qué no por el mismo camino.?
-Juan, vos sí que me enredás el piolin y me sacás de honda. Mejor sigue explicándome porque lo tuyo está pal delirio total. Hay más minas en tu vida, además de tu mujer?
-En esas ando. Pero ya te dije, es sólo en sueños.
_explícáte mejor que no te entiendo. Tenés una amante, además de tu mujer, la pegué o no? Algo asi como un amante invisible. Bueno, invisible cuando no te acostás con ella…jajajá!!!.
-No lo tomes a la chacota. Estoy hablando en serio.
-Bien, te escucho en serio. Soy toda oídos.
-Estás celosa.
-Celosa yo.? Para nada. Menos de vos que. Pa lo que te importo, Si lo que pensás es tener un harén contá con una más,
-Con quién.?
-Con migo, gilón, con quien va a ser.?
-Tú mi concubina? Si tú eres una reina.-Juan no tuvo tiempo de reaccionar. Griseta ya había saltado de la silla, volcando el café, y abalanzado sobre él, estampándole un beso en la boca.
-Qué hacés, Griseta-dijo Juan cuando pudo desprenderse de ella. Mira que eres loca en serio.
-Soy mujer, eso es todo. No todos los días escucha una un piropo así.
-Yo te aprecio mucho, tú lo sabes, eres remacanuda, me ayudaste mucho,, eres, cómo te diría?, esa clase de mujer de la que cualquier hombre se enamoraría.
-Menos tú.
-Eso ya me lo dijiste, pero te equivocas. Yo también.
-Pues no lo parece
-No sé si es amor lo que siento por ti, creo que si, Pero amo a otras también. No sé cómo explicártelo.
-Ya lo explicaste todo. Y en pocas palabras.
-El amor, Griseta, debería ser sin barreras.
-Creés que fui una barrera en tu vida
-No estoy diciendo eso. Toda mujer en cierto modo lo es para un hombre, y tambíén un hombre para otra mujer.
-La propia también?
-Más que ninguna. Por eso fracasan las parejas.
-Ahora sí veo por dónde vienen los tiros. Lo que no sé es para dónde van. No será que no querés comprometer, querés seguir siendo siempre libre. La querés mojar aquí y allá.-Juan no contestó a la guasada.-Perdón si te ofendí. No quería decir eso, en serio, me salió. Sé que fue una guarangada como todas las mías.
-Pero sí lo dijiste. Habló tu subconsciente, como cuando el marido pronuncia el nombre de otra al llamar a su mujer: él se equivocó, pero su subconsciente dijo la verdad.
-de cajón.
-No hay término medio, Griseta. Hablar de relación formal entre parejas es hablar de presión.
-Querés decir que algo está fallando en esta sociedad de mierda.y tras de averguar qué es experimentándolo en carne propia y ajena; voy bien, Juan?
-La verdad hay que buscarla siempre, aunque en ello te vaya la vida.
-Suena lindo, ché. Y tenés alguna pista?
-Como tener, tener, no, pero creo que en el tango está la respuesta; de eso estoy convencido. Ya tengo señales coincidentes.
-Como cuáles?-se interesó Griseta.
-Una de ellas haberte encontrado a ti.
-Bueno, bueno, cargadas no, papito.
-Nada de cargadas. Haberte encontrado a ti es por ahora, la mejor coincidencia.
-Por qué lo dices? Al menos te sirvo de comodín.
-No me sirves; eres algo importante en mi vida.
-Lo decís en serio o hablás e joda?
-Detrás de esa boca de letrina, que confunde al más pintáo, existe un ser maravilloso, sin hipocresías, sincera al mango, sin dobleces, con valores auténticos. No eres un escaparate ni un maniquí disfrazado, eres una mujer que se muestra tal cual es, que no oculta nada. No eres moneda falsa, eres oro puro de dieciocho quilates. -Griseta no podía creer lo que escuchaba. Sus ojos lagrimeaban. Trató de contenerse pero fue más fuerte que ella. Entre puchero, contestó,
-Huau!, ahora sí me dejaste sin respiración. Me das un poco de aire.? - Juan la beso en la boca. Griseta cerró sus ojos y se entregó..Cuando los abrió se abrazó a él. –Juan, alguna vez me amaste? No me contestes. Déjalo ahí. Tiempo al tiempo. No quiero quetomes ningún compromiso. Ya sé lo que piensas del amor. Tal vez algún día nos entenderemos si seguimos bailando tango
-Tal vez algún día, respondió Juan-sorbiendo de un trago lo que quedaba del cortadito.
-No quiero que sientas culpa.
-Si te amara no tendría por qué sentirla
-Entonces no me amas.
-Dijiste que la íbamos a dejar ahí.
-Tenés razón. Curiosidad de mujer. Te diré que en algunas cosas tienes mucha ra´zon. Por ejemplo, no creo que deba haber un amor sin culpa para los que se aman como amigos y otro con culpa para los amantes. Me parece un absurdo. Algo así como convertir el amor en categorías. O se ama o no se ama. Amor condicionado no es amor. No es verdad? El amor debe ser libre y sin culpas. La vida, Juan, es un laberinto,- A Juan se le movió algo dentro al escuchar la palabra laberinto.-Le tenés mucha fé al tango, no es cierto?
-El tango, Griseta, esa amor hecho danza y verso. Pero no es algo decente, es indecente, sensual, sensiblero. Va más allá de las formas y los fundamentalismos de los críticos. También es grotesco, sádico, masoquista, Pero exige entrega total a quien quiere poseerlo. Es como una mujer caprichosa y exigente porque sabe de su hermosura, de su porte, de sus encantos irresistible para cualquier hombre. Se convierte en la deseada, la inalcanzable, la que los hombres entregaría todo por seducirla, por una sola noche en sus brazos, por un beso apasionado. El tango no mide consecuencias, ama el riesgo, lo busca, sin éticas ni moral, al filo del pecado y la perfección,-Juan miró a Griseta a los ojos y dijo:-esa mujer sós vos, Griseta.
-Gracias. Todo eso soy yo? Y tú. Como galán español, te creerías capaz de seducirme y hacerme tuya?
-Tal vez.-Los dos se rieron.
-Oye, Juan, me gusta conversar contigo. Pedimos otro cortado?
-Claro, aún tenemos tiempo.-Juan llamó al mozo.
-Dos cortados, por favor.
-Yo invito, dijo Juan.
-Yo te invité primero. No vamos ahora a discutir.
-Está bien, pero será la primera y la última. Las damas no garpan.
-Quién te dijo. Eso era antes cuando el hombre era el macho, varón y compadrito.
-Y ahora que somos?
-Unos gilipollas de cuarta. Jajajá!!!. No te preocupés a vos no te meto en ese saco, queda sin cuidado.
-Menos mal.
-Tú eres un rey, pero no olvidés que yo soy la reina, y las reinas a veces dan jaque al rey. Jajajá!!! Griseta tenía siempre la misma forma de reir, Repetía los jajaja de a tres y por tiempo indefinido. A veces había que tocarla para que parase de reir porque si se tentaba realmente, luego le atacaba la tos y no paraba de toser,
-Te gustaría darme jaque.?
-Pues no lo sé.
-Contigo no se termina nunca la partida. Creo que el encanto en nuestra relación es que siempre estamos jugando, indefinidamente. Ay del día que nos demos jaque mate.
-Cada día me admiras más petisa.
-Petisa tu abuela. Se ve que no me miraste bien. Juná este cuerpito.- Griseta se puso de pie. Tomó su cintura con las dos manos._Ya quisieran algunas de veinte.
-Pues sí, aún tienes un cuerpo descomunal.
-Y aún no me viste más ligera de ropa.
-No, pero me lo imagino.
-Y para qué te digo sin ropa.
-También me lo imagino.
-Parece que sólo vives de imaginación
-No te creas,
-No es que esté de pasarela, pero aún puedo matar a más de uno.- Se sentó de nuevo. Si uno no se divierte, no existe, carajo. Y tú cómo me ves, a todo esto?
-De verdad quieres que te lo diga.?
-Para qué creés que pregunté?
-Pues ya te lo dije.
-Me lo dices de nuevo?
-Por qué esa manía de las mujeres de querer escuchar los piropos varias veces?
-Porque somos mujeres.
-Sí claro, es una buena razón.
-Sabes qué? Vas a tener que explicarme despacio algunas cosas que áun me quedaron dando vuelta en el balero.
-Cómo cuales.?
-Intuyo algo, pero no olfateo bien lo que querés probar en definitiva. La tenga muy confusa. Por una parte parece muy loco, pero por ahí la pegás y hacés bingo y hasta te podés hacer famoso escribiendo una novela.
-Y cuál crees que debería ser el título?
-Yo le pondría “Amor de Tango”.
-Me encantó. Eres genial. Ya me diste otra idea para no olvidar,- Juan se levantó y le dio un abrazo. – No querés ser mi socia?
-Pues sí, pero sólo eso?
-Por algo se empieza.- Los dos se rieron.
-A mi también me gusta la idea de ser tu socia
-Pues venga esa mano y hagamos trato.-Se estrecharon las manos.-Brindaron entrechocando los vasos de agua que les habían puesto con los cortaditos
-Por la nueva sociedad-dijo Juan
-Por la nueva sociedad-dijo Griseta.-Los dos bebieron hasta el final el vaso de agua.
-Podríamos bridar con algo-dijo Griseta.
-No ahora. Lo dejaremos para otra ocasión más especial.
-De acuerdo. Esa me gustó.- Juan llamó al mozo, pagó, y salieron. Ya en la calle, y antes de despedirse, quedaron en encontrarse al día siguiente. Griseta lo miro a los ojos y le preguntó cerrando los suyos:
-De qué color son mis ojos?
-Creo que claros.
-No. Son de color verdeagua.- Y sin abrirlos aún continuó. -Los tuyos son verdes también con unas pintitas de miel en el centro de tu iris. Èlla abrió los ojos y le dijo: esa, Juan, es la diferencia entre un hombre y una mujer. –Juan se quedó sorprendido, sin saber qué responder.
-Fue sólo un juego, Tololo. Sólo un juego
-No lo fue, Griseta. Fue una gran lección.
-Tomálo entonces como una lección más de tango, pero no es necesario que te la aprendás ahora. Le dio un beso, paró un taxi y se fue.
-.
Capítulo cuatro
Sueño
Esa noche Juan no tuvo que volar a Nueva York. Fue Aurora quien voló a Buenos Aires para celebrar el décimo tercer congreso internacional de la mujer. Previamente se reunió con la Confederación Galáctica y los Grupos Planetarios, conjuntamente con el triángulo de Custodia y las Jerarquías Espirituales. El lugar de encuentro sería el estadio de River Plate.
-Te verás con Aurora una vez finalizado el Congreso-le dijo la Voz a Juan. Hasta ese momento no podrás verla.
-De acuerdo. De todos modos es una excelente noticia-dijo Juan aplaudiendo.
-Hay otras más para ti.
-Por que me haces vivir de asombro en asombro.?
-Qué otra cosa es la vida, Juan.? Ya hablamos eso, recuerdas.?
-No muy bien. Tú sabes que a veces se me sorben los sesos como al Quijote.
-Pues vas a tener que prestar más atención. No me gusta repetir las cosas.
-Acaso las cosas no se aprenden por repetición?
-Si tuvieras tan buena memoria como buenas respuestas, no necesitaría repetirte tanto las cosas.
-Lo que si me gusta es recordar.
-Los recuerdos son ilusiones, Juan. Ni siquiera habitan tu cerebro.
-Cómo que no. Entonces dónde rayos están.?
-Son atributos del alma. Lo que pasó ya no te sirve como recuerdo. Es tan sólo una interpretación de lo que pasó.
-Discutir contigo es como luchar contra molinos de viento.
-Don Quijote nunca luchó contra molinos de viento sino contra gigantes.
-No es lo mismo?
-No.-Juan puso cara de no entender nada.
-Y cuando termine el congreso, Aurora te va a necesitar para la finalización
-Tendré que hablar
-Que bailar.
-Bailar.?
-De qué te extrañas.? No amas la danza.?
-Sí, claro.
-Pues uno debe hacer aquello que ama.
-Por qué te gusta hablar en enigmas y dejas a los hombres para que ellos adivinen lo que tú ya sabes.?
-Qué gracia tendría que lo supieran todo como yo.?
-Seríamos todos Dioses…..jajajá!!!, y te moveríamos el piso. Eres sabio en serio. Aunque tu me dijiste un día que Dios no existe.
-Ves que para lo que te interesa no pierdes la memoria? Pues sí, en realidad Dios sólo existe en la mente de los humanos.
-Y el día que no haya más humanos, dejará de existir.
-Buen sofisma. Pero cierto.
-Me acaba de pasar por la mente un pensamiento. Qué piensa Dios del tango?
-Que es una expresión del misterio. No es conceptual, es perceptivo. Escapa a una valoración ideológica. El tango es mítico, simbólico, arquetípico, incluyente, atemporal, globalizante, cabalga en una forma de honda galáctica. Aunque imperfecto en su forma, es perfecto en su esencia, refleja lo cruel y lo sublime del ser humano, es comedia y tragedia al mismo tiempo. Es como la verdad de la vida.
-Todo eso es el tango?
-Nunca lo cuestiones, Juan, al tango. El tango es. Como yo. Es el que es, como yo soy el que soy.-El asombro de Juan crecía cada vez que hablaba con la Voz. Ya se había resignado en cierto modo a vivir del asombro y lo inesperado, que también era una forma de vivir.-Ahora prepárate para otra buena noticia.
-Espera. Me estoy ejercitando en el arte de saber esperar y controlar mi ansiedad. Después me la dices, sí.?. Primero te haré una pregunta que me preocupa porque hay algo en ti que me intriga. Por qué no me has reprochado nunca el que ame a tres mujeres.?
-Por qué habría de hacerlo.? Solo los hombres hacen eso. Todo es cuestión de límites y resistencia. Si logras unirlos, eres tú, sin culpas.
-Es que a veces me ahogo en un vaso de agua.
-Nadie se ahoga en un vaso de agua, solo si te permanece dentro.-Juan rió
-También te sobra tiempo para el humor.?
-Sin humor nadie sobrevive, Juan. Ni siquiera Dios.
Aurora se había convertido en una figura mítica, una especie de arquetipo de lo femenino, una hermafrodita cósmica en su contesto unitario y dualista. Desde su centro de informática en Nueva York mantenía una permanente comunicación con todos los grupos planetarios a través de una vasta red de inteligencia. Con su experiencia como ex-presidenta y sus contactos secretos a través de agentes del gobierno de los Estados Unidos, mantenía una constante actualización en la información, a todos los niveles. Ni qué decir que el congreso en Buenos Aires fue todo un éxito. Se clausuró con un discurso de Aurora en transmisión directa a varios planetas: “hermanos míos humanos, interplanetarios e intergalácticos de buena voluntad. Desde el planeta Tierra les saludo en este día de despedida y les envío mi abrazo cósmico.-Aurora cruzó sus dos brazos a la altura de sus hombros e hizo una leve inclinación al estilo zen budista.- Agradezco a todos los líderes aquí presentes su participación en este congreso. Muchos de ustedes se estarán preguntando, por qué este evento tan importante se está celebrando en el planeta tierra y en esta ciudad de Buenos Aires, perdida en los confines del cono sur, y está dirigido por una mujer. Hace décadas se viene anunciando que el rol de la mujer en esta sociedad recobraría pronto el lugar que le corresponde y es así como ha sucedido. No es que le hemos quitado a los hombres sus atributos varoniles, sólo estamos equilibrando las energías femeninas con las masculinas para que la humanidad recobre su integridad. Todo, señores, tiene su tiempo, y el tiempo de la mujer ha llegado. Esta sociedad ha madurado. El próximo paso es pudrirse. Y saben lo que sucede cuando algo se pudre.? Nace una nueva vida. Hace años que los humanos venimos lamentándonos que los sistemas conocidos han entrado en decadencia y descomposición, y tratamos de salvarlos de alguna manera. Gastamos energias y dedicamos tiempo y dinero en aras de una utopía. Estábamos madurando como fruta en el árbol, nos preocupamos cuando la fruta estaba aún verde, nos dormimos en los laureles cuando maduró, nos volvimos a preocupar cundo entró en deterioro, pusimos el grito en el cielo y hasta aguardamos el fin del mundo cuando se pudrió. Y eso es precisamente lo que acaba de ocurrir, llegó el fin del mundo: de un mundo materialista y sin respuestas disponibles. Los grandes gigantes del marxismo y del capitalismo terminaron con las piernas cortadas, religiones como la católica sólo quedaron en el recuerdo de las piedras de sus catedrales vacías, prueba inequívoca de que la historia muere y el arte no, los invencibles colosos financieros también cayeron de su pedestal de barro y hoy ni el euro ni el dólar tienen ya vigencia. La nueva sociedad será más espiritual o no será. Una sociedad donde los milagros existan como ciencia y la muerte como elección. Escuchen bien esto, que hará explotar sus cerebros; este insignificante planeta, tercero del sistema solar, situado entra Marte y Venus, que cuenta a la luna como su único satélite, con una edad de cuato mil seiscientos millones de años, a ciento cincuenta millones de kilómetros del sol y con un corazón de fuego a cinco mil grados centígrados, desconocido para la mayoría de los humanos, ignorado incluso por nuestro sistema solar, este planeta al que ni siquiera nosotros los humanos, sus propios hijos, respetamos violando los más sagrados derechos, olvidándonos de que está viva y sufre, pero lo creemos muerto y nos repartimos sus pertenencias; pues bien, esa gran pachamama ha sido elegida entre todos los planetas de nuestro sistema para guardar en el corazón de cada ser humano un gran tesoro y un profundo misterio: el del amor. Escuchen esto bien: el ser humano ha sido elegido para llevar un día ese amor a otros planetas que hace ya tiempo lo perdieron y son pura inteligencia y se rigen sólo por la justicia.
Este es un momento de gloria para la humanidad, porque pronto esa misión será cumplida cuando en breve las primeras naves galácticas se posen sobre este piso y nos anuncien que nos esperan en otras regiones remotas para conocer lo que es el amor. Pero sólo aquellos humanos que hayan practicado el amor con sus semejantes podrán estar en esa expedición galáctica. Espero un día encontrarme con todos ustedes en alguno de esos planetas.
Y una última cosa, antes de dar por cerrado este congreso. Por qué este evento se celebró en Buenos Aires y no en Tokio o París.? Quieren saberlo.?- Se escucharon voces en todo el estadio de “Sí, sí, sí……”-Bien, se lo diré: estamos situados en este momento al sur del gran triángulo. Argentina, conjuntamente con Brasil, ha sido elegida por la Confederación Galáctica como una de las principales bases de transformación planetaria para la entrada de la Tierra a la Nueva Era. Miles de seres humanos están naciendo con poderes paranormales, algunos de ellos con pleno dominio y control de la física cuántica que les permite tener el poder de lo extrafísico, materializándose y desmaterializándose a voluntad.
El mundo está a punto de entrar en una conflagración. Tengo pruebas contundentes, aún no comunicables. Es inminente e irreversible. Los que aún permanezcan en la Tierra, sufrirán el horror del estallido que sólo será como un resplandor en el cielo, porque todo será controlado de inmediato por estos nuevos hombres que al entrar en contacto con poderes superiores y en una especie de túnel del tiempo tendrán dominio sobre los campos neutrínicos y reducirán las explosiones nucleares a simples implosiones, haciendo volver a su núcleo cada átomo y cada partícula como si nada hubiera sucedido, restaurando en su origen cualquier órgano o vida afectada. Y un hecho que la aberración humana había convertido en historia, volverá a ser presente.
-Cuándo ocurrirá eso.?-, se escuchó una voz en la tribuna. -Anoten esta fecha: año 2012. Es todo cuanto puedo decirles. Todo está próximo y todo está lejos, Luego reinará la luz. Las enfermedades serán controladas a nivel de conciencia y podremos optar por emprender un viaje de mil años luz a cualquier estrella en un cerebro de silicio. Europa, por olvidar el sentido esencial de la vida, ha perdido ciertos valores espirituales que aún se conservan en estas regiones. Es por eso que existe aquí una mayor comunicación galáctica.que en el envejecido continente. Cuando el comandante Astar Sheran detuvo su nave y con un absoluto control de los sistemas electromagnéticos paralizó los sistemas de la t.v británica y envió su mensaje, realizó un último esfuerzo para salvar Europa. Pero su mensaje fue olvidado y sus palabras sumidas en el silencio de la incredulidad. Sin embargo sus palabras resuenan aún en los oídos de los hombres y mujeres de buena voluntad: “aprendan a escuchar la voz de la verdad que está dentro de ustedes mismos”. Pero no lo consiguió. Hoy Europa agoniza, aferrada a un trasnochado capitalismo con el resto del mundo.
Ustedes, hombres y mujeres del Cono Sur, y sobre todo vosotros niños que estáis viniendo a este mundo con un cuerpo de luz cristalino, pueden salvar el mundo.
La nueva era será compasiva y Dios será madre además de padre.
Y para terminar, una anécdota para esta pregunta final: por qué Buenos Aires? El mundo entero lo conoce por una palabra mágica: tango, que es una danza de luz en vórtice. Así es que danza cada partícula del universo. El tango es la danza del silencio y la reflexión, es el corazón del misterio hecho danza. Quien lo baila se convierte en artista de la vida. Las parejas que lo bailan cabalgan sobre una nube armónica, en una red de arte planetario, con los pies en la tierra tridimensional y el corazón en la dimensión de las estrellas donde todo danza y vibra en vórtice.(Aplausos y vítores prolongados).
Un hombre, a quien van a conocer esta noche, que llena mis días de sueños y mis noches de danza, bailará conmigo un tango para clausurar este Congreso de la Mujer. Los dos aprendimos tango y hoy queremos ofrecerles este pequeño homenaje a Buenos Aires y a su gente maravillosa.
Rápidamente despejaron el escenario que pronto quedó convertido en una pista de danza.
Enseguida se escucharon los primeros acordes de la música porteña interpretando a Astor Piazzola en una de sus más famosas obras “Santa María de los Buenos Aires.” Aurora y Juan aparecieron en el escenario poco después, ella con un vestido blanco, el pelo recogido, zapatos altos y el porte de una reina. Juan impecablemente de frac negro, engominado y zapatos de charol de taco alto.
Ya estaban en el centro de la pista. Los dos tocándose las espaldas y las palmas de las manos juntas. Se hizo un silencio total en todo el Estadio cuando las primeras notas del tango La Cumparsita comenzaron a sonar.
Aurora y Juan aún no se habían saludado ni mirado a los ojos. Se estaban viendo por primera vez en el escenario. Antes de abrazarse hicieron unos firuletes y amagues hasta que Juan, dando un giro sobre sus dos pies, quedó justo enfrente de Aurora. Ahí se miraron y sus corazones comenzaron a latir fuerte. Sonrieron. Luego volvieron a quedar serios. Juan la abrazó y la atrajo hacia su pecho con un gesto de compadrito. Sus frentes se tocaron. Ella se sintió segura entre sus brazos. Èl la apretó más fuerte y luego la fue soltando a medida que se desplazaban por toda la pista a los acordes cada vez más marcados del tango la Cumparsita. Era más que un tango lo que los dos estaban danzando en, era la sincronización de dos vidas en la conjunción del tiempo justo y en el momento justo. Eran dos piezas maestras que se movían en el ajedrez de la sabiduría divina, una provocación al desafío, un reto al destino, un duelo con lo absurdo,
Allí están los dos hechos uno: como en la película “Lección de Tanto”
“One is one
And one are two
You are me
I am you.”
Poco a poco, a medida que la música los envolvía, se iban entregando a la locura del abrazo. Se los veía seguros y concentrados. Poco a poco se fueron entregando cada vez más a sensaciones más profundas. Aurora había cerrado sus ojos y se dejaba llevar, cabalgando en una nube de sueños, leve, como flotando en horizontes rosados. Se sentía como arrobada en los brazos de Juan. Era suya y no era suya. Se la veía ausente, en los hilos sutiles de una ensoñación, más allá de las cosas. Por momentos se sentía desaparecer y Juan la veía flotar entre luces y sombras. De pronto a Juan lo laceró un recuerdo cuando las estrofas de otro tango cruzaron por su mente: “Las sombras implacables, jugando con mi angustia, me acosan y preguntan, por qué en vano la espero todavía, por qué vivo soñando que alguna vez fue mía”. Sentía que Aurora se le iba de las manos, de la vida, implacablemente. Estando en ese pensamiento vio cómo alguien atravesó la pista en fracción de segundos. Pero a Juan no se le pasó desapercibido. Era él, era Pedro. De pronto, en ese triángulo de contención que forman los brazos del hombre y la mujer cuando se abrazan, Juan sintió que danzaba con ellos una tercera persona. Era Pedro, no había duda. No tardó en escuchar su voz: “sigue bailando, Juan.” El escenario comenzó a extenderse a los ojos de Juan hasta el infinito. Aurora, siempre ausente, no percibió lo que estaba sucediendo. Pero en el triángulo comenzaron a aparecérsele a Juan, todas las personas que él amaba o que un día amó: desfilaron sus hijos, su esposa, Griseta, amigos de la infancia y la juventud, sus padres y hasta personas que no conocía y se esforzaba por reconocer. Trató de hablar con todas, pero Pedro le puso un dedo en los labios y le dijo:” sigue bailando, Juan.” Pero lo que más lo conmovió es sentirse bailando con tres mujeres a un mismo tiempo, pues Laura y Griseta se habían unido a su cuerpo y seguían sus pasos. Allí estaban las tres, sin espacios, sin tiempos, sin culpas, sin reproches. Juan no sabía qué estaba pasando hasta que miró a Aurora que en ese momento abrió sus ojos, lo besó en los labios y le dijo: Juan:
-Eso se llama AMOR-. Ahora la pregunta que Juan se hacía era aún más desconcertante: quién, rayos, es Aurora?
Con el último compás, los dos conformaron una bella figura de tango, las miles de luces parpadeando, Juan y Aurora se abrazaron llorando de emoción mientras los aplausos no cesaban en todo el estadio.
-Mi Cielo-dijo Juan, mientras sus ojos se fundían con los de Aurora-estuviste magnífica. Escucha esos aplausos, son todos para ti, bailaste como una diosa.- Aurora lo besó en los labios con dulzura.
-Con un maestro como tú cualquier mujer se siente como una diosa-Los dos se abrazaron mientras saludaban a las tribunas que no dejaban de gritar y aplaudir.
Después lo inevitable. Sonó el despertador.
Juan lo apagó medio con rabia. Quería seguir soñando. Volvió a cerrar los ojos. Poco después estaba de nuevo dormido. Soñó de nuevo pero esta vez no fue con Aurora.
-Cómo estás, Juan.?-Este vaciló-Es que no me reconoces ya? Soy Pedro
-Sabés que no te entiendo?-contestó Juan.-De pronto te hacés humo, nos dejás en banda a Griseta y a mi, te encuentro luego con Aurora en su mansión dándole clases de tango en Nueva York, luego en un escenario en Buenos Aires convertido en la sombra de Gost, surgiendo de tus propias cenizas como el ave Fénix. Me quieres decir quién carajo eres? Ya estoy hasta las pelotas de tantos por qués.
-Soy tú mismo.
-Porque no nos dejamos de joder y hablamos en serio.?
-De acuerdo. Qué querés saber?
-Quién eres, para comenzar.
-Soy Pedro.
-Ves que me tomás para el churrete; eso ya lo sabía.
-Y vos me tratás para el traste. Te Dije la verdad y no me crees.
-O.K, Vayamos por aprtes:Primero: eres Pedro-Juan respiró para mantener la calma-, mi profesor de tango, bueno, eras. Segundo: por qué nos dejaste plantados a Griseta y a mi y te borraste olímpicamente?
-Tercero-contesto Pedro, ya medio encabronado-quién eres tú para someterme a semejante interrogatorio?. Escúchame bien pedazo de pelotudo, Griseta te necesita a ti más que a mi, es que aún no caíste del catre?
-Qué carajo quieres decir.?
-No te hagás el zombi. No eres ningún gilito. El “bobo” manda.
-Un momento. No te permito. Tengo mujer y tres hijos.
-Y una amante de trinquete en Nueva York-Pedro reía ahora a carcajadas.
-Es mi vida.
-Es mi vida!, y lo decís asi. Primero te acusás, luego te excusás. Ya no sabés ni quién sós.
-A dónde quieres llegar con todo esto?
-No me vayás a decir que amás a las tres
-Y qué tiene?
-Por tener no tiene nada. Y tiene todo,
-Por qué tan misterioso? Además, quién te dio vela en este entierro.?
-Vos
- Ah, si?
-Ya lo olvidaste? Qué es lo que me dijiste el primer día que nos vimos? Deja que te refresque un poco el balero, que parece que lo tienes bastante empolvado. Esto es lo que me dijiste:”no me dejes pasar una”. Lo dijiste o no lo dijiste?
-Me refería al tango, no a mi vida.
-Qué diferencia hay, hermano?-Juan no dijo nada.-El tango es la vida, Juan. Vos le ponés condiciones y es la vida quien te las pone.
-Hay una moral, el respeto, está la integridad-se defendió Juan.
-Todas esas patrañas juntas no son más que la muerte del amor cuando se racionalizan. Un puro invento de la mente. Quién le puede prohibir a un hombre o a una mujer amar sin condiciones? Sabes algo? Los éticos y los moralistas existen aún en este mundo de mierda porque está lleno de miedosos y mediocres como vos, o como tú, si es que te suena mejor.. Cómo has cambiado, Juan. Pero para mal. Te quedaste en el amor condicionado, o si lo prefieres, acondicionado, como el aire que lo subes y bajas a conveniencia.- Juan se había quedado otra vez sin palabras.-Pero no te preocupés, no voy por eso a dejar de ser tu gomía. A un amigo no se lo deja en la estacada, y tú fuiste y seguirás siendo mi amigo. Puedes contar conmigo. Eso sí, no me entrés a fallar porque es lo único que aún no aprendí a perdonar.
-Gracias Pedro. No voy a preguntarte por qué lo hiciste, tus razones tendrás. Lo que importa es que seguimos siendo amigos.
-Entonces choca esos cinco, hermano.
-Mejor te doy un abrazo.-Se abrazaron efusivamente.
-Como el primer día. Te acordás lo emocionado que estabas, Juan?
-No me lo recuerdes que me pongo a lagrimear. Sabés una cosa? Nunca tuve un amigo. Bueno, lo tengo, sí, pero es invisible el muy cabrón.
-Cómo que es invisible?
-Tal y como lo escuchaste. Habla conmigo pero no lo veo.
-Qué, chamuyan por la Internet?
-Nada de eso. Lo tengo al lado.
-Y no lo ves?
-No
-Qué raro. No será algún finado?-Juan hizo la señal de la cruz.
-Deja en paz a los muertos. Me asustan.
-Está bien. Volvamos a lo que estábamos hablando. Qué te bate, Juan, tu sabiola con respecto a la moral de tus actos? Apolillás tranquilo?
-La verdad es que estoy bastante confundido. No sé si hacerle caso a esta o a este.
-Yo se lo llevaría a este, casi nunca falla.
-Te voy a hacer caso. El cuore, como tú lo llamas, es un buen maestro.
-A él, hermano, no lo podés engrupir. Y no olvidés que es tu vida la que está en juego. Te las vas a tener que arreglar solito. Aprendé del tango, que es llorón pero a la hora de la verdad también es macho.
-Pero te tengo a ti de amigo.
-Eso es verdad, pero hay cosas que uno se las tiene que bancar en soledad.
-Si no fuera por tu boca sucia, por ese maldito lunfardo, que ya me pegaste y porque te estoy viendo, creería que estoy hablando con la Voz y no contigo.
-Hasta el diablo, hermano, se disfraza a veces de ángel y te entra a engrupir.
-A esta altura puedo creer o descreer cualquier cosa.
-No me gusta dar consejos, tampoco que me los den, pero si me admitís uno te diría que no le creás a nadie, ni creás en nada, sólo en ti mismo, Con los tiempos que corren cualquiera te puede borrar de su vida y pasás a ser recordatorio. Hacéle caso, Juan, al cuore, ese no falla jamás, se juega la vida por vos, en él podés confiar mejor que en ningún amigo, que a la larga también te fallan fulero, pero este no falla nunca, es tu cómplice, se encurdela con vos, duerme con vos, mejor dicho no duerme, porque si lo hiciera, adiós Juan…jajajá!!!, y por si fuera poco te acompaña al cajón. Crees que alguien asi te podría fallar.?
-Gracias, Pedro, o quien quiera que seas, quiero que sigas siendo mi profesor.
-Lo siento, hermano, No por ahora. Me reclaman prioridades. Y ahí va otro consejo por si te sirve: no te aferrés a las personas ni a la vida, que como dice el tango sólo es “una herida absurda”, que, aunque te la cure, a la larga te mata.
-Tanto te gusta el tango que siempre lo nombrás?
-Yo soy el tango..-Cuando Juan levantó la cabeza, Pedro ya se había ido..
Esta vez no lo desveló el despertador, que no había puesto en hora, fue su hijo Luisito que entró de sopetón en su habitación gritando de alegría porque se había sacado un diez en historia y un nueve en geografía.
-Te felicito, hijo,-Juan lo abrazó.-Me levanto y lo festejamos, si?
-Claro, pá.
Aquel iba a ser para Juan un día de encontradas e impensadas emociones.
Capítulo cinco
Vigilia
No bien Juan encaró el pasillo , escuchó al fondo los gritos aterradores de Griseta. Se precipitó adentro donde la encontró en el piso, semidesnuda, y un chavón de espaldas que trataba de amordazarla. Juan lo agarró de la cabellera y lo obligó a darse vuelta para verlo bien. El tipo reaccionó y le tiró una patada desde el suelo sin soltar a Griseta que Juan esquivó magistralmente. Pudo observar que era el mismo tipo que la venía molestando desde hacía tiempo, de quien élla tanto sospechaba y tanto temia.
-Esto es todo lo que sabes hacer con las mujeres, hijoputa?-. le espetó Juan escupiéndole el rostro y antes de darle el primero golpe que lo sentaría de culo. Lo tomó entonces de las dos solapas del sobretodo, lo levantó en vilo y al ver que estaba inconsciente, lo soltó de golpe dejándolo caer como saco de papas; sangraba por la boca y la nariz. Enseguida atendió a Griseta, que veía la escena como en una nube de sueños, el susto apostado en cada centímetro de su cara espantada. Élla se abrazó a él.
-Ya pasó, cálmate.
-Llegaste justo, Juan. Me hubiera matado.
-Después me cuentas. Por ahora no te muevas de aquí. Voy a ver qué hago con este fiambre. Juan agarró al tipo por las dos piernas y lo fue arrastrando hasta la puerta de calle. Allí lo barajó con su pie haciéndolo rodar por los tres escalones que había hasta la vereda. Al volver trató de esquivar el reguero de sangre que había quedado a lo largo del pasillo.
-Qué pasó, Griseta?- preguntó Juan mientras ella trataba de acomodarse la ropa sobre su cuerpo semidesnudo. Juan la ayudó. Luego la colocó sobre sus rodillas. Ella se abrazó a su cuello sollozando.
-Ya pasó. Cálmate, sí?
-Entró de puntillas. No escuché los pasos. Cuando quise darme cuenta ya me tenía inmovilizada en el suelo. Traté de gritar, pero me tapó la boca con un pañuelo. No podía respirar. Creí que me moría ahí mismo. Me puso esa navaja en mi cuello. –“Si gritas te la clavo-, me dijo. Entonces comenzó a desgarrarme la ropa mientras puteaba y me seguía amenazando con la sevillana. Estaba como ido; creo que se había inyectado. Yo no sabía qué hacer. A cada esfuerzo por zafarme, me abofeteaba y me apretaba más contra el piso. Fue horrible, Juan, fue horrible.-Se puso a llorar.
-No sigas. Mejor voy a prepararte algo caliente para que te calmes.
-No, por favor, quedáte un rato más conmigo. Abrazáme.-.Juan la abrazó y acarició su pelo dándole un beso en la frente.
-Gracias, Juan. Me salvaste la vida.
-Mano a mano-dijo Juan sonriendo,- Griseta lo miró a los ojos.
-Por qué mano a mano? Yo nunca te salvé la vida.
-Pero me la cambiaste. Acaso no es lo mismo?
-Lo dices en serio?
-Húhú; cuando esté en mejores condiciones te lo cuento.
-Ya estoy bien. No sabes que no hay cosa peor que dejar a una mujer intrigada? Justo a mi que soy la divina impaciente. Contámelo ya.
-Más divina que impaciente.-Ella rió por primera vez.-Juan le dio una palmada en la nalga.
-Ya chamuyás el lunfardo como un compadrito.
-Tuve buena maestra.
-Me estás cargando. No lo dirás por mi.
-Por quién sino?
-Mirá, de los hombres mejor ni hablar
-No me la cambies. Eso lo dice el tango, pero de las minas, no de los machos.
-Hay muchas cosas que las hembras le vamos a tener que cambiar a los machos en el futuro. Claro que vos sos diferente. Creo que te amo lo suficiente para dejarte ser como sós. –Hizo una pausa- Lo miró de vuelta a los ojos.-Sabés una cosa, Juan? Nunca amé a un hombre, lo sabías?
-Pues no.
-A un hombre de verdad, quise decir.
-Ya sé: eres trola.
-Ves que contigo no se puede hablar en serio. No sólo me cargás, también te burlás de mi. Ya sé que no te importo como mujer, pero me doy el gustazo de amarte igual. Tiene su embrujo, no te creás, eso del amor dado y no correspondido; es una especie de masoquismo, lo sé, pero demiestra que darlo es superior a recibirlo y hasta más importante. Aunque sería lindo que te correspondieran, no lo creés?
-Claro, si-contestó Juan, que no quería interrumpir aquella vena de inspiración que la estaba invadiendo y a su vez distrayendo del problema principal. La abrazó con ternura y sin decir una palabra la incitó a que siguiera hablando.
-Qué torpes que son a veces las palabras, los conceptos, para expresar sentimientos profundos, verdad, Juan?
-Pues sí, hay cosas que son difíciles de expresar sólo con palabras.-En ese momento a Juan se le cruzó por la mente un pensamiento: “me muero por comprender lo que siento por esta mujer, algo hay en élla que me seduce y no sé que es, Lo que sí, cada día me siento más torpe e imposibilitado de expresar mis sentimiento por élla. No será que los sentimientos están en una dimensión desconocida del alma, o tal vez más allá de la propia alma? Habrá que ser Dios para comprender las cosas del querer? Por lo visto tendremos que pasarnos la vida haciendo preguntas al misterio. Tal vez un sentimiento como el amor no sea más que un símbolo de lo inimaginable. A veces admiro a los hombres capaces de expresar grandes sentimientos con pequeñas palabras. Yo no sería capaz de hacerlo ni escribiendo el Quijote.” –Griseta, que lo estaba mirando absorta, dejó de hablar, intuyendo que Juan estaba atrapado por algún pensamiento delirante. Hasta en su cara podían leerse sus elucubraciones.
-Por qué regiones ignotas andabas viajando?
-Pensaba nada más.
-Y te parece poco?
-Trataba de encontrar algunas respuestas existenciales.
-Ah, la madonna. Con que buscando respuestas irrespondibles
-Tú lo has dicho. A ti no te pasa?
-Pues claro que me pasa. Pero como ya sé que nadie me las responde, evito hacerlas. Es al cohete, no?
-Pues sí, pero uno se tienta.
-Tantas cosas nos tientan, Juan. Qué es lo que piensas que no tiene explicación, por ejemplo?-Fue Juan quien ahora la miró a Griseta a los ojos y sin decir nada la besó.
-Esto es lo que no tiene explicación.
Fueron luego al bar, al otro, al de un peso con cincuenta el cortadito. Al salir del estudio el cuerpo del chavón había desaparecido de la vereda.
-O el tipo tiene siete vidas, o alguien se lo llevó pa amortajarlo. Ni que se lo hubiera tragado la tierra.
-Hojalá se lo hubiera tragado también el infierno-exclamó Griseta.
Al llegar al bar pidieron dos cortados, como de costumbre.
-Sé que amás a otra-dijo Griseta, sacando un tema que como mujer le escocía.
-Te equivocas. Querrás decir a otras
-Bien, digamos a otras. En ese caso supongo que te interesa saber lo que pienso al respecto, no es cierto? Y si no, te lo digo igual, no es preciso que me respondás-se adelantó, antes de darle tiempo a Juan a replicar. Estoy dispuesta a compartirte.
-No puedes compartir el amor, Griseta, como si fuera una torta de cumpleaños. Se da entero o no se da. No se trocea como si fuera una res. Sabes qué pensaba cuando te besé? De qué manera amar a tres mujeres a la vez sin sentirme culpable. Por eso odio los diccionarios, porque no tienen palabras para lo esencial. Odio también los pensamientos, que te impiden expresar lo inmanifiesto. Odio no poder decir lo que siento por ti, por las tres. Odio al amor que pone condiciones. Pero, a su vez, odio no entender el mecanismo deL amor sin condiciones. Quiero morir, si eso es lo que uno debe hacer para entenderlo, y luego volver con la respuesta justa. Odio la moral y los jodidos moralistas que destruyen el amor en su esencia. Al daros mi amor, Greta, también estoy dando la vida, la misma vida entera para cada una, no migajas de vida. Puedes entender eso?
-La verdad es que no sé si tomarte por santo o por diablo.
-Si has de elegir, tómame por diablo. Aunque no le veo la diferencia.
-O eres un loco, Juan, o estás más allá del bien y del mal. Pero un loco lindo del que me enamoré. Creo que no hay papusa que no se enamore de vos.
-Ni varón que se resista a tamaña mujer.
-Desde que hablo con vos de estas estupideces me ocurren dos cosas: la primera es que me siento en un estado de gracia permanente. Y la segunda que en cualquier momento me explota el valero, me da el patatús y me internan.
-Tómate tu tiempo y no te precipites. No tienes por qué seguir mis locuras. Tómate también el café que se te está enfriando.
-No vine aquí por el café. Cuando estoy con vos me vuelvo amnésica.-Los dos rieron.
-Te veo con mejor color. Cuando llegamos parecías una muerta.
-Me faltó un tris para verme en el jonca. Cambiando de conversación: qué hacemos con estos turros si Pedro no vuelve?
-Pedro no vuelve.
-Cómo estás tan seguro?
-Él me lo dijo.
-Que él te lo dijo? Dónde lo junaste°
-Si te lo cuento, ahí sí me tomas por majareta en serio.
-Juan, me querés decir cuándo vas a dejar de asombrarme?
-Nunca. Vivo del asombro.
-Tienes tres enamoradas y te consideras inculpable, Hablas del amor sin condiciones y mandas la moral al muere, Dormir y estar despierto es la misma cosa para vos. Lo que pretendés es que uno de estos días pierda la zabeca; bueno en realidad con vos ya hace bastante que la perdí, Y te diré, por si no lo sabes, que en cuestión de amores no es nada fácil dar marcha atrás.
-Eso sí, si intentas ir en reversa, trata de no llevarte a nadie por delante en el embión.-Griseta hizo el ademán de darle una cachetada. Juan le retuvo el brazo.
-Qué hacés, pendejita inexperta? Donde aprendiste a ser tan lenta? Estás ante un yudoka, madán, o es que no lo sabías?
-Mejor no te contesto. Hoy no estoy para la insistencia. Qué te parece si nos vamos cantando bajito? Debe ser tardísimo. Nos deben estar esperando ya los patadura. Un día de estos cierro el boliche y me mando a mudar. Con vos por supus.
-Conmigo no cuentes. Por ahora tengo dónde ir.-Griseta ni escuchó el último comentario de Juan. Sólo pensaba en la mejor forma de decirle lo que tenía en mente.
-No es lo que se dice un piso digamos uau!, a penas un simple y modesto bulincito de arrabal, pero lleno de amor y de tango. Aunque te diré que para mi sola me sobra y me basta. Espero que te dignes pisarlo algún día
-Algún día nunca llega, Griseta. El sábado paso a junarlo.
-No te creo.
-Por esta.-Juan cruzó los dedos y los besó.
-No jures que es pecado.
-No empecemos con la moral.
-Son resabios
-Es una promesa. Iré
-Te tomo la palabra. Está bien para vos a las ocho?
-A las ocho
-No me fallés
-Cuando un hombre ama a una mujer no falla.
-Me amas, Juan? Este no contestó. Sonrió,
la besó y se fueron hacia el estudio tomados de la mano.
Debido a la prolongada ausencia de Pedro, el número de alumnos
había mermado considerablemente. Griseta realizaba la suplencia con eficiencia y cierto grado de responsabilidad, pero no dejaba de ser mujer y el tango aún seguía siendo machista al mango
-Por qué no los enfrentás vos, Juan, le dijo Griseta mientras se dirigían al aula. A mi ya ni bola que me dan. Yo paso a los camarines y vos tomás la batuta, cómo ves la honda?
-Pero te las vas a tener que bancar de partener
-Y sí, qué otra me queda? Y si ni siquiera asi funca, lo cerramos y a otra cosa. Si tuviéramos que vivir de esto, nos cagamos de hambre.
Desde aquel día, Juan dirigíó el cotarro. Daba las clases a la hora en punto y no permitía que le hicieran perder el tiempo con majaderías.-“El tiempo es arte, muchachos. Hagan arte, hagan arte”-solía decirles. Y para asombro de ambos, todo comenzó a rolar mejor.
-Te la batí, Juan, que esto iba a funcar mejor sin mi.
-El tango es macho, no hay que darle vueltas.-contestó Juan. Lo que no entiendo es que siendo como es macho, casi todas son mujeres.
-Ojo al cuento, no te me vayás a hacer el loquito con las pendejas. También con esos lomos que tienen las muy turras. Y vos cada vez más petitero, si parece que cuentas los años pa trás. Mirá que te voy a estar junando bien de cerca
-Menos mal que tú no eres celosa.
-Sí que lo soy. Toda mujer lo es. Qué mujer que ama no cela?
-Aurora.
-Odio a esa mujer. Menos mal que sólo es un fantasma de tu quijotesca imaginación.
-Eso es lo que tú te crees. Es tan real como tú o como Laura. La toco, la huelo, hacemos el amor, viajamos a las estrellas, tenemos nuestra cabaña propia.
-Les deben salir caros los viajes.-Griseta se carcajeó.
-También discutimos, a veces dejo de verla por un tiempo, pero siempre vuelve y convierte cada encuentro en algo especial. Nos respetamos, Son tan intensos nuestros encuentros que compensan las largas esperas. Todo cuanto sacrificamos en placer en nuestros cuerpos para luego entregarnos puros como una patena y gozar en esos pequeños momentos toda una vida, valen por todo lo sacrificado. Es tanto nuestro amor que nos mantiene siempre en la cresta de la ola. No lo cambiaría por ningún placer carnal, por más real y satisfatorio que aparente ser.
-Tan perfecta es esa mujer?
-Tiene sus defectos, no te creas, como yo los tengo, pero se los tienes que perdonar porque en todo pone el corazón.. En eso es como tú.
-Pero la querés más que a mi.
-Tú tienes cosas que a élla le faltan y que te hacen también especial.
-Como cuáles?
-Esa espontaneidad para decir y expresar todo sin importarte lo que piensen los demás. tu entrega sin condiciones, tu coraje para enfrentar la vida, y por supuesto esa belleza que Dios te dio, ese cuerpo casi perfecto y esa gracia y sensualidad para caminar.
-Todo eso tengo yo que otras no tienen? No me estarás engrupiendo?
-No te estoy sobando el ego. Así es como yo te veo. Y podría nombrarte algunas más.
-Mira que me lo voy a creer.
-Es tu problema si piensas que miento.
-Ahora dime las cosas que no tengo, las que no te gustan de mi.
-Tu boca sucia. Aunque no, sí me gusta, No tienes por qué cambiar. Además te cae bien. El tango es reo.
-Dale, tenés otras. Siempre me hacés lo mismo. Insinuás, te quedás en el amague, y no soltás prenda. Te conozco caneca.- Juan sin darle tiempo a reaccionar, la atrajo hacia sí y clavó sus ojos en los suyos. No quiero olvidarme ya más del color de tus ojos.
-Es que tenés que mirarlos cada vez para recordarlos?
-No, para admirarlos.
-Si ni siquiera has empezado a conocerme.
-Veo en tus ojos el milagro del amor más puro que una mujer puede ofrecer a un hombre. Eres un abismo en el que no me importa perderme. Vas más allá de lo sensual. Es tu corazón que me seduce, no tu vagina. Yo quiero conocer primero tu alma, en élla no existen las infidelidades ni ninguna clase de basura humana. Eres tú, Griseta, y ese es el mundo que quiero compartir contigo, no sólo el de tu cama, la culpa y la desesperanza.
-Llévame, Juan, a ese mundo. Cerró sus ojos y entregó su boca, que Juan selló con un apasionado y prolongado beso.
Dos días después volvieron a verse en el mismo bar
-Tenemos que vernos más seguido, como te dije. No te parece, Juan? Sigue firme la promesa?
-Sí, claro. –Juan observó sus ojos que brillaban a la luz mortecina de una lámpara de querosén, ya que habían cortado la luz elécrica.- Presiento que algo te está rondando en esa cabecita. Vamos, desembucha.
-No tiene importancia. Simple curiosidad. Desde hoy voy a tener que cuidarme de que no me leas más, como ahora, los pensamientos. Pues sí, quería preguntarte algo. Sé que Laura vive contigo, aquí en Buenos Aires,
-En el barrio de la Boca , para ser más exactos.
-Eso no lo sabía. También sé que tenés tres hijos.-Juan tomó un sorbo de café y esperó a ver por donde venían los tiros, aunque la dirección ya la había adivinado..-Todo eso-continuó Griseta,- me parece muy normal; pero me intriga quién es Aurora. Qué invento es ese?
-No es ningún invento y vive en su mansión de Nueva York.
-Tanta guita tiene?
-Su padre era un renombrado político. Además ella llego a la presidencia de los Estados Unidos, la primera mujer en la historia de ese país que lo consiguió.
-Ah, la pipeta, con qué crema te rodeás. Nunca oí hablar de ella.
-Los tiempos en los sueños, Griseta, se computan de manera diferente, Escuchaste hablar de la relatividad y de la física cuántica.?
-Sí, algo, pero me parece muy complicado todo eso.
-Pues no lo es tanto. Fíjate que a Einstein, que inventó la teoria de la relativad, cierta vez su mucama le pidió que le explicara lo que era, y él le dijo: “pues mira, tú tienes novio y cuando estás una hora con él te parece que hubieras estado cinco minutos, no es cierto? Pues coloca ahora un dedo en el fuego. Seguro que un minuto te parece una eternidad.
-Se la hizo fácil. Genio total ese chavón
-Todo es relativo, Griseta. Espacio y tiempo son una misma cosa. Soñar y estar despiertos a penas se diferencian. Todo sucede al mismo tiempo
-Ves, eso ya no lo entiendo tan clarito. Cómo se ve que no eres Anstain.
-Ni tu mi mucama.-Los dos rieron
-Y la tocás?-dijo de pronto Griseta, volviendo al tema que la tenía intrigada.
-Como te toco a ti.
-Yo no soy un sueño tuyo, aunque podría serlo. Y cómo es que hacés el amor con ella en sueños?
-Como lo podría hacer contigo.
-Pero no lo hacés.-rió. No me hagás caso. El sábado hablaremos de eso. Te tengo una sorpresita. Mejor dicho dos.
-Ya me estás sobornando.
-Sí, porque te amo-Juan sonrió y no dijo palabra.
-Y cómo es que la conociste?
-A quién?
-A quién va a ser. A tu fantasmita nocturna.
-Es una larga historia. Algún día te la contaré.
-Eres el hombre de los “algún día”. Por qué no ahora, Juan?. Dale, contá. Soy toda oídos.- Como vió que Juan dudaba, le dijo:-está bien, no me la contés sino querés. Ya me la contarás cuando se te cante.
-Dime qué quieres saber y te contesto.
-Está bien. Ahí va la primera pregunta: viajaste alguna vez a Nueva York para verla?
-Sí, claro. Otras viene ella o nos encontramos en alguna estrella.
-Ya estás delirando. Cómo en alguna estrella?
-Aprendimos a volar en el tiempo.
-Vos volás?
-Tú también podrías hacerlo.
-No, gracias, prefiero caminar bajito. Las alturas me dan vértigo.
-En esos vuelos no existen alturas.
-Vos estás en pedo, Juan. Qué tomaste? Un ginebrón? Cómo puede un hombre o una mujer volar.?
-Piensas en un lugar y ya llegaste.
-Digamos, así no más, lo pensás y zácate!.
-No es tan simple. Debes entrenar primero.
-Ya me extrañaba. Y cuánto dura ese entrenamiento?
-Depende. Hay quien aprende rápido.
-Cuánto le llevó a Aurora aprender?
-Voló la primera vez que se lo propuso.
-Y cómo lo hizo? Se tiró de muy alto?
-Desde un edificio de treinta pisos.
-Tú lo que quieres es que me haga papilla. No te voy a dar el gusto. Sería una manera fácil de amurarme para siempre.Yo no voy a arriesgar el pellejo tan fácilmente. Prefiero tomar primero clases de vuelo mental. Cuánto es que cobran, porque no creo que te las regalen?
-Cada uno debe descubrir cómo hacerlo. Todos tenemos ese poder.
-Y cómo es que uso ese poder?
-Creyendo
-Creyendo en quién?
-En ti misma
-Dejáte de joder, Juan. Mejor pensamos que estamos soñando y la hacemos fácil. Porque en sueños yo sí que he volado.
-Lo ves que es verdad. De eso se trata, de ser en la vigilia lo que somos en sueño.
-Si fuera tan sencillo, todo el mundo andaría volando por ahí. Sabés el ahorro de nafta!...jajaja!!!
-No te rias Griseta. Es serio lo que te estoy hablando.
-No lo dudo. Y hasta me gustaría entrar en esa locura.
-Pues de ti depende.
-Lo pensaré. Jajaja!!!-De vuelta, Juan, se quedó con la duda de si Griseta reía por reir, lo tomaba a la chacota, o estaba por cambiar un paradigma.-Mejor seguí contándome la historia del vuelo en Nueva York. Y de ahí a dónde volaron?
-Nos fuimos a su mansión.
-Ah sí, la que se construyó con lo que afanó como Presidenta.
-Aurora ya era multimillonaria por familia, no necesitó robar. Tú lo que quieres es que te cuente toda la historia. Mejor cómprate el libro y lo lees entero.
-Qué libro?
-“Levantando vuelo”. Es precisamente la historia de Aurora.
-Con que hay un libro escrito sobre eso? Ya me lo estoy comprendo. Pero no me dejés de nuevo con la intriga. Dime una cosa. Qué pasó cuándo llegaron a la mansión?
-Mejor te lo imaginas
-Te invitó a tomar algo. Luego te presentó a su madre.-Juan puso cara de asombro. Cómo es que Griseta sabía eso?.-Luego te pidió que no te fueras, que te quedaras esa noche con ella.-A este punto Juan ya se sintió desconcertado.- Durmieron juntos y creo que se enamoraron.
-Tú ya leiste la novela.
-Te juro que no. Una mujer lee el corazón de otra mujer. Obvio
-Lo tendré e cuenta para mi próxima novela. Trabajar con lo obvio: este tipo piensa como yo, es igual que yo, le pasan las mismas cosas que a yo, digo, que a mi.. Qué idea genial, Griseta!
-A veces se me chisporrotea el balero
-Gracias por la genialidad.
-Gracias las pelotas. Eso tiene un precio. Vas a tener que contarme la historia completita.
-Si te la bancás, de acuerdo, pero desde ya te advierto que es bastante larga.
-Otra obviedad: una mujer escuchando de su amante la historia de otra amante. Te parece que no da para bancársela.?
-De todos modos te contaré la trama que se dice y te dejo el resto para tu ya exaltada imaginación.
-Como tú quieras. Es mejor que nada.-Griseta se acomodó, con las dos manos apoyadas en su barbilla y mirando de frente a Juan.
-Al día siguiente nos separamos.
-Es ese el final?
-Sí.
-No me gusta el final.
-Mentira. Ahí comienza la historia del laberinto.
-Qué laberinto?
-Bueno, yo debería recorrer un laberinto, es decir, una serie de caminos en mi vida que habrían de llevarme a encontrar de nuevo a Aurora.
-Eso ya me gusta más. Es una historia de amor con suspense.
-Lo es. Lo peor de todo es que cuando logro encontrar la salida del laberinto y vuelvo, Aurora ya no está. Encuentro la casa abandonada, y en la terraza sólo un montón de hojas muertas. Pero al entrar en la mansión vacía, sobre la cama había una carta de Aurora.
-Y qué decía?
-Que aún debía buscarla hasta encontrarla. Que le habían asignado una misión secreta y debería cumplirla sin que nadie, ni yo, supieran dónde se encontraba. Luego me enteré de qué misión se trataba y quise morirme,-A esta altura de la narración Griseta ya se había acomodado y arrimado más su silla a la de Juan.
-Dale, seguí. De qué misión se trataba?
-Pará, no te impacientés? Las novelas se leen por entregas. Otro día la seguimos. Se nos hizo tarde.
-Bueno, resumíla, entonces. No querrás que me muera de angustia.
-La verdad es que la novela la estamos aún escribiendo. Por supuesto que la encontré y que ella cumplió su misión. Ahora nos seguimos encontrando y yo formo parte de esa misión, que por ser secreta, tenemos prohibido ambos darla a conocer.
-Pero si es en sueños, Juan. Yo no voy a ir por ahí pregonando un secreto.
-No, pero ya no sería secreto.
-Eres cruel. Mejor no me la hubieras contado.-Juan pagó, se levantó y ayudó a Griseta a colocarse su sobretodo.
-Ya está empezando a refrescar-dijo Juan.
-Y a mi que el frio me da alergia. Prefiero el verano toda la vida.
-Yo también lo prefiero, pero Buenos Aires es así, ya no lo vamos a cambiar.
Anduvieron como una cuadra en completo silencio hasta que Griseta se detuvo, tomó a Juan por un brazo y le dijo:
-Quiero disculparme contigo. Te traté de loco y pienso que, mirando para atrás mi vida, es mucho más loca que la tuya. Consideré absurdas las cosas que me contaste, pero en el fondo estás más cuerdo que yo, sólo que vivís en tu mundo y me gustaría poderlo compartir de alguna manera, ser cómplice contigo en ese delirio, No deja de ser una aventura y mi vida siempre fue eso, una aventura total.. Escucha esto: cuando yo era pendeja, te diría que casi una nena, alguien me contó una historia que en ese momento no comprendí muy bien, pero ahora, escuchándote a ti, cobra todo su sentido para mi: una mujer amaba a un hombre sin esperanza y todo fue desapareciendo a su lado, no veía ni escuchaba el mundo exterior. Se sintió miserable. Pero no renunció por eso a su amor, y prefirió ser devorada por el fuego. Cuando eso ocurrió, el hombre fue atraído hacia ella porque al perderse en el fuego se encontró a sí misma, y allí, en su interior y no fuera, estaba el mundo y él también.
-Es fascinante esa historia, Griseta. Puede ser la tuya o la mía.
-O la tuya y la mía, por qué no? No me importa ya ser devorada por tu fuego de locuras, no me importan los absurdos, tal vez la vida no sea otra cosa que un gran absurdo que todos compartimos
-Hasta que deje de serlo, Griseta. Se despidieron. Lo que ni Juan ni ella sabían era todo lo que iba a suceder en el transcurso de esa semana.
Griseta preparó esa noche para recibir a Juan una cena especial. Sobre la mesa puso dos candelabros de plata con dos velas rojas y un jarrón de rosas rojas que no tardaron en perfumar toda la sala. Cuando él llegara encendería las velas y apagaría las luces. Luego brindarían con champang y compartirían una mesa de variadas exquisiteces preparadas por ella misma y que esperaba fueran del agrado de Juan. En realidad no sabía si habría de quedarse con ella esa noche, pero igual colocó en la cama sábanas limpias, dos toallas en el baño, una azul turquesa y otra rosa y dos salidas de baño, ambas de color blanco. También tenía listo el sofá-cama no fuera que Juan decidiera que durmieran separados, si es que se quedaba aquella noche.(En el amor, como en la vida, siempre hay cabida para las sorpresas.) Todas eran conjeturas que pasaban como nubes por la cabeza de Griseta. La recomían los nervios. Iba y volvía del comedor a la cocina y de de la cocina al comedor, luego al dormitorio, entraba, salía, revisaba todo dos y tres veces, se miraba al espejo cada vez que cruzaba el pasillo, corrigiendo siempre algún defecto en su ropa. A veces se arreglaba el cabello o se retocaba la pintura de los labios.
Aún faltaban dos horas para que Juan llegara, pero ella seguía mirando insistentemente por la ventana por si se adelantaba. Era un modo de acelerar el tiempo y acortar la distancia. Se la veía feliz, radiante. Era su primer encuentro amoroso. Por eso lo consideraba excitante y mágico. Impredecible como todos los encuentros amorosos, pero con el encanto del romanticismo y el ensueño.
Lucía una blusa de sea de color rojo y una pollera negra plisada, pendientes y pulsera de oro engastada con piedras semi-preciosas. Un clavel en el pelo le daba aire de española. Todo le caía bien a su cuerpo menudo pero bien formado, con un aire sensual y la gracia de un contoneado insinuantemente provocativo y casi perfecto en sus caderas y en su cintura. Su mirada hoy era más seductora que nunca.
Aunque trataba de ocupar su tiempo en cualquier cosa, los minutos se le hacían horas. Había esperado aquel momento tanto tiempo! Pensó que lo mejor sería ensayar la ceremonia, y así lo hizo. Encendió las velas, apagó las luces, se sentó en la mesa, levantó su copa y brindó. Algo extraño se le ocurrió en ese mismo momento: brindaría también por Laura y por Aurora. Si el amor es sólo UNO, como Juan decía, ellas también serían sus amores.Ese era otra clase de amor que antes ella deconocía.y que tantas veces combatió ardientemente por sus atávicos conceptos de moral, como ella consideraba su antigua forma de pensar. Al principio lo vió como algo realmente escandaloso y reprochable. Luego le añadió a ese concepto el de egoismo, para llegar más tarde a la conclusión de que aquello era una verdadera locura, más en una sociedad donde la censura lo anatematizaba con las llamas del mismísimo infierno. Pero las reiteradas conversaciones con Juan, sus argumentos irrebatibles, fueron erosionando de apoco las estructuras psicológicas de Griseta, no se sabe si debido al amor ciego, o a la toma real de conciencia de la existencia de otra realidad, en lo que al amor de pareja se refería..
El redondo reloj de pared de la cocina marcaba en ese momento las diez menos diez de la noche. Juan había prometido ser puntual. La excitación de Griseta estaba llegando a su punto álgido. Un fuego comenzó a subirte por las piernas hasta la cara. Creía que se incendiaba. Eran muchas emociones encontradas que, juntas, se le anudaban en el estómago y su plexo solar parecía que iba a estallar en mil pedazos.
Se acercó una vez más a la ventan, esta vez para no retirarse hasta verlo aparecer.
A las diez y cinco Juan no había aparecido. “No tengo que ser tan impaciente, unos minutos de atraso cualquiera los tiene”, se dijo a sí misma como reprochándose su falta de consideración.
A las diez y media, se apartó de la ventana. Ya no sonreía. Se fue hacia el dormitorio y se sentó en el borde la cama. A las once fue hasta el comedor y encendió las dos velas. Esperó media hora más. La llama de las dos velas se movían agitadas por la coriente de aire de la ventan. Griseta se levantó y cerró la ventan sin mirar ya hacia la calle. Se volvió a sentar y cerró los ojos que escurrían las primeras lágrimas.
Debió pasar mucho tiempo porque al abrir de nuevo los ojos los pavilos ya se estaban consumiendo y trataban de dar su último suspiro. No esperó a que eso sucediera. De un soplo los apagó y todo quedó sumido en la más profunda oscuridad.
Griseta se quedó dormida, las cabeza apoyada en sus dos brazos cruzados sobre el plato vacio. La asustó el fuerte olor a vela derretida. Se sacó los zapatos y a tientas llegó al dormitorio donde se tiró en la cama vestida. Ahora sí el llanto era incontenible. “Por qué, por qué, Dios mio”, exclamó. “Qué ha pasado, Juan, que no has venido?” Estaba sumida en su propia soledad . Aunque no quería pensar en excusas ni razones que justificaran o condenaran a Juan, un torrente de imágenes se le agolparon en su mente exaltada. Trató de contenerlas pero no pudo detener la avalancha. Hasta pensó en ir a buscarlo a su propia casa. “Yo no me merezco esto”. “No me merezco este desplante”,
.”Necesito una explicación”. “Por qué me mintió el muy cretino, porque no cabe duda que me mintió?” “Sabía que no iba a venir y asi y todo me lo prometió igual, hasta me lo juró”.
Por otra parte no quería perder el último atisbo de esperanza y justificación: “Tal vez ocurrió algo grave e imprevisto en su familia”. Y volvía de nuevo la rabia a su pecho: “Pero no, no lo voy a excusar tan fácilmente, esas cosas no ocurren todos los días. Me mintió a sangre fría, quién se cree que soy? No se debe jugar así con el amor, porque él sabe que lo amo y hacerme esto es una real canallada. Juro por Dios que no lo voy a perdonar ni pidiéndomelo de rodillas” A este punto la balanza ya se había inclinado hacia la condenación. ‘Se puede sufrir por amor pero no de estupidez. Y su modo de obrar fue estúpido. Pero esto no queda así, se va a tener que arrepentir, él no me conoce aún bien, de Griseta nadie se burla de este modo.”. Y golpeó la cama con los dos puños cerrados como si los puñetazos cayeran en cross sobre el rostro de Juan.
Dejó de llorar y se enjugó las últimas lágrimas con el ruedo de su pollera.
La mente encolerizada de Griseta hacía que su diálogo interno fuera irrefrenable. Había estallado una tormenta dentro de élla y no había atisbos de que descampara. Pero como siempre que llovido paró, también llegó la cordura a tanto desvarío emocional y terminó, sino resignándose, al menos aceptando que los imprevistos en el amor, como en la vida, también existen, y que ya no era tan importante lo que le había sucedido-a muchos les debían ocurrir cosas asi, sino qué es lo que ahora iba a hacer con lo que le había pasado esa noche para el olvido..Y tomó una decisión. Buena o mala, era su decisión: “no lo buscaré más. Si él decide buscarme un día para darme una explicación, pues bien. Si no vuelve más, pues bien también”.
Claro que, quien conociera en el fondo a Griseta, estas palabras le sonarían a mentirijilla” racional, un sedante para que el corazón deje de sufrir por un tiempo, pero nunca para apagar un amor tan encendido como el que ella tenía por Juan.
Sin embargo, y contra todos los pronósticos, nunca más dio un paso en su dirección ni trató de cruzársele en su camino. No cabe duda de que tenía su orgullo bien puesto y no se dejó morder por el áspice del perdón fácil.
“Hay cosas que no se pueden olvidar ni perdonar así como asi”, le dijo un día a su amiga Luisa, compañera de oficina, donde ambas realizaban trabajos de mecanografía en uno de los momentos de recreo en que pararon para tomar un café. Luisa trató de convencerla de que no debía emperrarse y que uno debe jugarse por lo que ama, aunque tenga que amarrar el orgullo. “No le pongas tantas barreras al amor, porque no sólo va a quebrar esas barreras, también a ti te va a destruir.” “Sé, Luisa, que tienes razón, pero es mi orgullo de mujer herida que me puede. Esperaré un tiempo más.” “El tiempo, Griseta, a nadie espera, y así como a veces es el mejor de los aliados, otras es el peor de los verdugos.”. “Lo sé, uno corre el riesgo de equivocarse. Eso lo sé. Yo ya decidí y quiero ser consecuente.”. “Hojalá no tengas luego que arrepentirte.”. “Así lo espero, Luisa. Soy creyente y sé que hay muchos caminos a seguir y que alguien guía nuestros pasos”. “Yo también lo soy, Griseta, tú lo sabes, y pienso que nada está escrito hasta que tú lo escribes. Cuándo viste a Juan por última vez, discutieron?
“Fíjate que no. Todo estaba joya” “Qué raro. No volvió a las clases de tango?” “No”
“Más raro todavía. No quiero pensar mal, pero y si hubiera ocurrido algo realmente grave?.” “Ni lo menciones” “Lo digo porque si no hay motivos para dejar las clases de tango que tanto le gustan y tampoco las tiene para estar enojado contigo, no crees que mi hipótesis puede ser probable?” Pensándolo asi….Pero no, pienso más bien que es cosa familiar” “Es otra suposición y con fundamento. Entonces deja que primero resuelva sus problemas familiares. Quién te dice que no son debidos precisamente a la relación que tiene contigo” “Relación? Si ni siquiera me ha tocado” “Eso no quiere decir nada, mujer. Mejor dicho, quiere decir mucho. Te respeta más de lo que te imaginás y espera el mejor momento de demostrártelo” “Pues ya tuvo unos cuantos y no aprovechó ninguno.” ‘No te querés bajar del burro. Tenés la cabeza más dura que el cemento. Por Dios, Griseta, sé más razonable y no te precipités. Estoy seguro que Juan te quiere y al final se irá contigo” “Al infierno, porque lo que es al cielo lo veo más que lejano” “Cálmate. Ya se nos terminó el tiempo de recreo. La seguimos sí, pero piénsalo despacio, me lo prometés, no cometás ya más locuras” “No quiero pensar más. Quiero distraerme” “Iba a decirte eso precisamente. Me invitaron unas amigas para ir el sábado a una cena-show, te anotás?” “Lo haré por ti, Ganas no tengo” “Bien. Hazlo por mi, sí” “De acuerdo. Si no la ganas la empatas” “Yo siempre gano, carajo” “Pasaré a buscarte por casa en mi auto a eso de las diez” “Las diez dijiste, en sábado, ni me nombres esa hora ni ese día” “ Perdoná, Mejor te tomás un taxi y te venís hasta mi casa, de acuerdo?” “De acuerdo. Eso te pasa por tener novio. Si hicieras como yo, los hombre te importarían un bledo.” “Hasta que uno sí te importa y pierdes la cabeza y hasta la bombacha” “La bombacha tal vez, pero la cabeza, mi hijita, ni hablar, esa la tengo bien amarrada.” Las dos se rieron, al fin. “Mejor, dijo Luisa, nos ponemos a laburar antes de que nos den la biaba” Le dio un abrazo a Griseta y cada una se fue luego a su escritorio.
Transcurrieron cuatro semanas y Griseta seguía sin tener noticia alguna de Juan. La situación comenzaba a ser angustiante para ella. Decidió entonces irlo a buscar a su propia casa pasara lo que pasase y sin medir las consecuencias de tal decisión. Claro que no tuvo tiempo de hacerlo porque Juan se le adelantó, presentándose en el estudio el dia menos pensado. Fue tal el asombro de Griseta al verlo que se paralizó. Ni una palabra pudo decir y cuando lo intentó ya fue tarde porque cayó desmayada en los brazos de Juan. Con los sentidos aún sin recuperar y ante el asombro de toda la clase, balbuceaba cosas incoherentes. Lo veía a Juan como a través de un espejo sucio.
Al reaccionar más tarde, se abrazó a Juan llorando desconsoladamente.
Media hora después se encontraban en el café de siempre, el del atrapamoscas, el del cortadito por un mango, perdón, por un peso.
Juan sabía que tenía que tomar una decisión urgente a raiz de su asalto en el Parque Lezama y del asalto a la Panadería. La mala racha se había instalado en su casa como una sombra. Carlos terminó en la droga, Marisol no iba ni para adelante ni para atrás en sus estudios. El único que se mantenía invicto era Luisisto que pareciera que todo le saliera de la mejor onda. Tal vez por aquello de que vivia en “una nube de pedo”, que dijo un día su hermano. Por su parte Laura, harta de remedios, había caído en una profunda depresión, de esas que llaman sin retorno, lo que la llevó a ingerir un frasco entero de valium. La tuvieron que internar de urgencia en el hospital Rawson donde le hicieron a tiempo un lavaje de estómago. Por esa vez se salvó.
-Me quiero volver a mi tierra- dijo un día con el desconsuelo en los ojos.
-Sí, pá, nos queremos volver a España-adhirieron Luisito y Marisol. Carlos vivía pedido en la neblina de no sé qué delirios. Volvía de madrugada, a veces le daba por romper cosas y gritar.n No querían internarlo, por lo que su estado era cada vez más crítico
-Este hijo va a terminar con mi vida- decía su madre angustiada..-Te lo advertí, Juan, y no me hisiste caso. Ahí tienes las consecuencias. Si regresamos a España, aún puede que esto tenga una solución. Allí tenemos nuestra casa, eso espero,-cruzó los dedos-,nuestras tierras, los amigos de siempre y algunos familiares; lejanos pero de la misma sangre. Aquí nadie nos conoce. Aún no pude hacer una sola amiga en todo este tiempo, a ti te parece?.- Juan, que tampoco aguantaba ya más tanta presión, cedió al final.
-Está bien, mujer, volveremos a España.
-De seguir esta situación todos vamos a terminar en un manicomio.-cintinuó Laura. -Es cribiré para que nos envien algo de dinero de las rentas atrasadas,
-Está bien, mujer, hazlo, aunque sabes que no me gusta pedir favores.
-No son favores, es nuestro dinero, o te olvidaste que están usufructuando nuestras propiedades?
-Sí lo sé, pero ya sabes lo que son los pleitos entre familias en esos pueblos. Con razón dice el refrán: “Pueblo chico, infierno grande”. Y cuánta razón que tiene. Pero está bien, puedes pedirlo, nos corresponde de todos modos.
-Mañana mismo mando la carta.-dijo Laura y se fue para la cocina.
Juan juró y perjuró que dejaría la droga pero que no se iría de Buenos Aires ni estaba dispuesto a dejar la barra de amigos, de la que se había convertido en uno de los cabecillas.
-Adoro esta gente. Son cabrones y chulos como yo, por eso me gustan. Me chupa un huevo España y toda su mierda post-franquista. Después de él nadie tuvo los cojones tan bien puestos. Son todos una manga de mariquitas capados. No tienen ni derecha ni izquierda, y el centro es un fiasco. Por si no lo sabían, soy liberal, anarquista de corazón, no como esa bosta nacionalista de derechas de puros culos fruncidos. Vayan ustedes si quieren. Ya no soy ningún pendejo, me las sabré rebuscar, no lloren por mi. No le debo nada a nadie, ni siquiera a ustedes y hago de mi vida, que para eso es mía, lo que se me canta el traste. Si ustedes son masoquistas, jódanse y sufran. No le encontraron el gusto a la vida. A mi denme farra y mujeres, y alguna que otra pichicata…..
Aquella fue la prmera vez que Laura abofeteó a su hijo.. Este hizo ademán de levantarle la mano pero Juan se la retuvo. Si tocas a tu madre, no pisas más esta casa.
-Es lo que pensaba hacer. Me la facilitaste, viejo. Gracias.
Carlos fue hacia el sofá, agarró la campera de cuero tachonada de clavos y se dirigió a la puerta.. Su madre se interpuso intentando impedir que se fuera. Carlos la derribó de un empellón y salió corriendo escaleras abajo. Juan ayudó a Laura a levantarse.y salió luego tras de su hijo tratando de darle alcance., pero Carlos ya había doblado la esquina y huía despavorido. Juan lo siguió de cerca, tratando de cortarle el camino. Carlos que lo vió, salto una tapia y cayó justo en la avenida. Creyendo que su padre podría darle alcance, no esperó el semáforo y cruzó la avenida esquivando los autos. Pero cuando no había aún alcanzado la otra vereda, un camión que intentaba sobrepasar una furgoneta de reparto, lo aplastó en plena calle como un muñeco de trapo. Cuando Juan llegó, su hijo ya estaba muerto.
Esta vez Laura no falló. Se tomó dos frascos enteros de valium de 20 mg. Ni siquiera tuvieron que hacerle lavaje de estómago. Falleció por el camino antes de llegar al hospital. La mandaron directo a la morgue para la autosia.
En el funeral estaban solos Juan con los dos chicos. Con la última palada de tierra sobre le cajón, regresaron los tres abrazados en silencio a casa, La enterraron en la misma sepultura de Carlos, en un día de carnaval. Qué ironía.
Juan no cambió la decisión de irse para España. Había recibido el dinero, que ahora le sobraba. No sabía si aquello había sido un castigo del cielo, el destino, o la puta fatalidad. No quería ni pensar en eso. Se sentía, eso sí, culpable. Quería desahogarse y no podía. Era como morir en vida. Por momentos cruzaban por su mente pensamientos de suicidio. “Hablaré con mis hijos, y si ellos están de acuerdo, terminaremos de una vez con esta desesperante situación”. Luego se arrepentía. “Ellos no tiene la culpa. Lo haré yo solo. Pero tengo miedo….oh, Dios!, qué me está pasando? Puede un hombre soportar tanto dolor?” Era en circunstancias asi que el tango lo acompañaba siempre. Se acordó de unos verso de Discépolo:“Ahuyando entre relámpagos,
Perdido en la tormenta
De mi noche interminable…Dios!
Busco tu nombre.
No quiero que tu rayo
Me enceguezca entre el horror
Porque preciso luz para vivir.
Lo que aprendí de tu mano
No sirve para vivir?
Yo siento que mi fe se tambalea
Que la gente mala vive, Dios!, mejor que yo.
Si la vida es el infierno
Y el honrao vive entre lágrimas
Cuál es el bien
Del que lucha en nombre tuyo, limpio y puro
Para qué/
Si hoy la infamia da el sendero
Y el amor mata en tu nombre
Dios!, lo que has besao
Y el seguirte es dar ventaja
Y el amarte es sucumbir al mal”
También la fe de Juan se tambaleaba y decidió no dar más ventaja. Deseaba encontrarse pronto con la voz para reprocharle tamaño destino. Pero ya no soñaba como antes. Sólo tenía borrosas pesadillas que lo desvelaban y lo obligaban a permanecer con los ojos en blanco hasta altas horas de la madrugada.
Capítulo seis
Sueño
Después de varias semanas de no poder soñar, Juan pudo al fin hacerlo y recordar aquel sueño que fue muy diferente a otros.
Aurora como que había desaparecido de sus sueños, aunque no de su vida. El lugar donde se encontraba era muy hermoso. Había una especie de lago con cascadas, rodeado por altas rocas graníticas que le hizo recodar su diálogo con la Esfinge en la novela “El último cuento de Juan”. Pequeños escalones se alineaban al costado del lago en una simetría perfecta. A lo largo de la laguna se sombreaban, inhiestos, altos álamos que le daban al paisaje un aspecto solitario y triste. Sobre las aguas se espejaban todos los colores en un estallido de luz violento. Una valla blanca que se perdía en el horizonte, rodeaba gran parte del lago.
Todo aquello le parecía muy raro a Juan y no pudo reconocerlo. Trató de aproximarse lo más posible para observar mejor y fue ahí que comprobó que todo había sido un espejismo. Allí no había árboles, ni altas rocas, sólo la pared blanca y los álamos eran reales. Aquello era simplemente un cementerio. “Nunca había visto un cementerio tan bello”-pensó Juan
-Por qué no había de ser bello un cementerio?- Le contestó una voz detrás de él. Juan la reconoció de inmediato.
-Porque ellos sólo albergan polvo y algunos sueños incumplidos. Es que ahora también lees mis pensamientos?
-No necesito leerlos. Antes de que los pienses ya están en mi. Acompáñame. Hay algo que quiero mostrarte. Juan siguió
a la voz sin titubear. Un tenue crujir de pasos invisibles le indicaban la dirección a seguir a través de las tumbas. De pronto los pasos se detuvieron.
-Te traje aquí para escuchar tus reproches.
-Siempre elijes lugares así para entrevistar a los vivos?
-Qué tiene de malo un cementerio? Además, qué te hace creer que no estás muerto? –Juan se santiguó antes de contestar.
-Siempre me dio repeluzne este lugar lleno de huesos y ánimas.
-No será que tú también temes llegar a él con algunos sueños incumplidos?
-Tal vez.
-Mejor trata de cumplirlos antes de que traigan tus huesos a este lugar.
-La verdad es que ya me quedan pocos huesos y aún menos sueños.
-Entonces es hora de que te quedes aquí para siempre, no crees?
-Ni loco. Prefiero vivir sin sueños y con pocos huesos.
-Eso quiere decir que aún amas la vida.
-Es lo único que tengo. Lo demás ya lo perdí.
-Eres injusto, Juan. Tienes tus hijos; ellos te aman. También Griseta te ama.
-Quién es Griseta?
-Olvídalo. La recordarás cuando despiertes.
-Insinúas que estoy soñando?
-Estás comenzando a entrelazar jerarquías en diferentes realidades para poder llegar a una autorreferencia. Cómo no entendió bien lo que quiso decir la voz, Juan cambió se conversación.
-No fue aquí donde hablé con la esfinge?
-Aquí fue.
-Cómo es que ya no está?
-Eres tú quien no la ve. Cuánto hace que no bajas a tu corazón? Ahí es donde siempre la encontrabas, o es que ya lo olvidaste?
-Aún no me has dicho para qué me trajiste a este lugar.
-Acabo de decírtelo.
-Sí, ya lo recuerdo: para escuchar mis reproches.
-Pero deduzco por el giro de tus pensamientos que ya no vas a hacerlo. Qué te está haciendo cambiar de opinión?
-El tiempo que restaña heridas. También la reflexión
-Reflexionaste y viste que todo estaba bien
-No fue del todo así; también hay cosas que están mal;
-Y llegaste a la conclusión de que las cosas que están mal son necesarias para que otras estén bien.
-Sí, la dualidad de la que tanto me hablaste, el amor que lo comprende y unifica todo. También me enseñaste a ser alquimista de la vida transformando energías negativas en positivas, cosas malas en buenas ya que todo es la misma energía cambiada de signo. Y no sabes cómo eso me ayudó.
-Veo, Juan, que no sólo estás aprendiendo, creciendo y cambiando, también estás poniendo en práctica la alquimia de la transformación que te traerá la paz total de espíritu y te preparará para el paso final que es la transcendencia.
-Así y todo me cuesta explicar ciertas cosas.
-El hombre, Juan, no está aquí para explicar cosas sino para transcenderlas. Las cosas no tienen en sí explicación humana; sólo al transcenderlas se comprenden. No hay nada que explicar, Juan.
-Presiento que hay otras razones por las que me trajiste hasta aquí.
-Detrás de cualquier razón siempre existe otra razón oculta. No es que querías librarte de tus problemas y hasta pensaste en el suicidio para librarte de ellos? Pues este es el lugar indicado, donde se terminan todos los problemas.
-Sí, es cierto, pero ya me arrepentí.
-Con qué facilidad se perdonan los humanos sus pecados. Deberían ser un poco más consecuentes, no crees? Si decides hacer algo, hazlo; es un gesto de hombría. Por qué no te suicidaste?
-Nadie hace eso en sus cabales.
-Y tú no lo estabas. Preferiste lo bueno conocido…..
-Te escucho y es como si defendieras el suicidio.
-Condeno la cobardía del arrepentido, que no es lo mismo.
-Me consideras cobarde por no hacerlo?
-Es que lo fuiste realmente, Y más cobarde aún al perdonarte.
-Cada vez te entiendo menos y me confundes más.. No es que siempre fuiste misericordioso y nos aconsejaste serlo?
-Es uno de mis atributos. Lo soy con los míseros, no con los cobardes y desertores
-Tan grave es ser cobarde o desertor?
-Lo es. Y mucho más ser renegado.. Involucra a la integridad y responsabilidad, dos virtudes esenciales.
-Y el perdón?
-No se debe perdonar, sino reparar. Es una ley llamada kármica. Tú haces algo y pagas en proporción. Si robas, matas, mientes, violas, y luego te pedonas o te pedonan, no hay una ley de compensación, que es una ley divina. No es proporcional lo que recibes en el perdón, porque este es una dádiva gratuita.
-Sin embargo a veces cuesta perdonarse a uno mismo
-Porque tu verdadero yo no quiere que te perdones hasta que haya compensación, cosa muy justa por otra parte.
-Recuerdo que de niño me llevaban a la Iglesia para confesarme, porque yo no quería ir. Le decía mis pecados al cura y siempre me daba de penitencia un padrenuestro y tres avemarias, pecara lo que pecara. En eso tienes razón, no había compensación. Está bueno eso de la compensación. Es justicia pura. Ahora veo que el perdón es demasiado fácil y rompe esa regla que tu dices de recibir en proporción a lo que tú das. De quién aprendiste tantas cosas que yo no sé?
-De ti.
-Cómo de mi?
-Claro. De ti. Cada vez que tu cometes uma estupidez, yo aprendo.
-Jajajá!!!- se rio Juan com una gran carcajada. Luego
se dio cuenta que estaba en un cementerio y se disculpó.
-Vas comprendiendo, Juan. Hay muchos paradigmas en la conducta de los humanos que están ya cambiando. Es cuestión de tiempo. Lástima que se esté agotando.
-Tienes más cosas que comunicarme?
-Yo no, pero hay dos personas que sí quieren hacerlo..
-No pretenderás que hable con los muertos.
-Los muertos, Juan, están más vivos que tú y yo. A tu lado están esas personas que desean charlar contigo. Nos veremos luego.- Juan trató de pedirle una explicación a la voz, pero esta ya había desaparecido.- Miró de reojo hacia los dos costados con bastante miedo en el cuerpo. Lo único que quería es salir de allí cuanto antes. Al no ver a nadie, pensó que era una broma de la voz para asustarlo. Comenzó a caminar hacia la salida, cuando sintió detrás suyo unos pasos que lo seguían. No se atrevió a mirar y aceleró el paso. A medida que él aceleraba, los pasos también aceleraban. Entró en pánico.
-A dónde vas, Juan?,-dijo una voz de mujer. Juan se detuvo de golpe y dio media vuelta. Pero siguió sin ver a nadie allí.
-Si eres algún ánima dime qué quieres.
-No soy un ánima. Soy Laura, tu esposa. Aquí está conmigo tu hijo Carlos.
-Están vivos?
-Sí. Nuestra vida no es terrena, pero tenemos vida.-Comenzó a soplar un fuerte viento que arrastraba las flores secas de algunas tumbas.-“Estaré muerto?-, pensó Juan. Trató de pellizcarse para comprobarlo, pero no sintió dolor ni sensación alguna en su piel. Comenzó a maginar que quizás estuviera muerto. Amenazaba tormenta. Comenzaron a refocilar los primeros rayos y a caer las primeras gotas de lluvia. Era tal el susto que tenía en aquel momento que las rodillas le aplaudían. De pronto sintió una gran paz en su alma y todos sus miedos desaparecieron de golpe hasta tal punto de sentirse a gusto allí dentro. Fue cuando de nuevo sintió la voz de Laura:
-No temas, Juan. Sólo queremos que sepas que estamos bien, que ya todo pasó y ahora gozamos de una gran serenidad en nuestras vidas. Queremos que sepas que te seguimos queriendo como siempre y te enviamos nuestra energía personal para sibrellevar esos momentos difíciles, como nosotros lo hicimos. No te preocupes por nosotros. Cuida de nuestros hijos, que ellos no sufran lo que nosotros sufrimos. La vida no tiene por qué ser un holocausto. Traten de ser felices en la medida que puedan, porque para eso es la vida.- Juan escuchaba a Laura y no podía contener las lágrimas en sus ojos.
-No llores por nosotros. Somos felices, como tú lo serás también.. No nos has perdido. Nos encontrarás un día. Los afectos nos se pierden, tampoco el verdadero amor que has tenido por otras personas. Todo es un reencuentro en el tiempo. Un día sabrás que podemos vivir todas las vidas al mismo tiempo y en el mismo lugar.
-Hola pá, cómo estás?-dijo Carlos.
-Hijo, me perdonas?
-Qué es esa palabra? Aquí no la conocemos, Sólo recuerdo el amor que me diste durante toda tu vida. Espero podértelo retribuir con creces el día que nos reencontremos, como dijo mámá.
-En serio que aún me amas?
-Con toda mi alma. Eres mi padre, no lo olvides.
-Gracias, hijo. Laura estoy vivo?
-Sí lo estás. Cuida mucho de nuestros hijos y cuídate tú también. Aunque no nos vean estamos siempre a vuestro lado.
-Lo haré. En serio que no me odian?
-Por qué habríamos de hacerlo?. Eres un ser divino como nosotros. Nadie odia lo divino.
-Quería comunicaros que nos vamos los tres a España.
-No lo hagas, Juan-dijo Laura- Este es vuestro lugar.
-Pero es lo que tú más querías, recuerdas?
-Sí, lo recuerdo, pero las cosas cambiaron, Juan. Uno tiene que morir para entender ciertas cosas.
-Entonces nos quedaremos si así lo deseáis.
-Gracias, Juan. Además Griseta te necesita.
-Qué estás diciendo?
-No tienes por qué preocuparte por eso. Aquí sigo siendo tu esposa, pero ella te necesita ahí y tú también la necesitas.-Fue ahí que Juan comprendió lo que quiso decir la voz cuando habló de las “jerarquías entrelazadas”.
-Cómo es que sabes lo de Griseta?
-Lo supe desde siempre. Las mujeres intuimos todo. No voy a reprocharte por eso. Yo misma te entregué a ella por no entenderte y por no amarte lo suficiente. Aquí mueren todos los rencores y estupideces humanas. Fue un error no comprenderte a tiempo..
-Entonces crees que en el amor sin condiciones? Laura no contestó. Juan quiso despedirse de ellos pero ya era tarde.
-Es preciso morir, Juan, para entender algunas cosas. Te lo dijo Laura. Escucha bien Juan: algo resuena en el corazón de los humanos cuando alguien cambia un paradigma. Persiste con el amor sin condiciones y un día todos los seres del Planeta sentirán que dentro suyo algo está cambiando. Te adelantaste a los tiempos, Juan, te encontraste a ti mismo, eres un profeta.
-Profeta dijiste?-Algo se movió dentro de Juan al escuchar esta palabra. De algún modo él siempre se sintió profeta sin saber por qué. Fue en otras vidas, no cabía ya duda. Se iba a cumplir una profecía en él.
-Vive, Juan, tus sueños como si fueran tan reales como tus vigilias y vive tus vigilias como sueños dorados. Un día los humanos vivirán y practicarán el amor sin condiciones. Luego lo llevarán a otros Planetas donde ese amor ya no existe, por más que un día lo tuvieron, y ahora son pura mente sin corazón.
-Qué es la realidad-preguntó Juan
-No existe la realidad. Tampoco Dios.
-Estás blasfemando de ti mismo. Acaso eres ateo?
-Cómo se puede blasfemar de lo que no existe? Dios no tiene existencia, Juan. Si la tuviera sería como tú y como yo
-En todo caso como yo porque tú tampoco existes. El que no exista no quiere decir que no sea. En realidad soy el que soy.- Juan no contestó ni preguntó. Sus neuronas estaban cabalgando a la velocidad de la luz.- Al ser algo una cosa-continuó la voz-tiene principio y fin. “Al principio, Juan, lo dice la Biblia, no había existencia ni no existencia”. La existencia sólo es aplicable a lo que tiene principio, progreso y fin.
-Eso lo sabía. Dios es eterno. Lo que aún no entiendo es que no sea nada.
-La nada, aunque no existe, es algo. De hecho todo existe de la nada. Dios aunque no existe, es, como ya te dije,-Juan estaba entrando en una especie de trance.- Un día lo conocerás cara a cara y pasearás con Él, como Adán y Eva en el Paraiso.
-Ese día me muero.
-No. Ese día nacerás para siempre.
-Deduzco de toda esta conversación contigo-y dime si estoy o no equivocado-que lo invisible y lo inmanifiesto es lo real.
-Cómo llegaste a esa conclusión?
-Fue fácil. Tú eres invisible y te la pasas todo el tiempo zumbándome al oído
-Veo que conservas tu sentido del humor. No lo pierdas nunca. Lo vas a necesitar para sobrevivir.
-Me van a pasar cosas peores?-La voz esta vez no contestó la pregunta de Juan.
-Mira esas tumbas. –Aunque aún no había amanecido, todo estaba iluminado por una clara luz fotónica, como de luna, pero mucho más brillante.-Éllos duermen la paz eterna.
-Por eso en los entierros dicen “requiescantipace”. Algún día descansaré ahí, supongo.
-Nadie descansa ahí por mucho tiempo. La paz de los sepulcros es absurda. Un invento de los hombres para no hacer nada. La muerte, como la vida, es acción, Juan. Nadie tan activo como un muerto.
-Pero si los muertes están en paz y son totalmente felices, qué necesitan hacer?
-Si hay algo aburrido en el cielo es la felicidad. Cualquiera que obtuviera la felicidad per se, de inmediato buscaría alguna otra cosa para salir de tanto aburrimiento. El cambio permanente es la entraña de toda existencia y de todos los universos.
-Cada vez me enredas más y entiendo menos. No es que todos los seres humanos buscan desesperadamente la felicidad?
-Tú lo has dicho: la buscan, pero no la encuentran, porque si la encontraran, no sabrían que hacer con ella. Por eso se la he puesto siempre delante de ellos como si fuera una zanahoria en la punta de una caña de pescar; más corren para alcanzarla, más la zanahoria se aleja.
-Puedo ya salir de este maldito lugar?
-No lo llames maldito, Juan. Aún tienes miedo de estar aquí?
-De estar no. De permanecer.
-Pues sería bueno que te fueras acostumbrando.
-No, gracias. Aún no ha llegado mi hora.
-Cualquier hora es buena para morir, Juan.
-Espero que no hagas eso ahora.
-Está bien. Dejaré que tú decidas cuándo. Pero no tardes mucho porque la vejez no perdona y vivir eternamente como viejo no te lo recomiendo.
-No te preocupes, sabré cuidarme. A no ser que decidas mandar sobre mi
las siete plagas de Egipto
-No lo haré, pero tampoco de voy a quitar todas las dolencias.-Cuando Juan hizo otra pregunta, la voz no contestó. Señal de que se había retirado. Fue entonces que Juan se dirigió a la salida. Era lo más aconsejable en aquel momento antes de
Capítulo siete
Vigilia
-No habías prometido no volver nunca más aquí?-dijo Griseta desenfadada.
-Sí, lo prometí-contestó Juan-pero es de sabios cambiar de opinión
-Se puede saber qué te hizo cambiar?
-Tú
-Por qué yo?
-Puedo no responder esa pregunta?
-Claro, pasará a mi colección de preguntas pendientes-contestó Griseta, apartando la vista de aquel guarro “atrapamoscas”, impregnado más que nunca de sanguinolentos y putrefactos insectos espachurrados, en el que tenía clavados los ojos..-Malditos bichos inmundos, no los soporto. –Hizo una pausa y respiró profundo.-Creí que te había perdido, que te había tragado la tierra. Dónde estuviste todo este tiempo, si es que se puede saber?
-Qué tiempo?-contestó Juan como un robot.
-Me estás cargando? Hace hoy exactamente cuarenta y tres días menos cinco horas que desapareciste en acción, que me dejaste plantada y con la cena puesta, y aún tienes el tupé de contestarme “qué tiempo”.-Griseta movía las manos como aspas y estaba al borde de la histeria..-Está bien que tengás otras minas y que precisés de tiempo para servirlas como se merecen, pero eso no te da derecho a amurarme como felpudo viejo. Me hubieras avisado al menos. Es lo que corresponde a un caballero, si es que aun te queda, supongo que sí, un resto de hombría y afecto hacia mi en algún oscuro rincón del corazón. En el estudio todos preguntan por vos y no sé qué mierda decirles, ya inventé la biblia en verso para excusarte. Primero fue Pedro, ahora sos vos el que te borrás olímpicamente sin una puta explicación. Ni gente va ya al estudio. Pal caso, mejor que no vayan.-Juan no la escuchaba. Miraba al vacío. Sus ojos, clavados por momentos en el pocillo de café, ya frío como su alma, habían empezado a lagrimear. Griseta detuvo por un momento sus dardos verbales y lo miró, Fue ahí que se sorprendió.
-Qué te pasa, Juan, que estás llorando?. Es la primera vez que te veo llorar. No te lo tomés así. Sufrí demasiado tu ausencia y tu desdén. Eso fue todo. Perdonáme, sí.?-Juan levantó la vista. Sus ojos estaban enrojecidos, la mirada vidriosa y su cara parecía la de un muerto.-Me asustás, Juan. Pasó algo grave?- Juan dejó que sus lágrimas cayeran sobre sus manos y exclamó: “gracias, Dios, …tan ausentes….tan esperadas….tan deseadas….”-Habláme, Juan, por lo que más querás, dime qué pasó.-Le tomó las manos entre las suyas.
-Mi hijo Carlos-dijo ya vencido.
-Qué le pasó a tu hijo?
-Murió atropellado por un camión el mismo día que tú y yo debíamos vernos.
-Santo cielo! Qué horror.
-Laura no lo resistió y se suicidó al día siguiente.
-Oh, no-exclamó Griseta, como no queriendo escuchar.-Arrimó más su silla a la de Juan e hizo que reclinara la cabeza sobre su pecho.-No, no es posible, Juan. Qué mal has hecho? Si eres el hombre más bueno del mundo. Qué injusta que es la vida. Cálmate, por favor, no digas nada. No estás solo. Me tienes a mi. No te dejaré. Puedes contar conmigo
-Lo sé. Por eso vine a buscarte. Eres la única amiga que tengo. No sé quién te puso en mi camino, si el destino o la casualidad,
-Creo que fue el destino. Pero eso no importa. Estoy aquí a tu lado, en el peor momento de tu vida, eso es lo que cuenta. Creo que necesitás tomar algo fuerte. “Mozo, Por favor, un coñac”.- Juan trató de tomarlo pero su estómago se lo rechazó.
-Un sorbito, aunque sólo sea un sorbito, vamos, haz ese esfuerzo- Juan volvió a llevar la copa a los labios y la volvió a dejar.
-No puedo, Griseta, lo voy a vomitar.
-Está bien. Tomá al menos un sorbo de agua. No estés con el estómago vacío. Eso te hace mal. No quiero que pensés que estoy aquí para suplir a tu mujer, que en paz descanse, nadie podrá ya hacer eso. Élla era unica. Sólo quiero ayudarte en un momento tan angustiante para ti. Sé cómo te sentís.
-Pues ya me estoy sintiendo mejor, fíjate. Eres capaz de levantar a un muerto..
-No, eso sí que no, son demasiado pesados.-Juan sonrió.
-Por lo menos te saqué una sonrisa. No podés deprimirte hasta ese punto, podrías enfermarte y tenés aún dos hijos que criar.
-Sí, lo sé. Voy a tratar de salir de esta situación cuanto antes para que no me vean más así. Ellos están también muy perturbados y no pueden verme destruido.
-Estoy totalmente de acuerdo contigo. Así que arriba ese ánimo, que la vida continúa.-Juan ya se había recobrado y el color volvió a su cara..- Qué pensás hacer ahora, Juan? Me refiero a tu futuro aquí..
-No hay futuro, Griseta. Y menos aquí.
-Cómo que no: tú, tus hijos, yo
-Nos vamos a España. Vine a despedirme.
-No hablás en serio-Juan asintió con la cabeza.- Y yo? Es que ya no te importo? Con razón te borraste durante todo este tiempo. Ahora entiendo. No querías darme tan agradable noticia.
-No es eso, Griseta. Sí que me importas, pero mis hijos están primero.
-Vas a dejarme?-Juan no contestó.
-Te hice una pregunta. Mírame de frente y responde.
-Primero debes aprender a volar
-Qué locura es esa? Te pregunto si vas a dejarme y me sales por los cerros de Úbeda
-Debes aprender a volar como Aurora.
-Ya sé, me querés convertir en un sueño-Griseta respiró profundo y trató de serenarse.-Está bien, vos ganás. Por no perderte no me importa asociarme a los absurdos. Por dónde empezamos?
-Nadie se asocia a los absurdos, Griseta. Los padece. Ni siquiera existen. Puedes confiar en mi?
-Sí, claro
-Entonces mañana mismo comenzamos los entrenamientos.
-Cómo puedo confiar en que vendrás?
-Confiando.
-No me estarás engrupiendo para poner luego los pies en Polvorosa?
-Yo he sido el hombre más desconfiado que pisó este Planeta y ahora vuelo los espacios y viajo a las estrellas por confiar un día.
-Mira que sos loco en serio.
-Eso es justamente lo que iba a decirte. Si no estás loca, Griseta, no intentes volar conmigo. Podrías estrellarte.
-Soy loca pero no estoy loca.
-Puedo ayudarte con eso. Comenzaremos por cambiar algunas cosas.
-Mientras todo esto no termine en delirium tremens…..
-Al final te va a gustar cuando te sientas libre cruzando los espacios como lo hace Aurora.
-Deja ya de mencionar a esa mujer. Te tiene embrujado. Y a mi me da en los ovarios.
-Te sentirás dueña del mundo, libre como un pájaro, cruzando los espacios, sin miedo a las alturas, sin leyes que te aten, sin culpas que te rocen, convertida en luz, viendo como las cosas grandes de aquí abajo se hacen pequeñas allá arriba.
-Y qué es lo que mueve todo ese mecanismo?
-El amor. El amor incondicional, o amor punto, Griseta. Solo la capacidad de amar sin condiciones suple el temor de la perdida. Ámame sin máscaras, Griseta, y me tendrás para siempre.-Griseta estaba encendida. Desde ese momento dejo de pensar y pedir más explicaciones y empezó a sentir. Ella amaba a Juan. Y el amor lo hace todo posible.
Después de aquel sueño del cementerio, Juan le prestó más atención a los estados alterados de conciencia. “A qué juega la vida?”, pensó.-“Si todo es ilusión y nada es como aparenta ser, y la realidad no es como la pintan, ni la existencia humana, irrelevante para quien la sufre por estar mezclada con dolor, dudas y miedo. Entonces para qué vivir?” Y como siempre se lo recordó mejor el tango en aquella tarde gris y de vigilia mientras esperaba a Griseta sentado en el café de siempre “escuela de todas las cosas…..la ñata contra el vidrio….sobre una mesa que nunca pregunta….”
Juan aquel día….”nació a las penas, bebió sus años y se entregó sin luchar….enredado en los hilos del humo….coqueteando su gris en la mesa….meditando en sus noches de ayer”…..Y “cuando llueve la noche su frio, vuelve el mismo lugar del pasado….y en el dulce rincón….su cansancio la vida bosteza porque todo es ausencia y dolor”.
Juan no solo estaba solo en aquel bar, se sentía solo. Era una tarde lluviosa, tan típica de Buenos Aires, Tenía como compañía una tibia taza de café. Griseta no llegaba y su callada bronca se fue convirtiendo en furtivos ribetes de amargura. “Esperaré media hora más-se dijo-así no habrá reproches, Tal vez se esté tomando la revancha. De las mujeres mejor ni hablar…..
Estando perdido en esos pensamientos ni se dio cuenta que Griseta había llegado y lo observada mirando ausente por la ventana.
-Vine para que me enseñes a volar. Cuándo empezamos? Como Juan no contestaba, se disculpó: -Se me hizo tarde, perdón, no sé en qué me enredé. Suele pasarnos a las mujeres, pero siempre cumplimos, no como algunos hombres…..
-Nadie llega tarde si no tiene intención de ir-contestó Juan.-Aún no me has saludado y ya me estás reprochando
-Me adelanté por si las moscas. Griseta se acercó y le dio un beso antes de sentarse.-Estás mufado, no es cierto? Yo en cambio estoy feliz, no lo notás? No te gusta mi vestido variopinto?
-Muy de primavera. Te adelantaste al tiempo.
-Pues sí, me lo puse para ti.
-Gracias. Te queda precioso.
-Al fin alabás algo mío
-No seas injusta.
-Pocas veces lo hacés y esas pocas creo que son por compromiso.
-Pues te equivocas. No es mi estilo la adulación.
-Qué hombre no adula?
-Juan
-Pues serás la excepción. Dejémoslo ahí, no vamos a discutir, ni estamos aquí para eso. Pedí un feca para mi, pero cortado.-Juan llamó al mozo. -Escuchaste lo que te dije? Dame bola cuando te hablo.
-Lo escuché. Te enseñaré a volar.
-Empecemos bien bajito, no sea que ya de inicio me quiebre algún hueso.
-Eso dependerá de tus habilidades.
-Bueno no seré tan rápida como la norteamericanita pero me las rebuscaré para no quedar mal con mi instructor. –Juan seguía ausente y preocupado; irremediablemente.-Te emboló mi tardanza, está claro. Porque no cumplí o porque me extrañaste? Pensá lo que vas a decir.-Juan no dijo nada.-Te noto trasnochado. Desde cuándo es que fumás?-lo dijo porque vio un cenicero sobre la mesa con varios puchos.
-No son mios. Alguien los dejó. Todo lo que hice fue matar el tiempo
-Mejor dejálo que se mate solo. En todo caso lo matamos juntos.. Es la primera vez que te veo tan mufado conmigo.
-Siempre hay una primera vez.
-Pensamiento profundo. Te amo, Juan. Embroncado y todo te amo igual. Es al pedo quererle pedir explicaciones al cuore. Ya sé, no me digás, soñaste otra vez, y esta vez fulero. Si no la acerté la pegué en el poste.
-Hiciste gol olímpico.
-Mi olfato no falla. Dale desembuchá.
-Hablé con Laura y con mi hijo Carlos.
-En sueño supongo. Y qué te batieron?.
-Cuando vas a dejar de hablar siempre en lunfardo?.
-Nunca. O pretendés que sea otra? Nací en San Telmo, no te dice eso nada? En pleno arrabal. Soy rea y chirusa desde el vamos. Así que aguantátelas. No me vas a cambiar así nomás.
-No quiero cambiarte pero me embola tanto lunfardo en una mujer.
-Qué tiene si hasta tú lo estás usando: “embolando”, dijiste, y qué otra cosa es eso que lunfardo.
-Tú que me lo contagias.
-Ahora soy yo la culpable de todas tus desdichas. Sabes una cosa?: cuando uno está mal todo estás mal, y vos estás hoy para el traste, así que mejor la dejamos ahí o nos mandamos mudar de aquí.
-Perdón, Griseta. Tienes razón: estoy mal y todo está mal..
-Pues cambiá porque yo no voy a hacerlo. Nadie cambia a nadie. Ahora contáme qué pasó.
-No te lo vas a creer. Laura quiere que me quede contigo.
-Repetílo. Creo que no lo escuché bien.
-Sí que lo escuchaste.
-Esa ni el diablo se la cree.
-Sabía todo de los nuestro.
-Y así y todo te dijo eso? Es evidente que hay que morir para que esas cosas ocurran.
-Tal vez.
-Pero si ella no sabía nada, o es que tu le chamuyaste algo?
-Te lo juro por Dios que no.
-No me extraña; Intuición de mujer. No falla. Lo que me extraña es que esté de acuerdo. Eso ninguna mujer lo hace. Ni muerta.
-Pues ella lo hizo. Y siente no haberlo sabido antes.
-A qué te refieres, a lo nuestro?,-Juan afirmó con la cabeza.- Ahora sí que te creo menos. Aún no nació una mujer así.
-Además me pidió que no regresemos a España, que este es nuestro lugar.
-Pero ella queria irse por lo que tú me contaste.
-Pues sí, pero ya lo ves, las cosas cambiaron.
-Y cómo cambiaron. Y qué piensas hacer?. Te quedás?
-Pues sí, me quedo.-Griseta dio un salto en la silla llevándose por delante la mesa para abalanzarse sobre Juan para abrazarlo. Hablás en serio o me estás de nuevo engrupiendo.
-Me quedo contigo. Definitivamente.. Griseta lo beso largamente en la boca mientras las las grimas corrian abundantes por su cara,
-No lo puedo áun creer. Ahora soy yo la que está soñando. Por favor, Juan, no me despertés de este sueño. Quiero vivir asi el resto de mi vida. No me despertés te lo pido. Nunca se me cumplió un sueño. Puedes creer eso? No será que estoy soñando. Pellízcáme, Juan, mordéme si querés, quiero gritar de dolor antes de hacerlo de alegría, pero despierta, no me dejes perdida en este sueño porque me voy a morir..-Estaba ahora sentada en las piernas de Juan, sus brazos tomando su cabeza y acariciando sus cabellos.-Entonces ya no necesitás enseñarme a volar.
-Claro que lo haré. Fue una promesa, no te olvides.
-No, no lo olvido, pero tú volabas en sueños y yo sueño despierta. Dime que lo nuestro no es un sueño.
-Claro que es un sueño. Realizado, pero sueño.
-Sí claro, si no lo hubiera soñado tanto, no se hubiera cumplido. En eso tienes toda la razón. Sabes, Juan, que aún tengo mis dudas. Puedes probarme ahora mismo que no estamos soñando?, porque me enredaste tanto en tus sueños que quiero una confirmación;
-Para eso tendría que estar despierto cuando sueño. Y eso es imposible. Y de serlo, al despertar, me haría la misma pregunta, y así estaría en una eterna rueda de dudas.
-Mas sí, que sea lo que Dios quiera, ya no me importa estar soñando o despierta, si al final todo es lo mismo, no es asi Juan?- Volvió a besarlo con desesperación.-Este momento, por más que sea o no un sueño, quién me lo quita? Te amo, Juan, no me dejés nunca. Mejor enredémonos en los humos del sueño y que pase lo que pase. Sabes algo? Griseta puede putear, ser rea, ignorar muchas cosas y hasta fifar en lunfardo y bailar tango canyengue. Y todo eso no es mera filosofia.
-Qué es sino?
-Sabiduría, carajo. Y de la buena. La de la calle, esa que te va dando la vida cada dia y al filo del cajón te la afana para dársela a otro.
-Eso piensas?
-Yo no creo en la vida después de la muerte.
-Se puede saber por qué?
-Nadie volvió aún para contármelo ni nadie quedó para semilla.
Volvieron al estudio como siempre. Esta vez Griseta caminaba abrazada a Juan por la cintura mientras lo miraba extasiada como no queriendo despertar. Al llegar, la sorpresa. Pedro estaba dando la clase.
-Eres tú-dijo Griseta, o debo creer en los fantasmas?. Juan quedó mudo.
-Eso para que no se fien ni de su sombra-contestó Pedro de buen talante.
-Qué mambo es este, cabrón?-le espeto Griseta, mientras le daba un fuerte abrazo. Juan lo abrazó también.-Dónde coño te metiste, guacho de mierda?
-En realidad nunca me fui. Ustedes que estaban ciegos.- Tengo algo que decirles, podemos hablar?
-Claro-dijo Juan, tomando a Griseta de la mano y siguiendo a Pedro hasta el fondo del salón. Mientras caminaban Griseta insistió:
-Aún no contestaste mi pregunta.
-Sí-dijo Pedro. Soy un fantasma. Contestada? Aunque aún no entré en el delirio.- Saben que los eché de menos, chavones,? Pueden sentarse.
-Qué sería si nos hubieras echado de más-dijo Griseta medio en serio medio en broma.. Juan seguia en su mutismo como si presintiera.turbulencias en el ambiente.
-Cambien ya esas caras de culo porque no soy ningún fantasma y además tengo una noticia joya para darles
-Menos mal-lo cortó Griseta, porque lo que es Juan lo va a necesitar.
-Qué pasó Juan?-Juan no contestó. No me empiecen a tirar pálidas. No es el momento.
-Pues mejor sería que lo supieras-casi le gritó Griseta a la cara.
-Está bien. A ver, Juan, qué es eso tan grave que te ha pasado.
-Y aún me lo preguntas?-exclamó Juan de mala leche-Lo sabes mejor que yo.
-.Mal puedo saberlo con el tiempo que hace que no nos vemos. O piensas que soy Merlin?
-Creí que sí lo eras
-Pues te equivocás, boludo. Soy simplemente Pedro
-Perdió a la mujer y a un hijo, te parece eso poco?
-Lo siento. Recién me entero. Lo siento, Juan, de verdad que lo siento.
-Lo siento Juan, de verdad que lo siento-remedó Griseta.-Qué fácil es decirlo. Un modo de compadecerse, pero también de excusarse. Podías haber hecho algo, no? Para qué carajo son gomías? O es que te parece joda lo que le pasó?
-Nadie está diciendo eso. Además yo no soy dueño de la vida y de la muerte. Y si lo fuera tampoco hubiera podido hacer nada. Cada uno decide su vida. Sus almas decidieron. No se cambia así como asi el destino de las personas. .Podemos hablar.?
-Somos todo oidos-dijo Griseta, acomodándose en la silla.-Tratá de que sea mejor noticia que la nuestra.
-Ni se lo imaginan.
-Vamos vomitála ya, no te hagás el enigmático.
-Mejor bajá un poco los decibeles. No me gusta para nada ese tonito de cantinflera.
-Disculpá. Deben ser los nervios. Y la bronca.
-Les conseguí flor de contrato para España?
-Para España?-exclamó Griseta..Justo que Juan decidió quedarse aquí?
-De ustedes depende. La oportunidad está. Si ustedes no la toman otros la tomarán. Ustedes saben que las oportunidades tienen esa característica, nunca se pierden, si uno no la toma, otro la toma.
-Me prendo-dijo Griseta, si es que vale la pena. Cuánto garpan?
-No me interesa-dijo Juan secamente,
-Escuchen hasta el final, no se me precipiten.
-Cuánta guita hay de por medio?
-Cinco mil dolares fijos con contrato por cinco años.
-Es un fortunón
-No me interesa-volvió a decir Juan.-Ni por un millón.
-Bien. Se lo dejaré para que lo piensen. Ah, hay algo más. Comisión por entradas vendidas, casa en propiedad y coche cero kilómetro. Todo en regla.
-Qué pensás, Juan? Es nuestra oportunidad.
-No me tienta.
-Es nuestra gran oportunidad.
-La tuya, no la mia.
-Entrá en razón, Juan. Si querés después lo hablamos. Nos está dando tiempo para pensarlo.
-Ya lo decidí. Me quedo. Si tanto te interesa puedes ir con otro.
-Juan-intervino Pedro-creo que Griseta vio la oportunidad y tú aún no.
-Sí que la vi. Claro que la vi. Pero no me interesa, así de clarito. Si ella se prende que no cuente conmigo.
-Dejálo- Pedro-no faltará algún chavón que me haga pierna. Yo ni loca me la pierdo.
-Si eso es todo lo que tenías para comunicarnos, ya me estoy yendo-dijo Juan-. Tengo asuntos pendientes.
-Eso es todo. Podés tomártelas. Pero dejáme decirte antes algo.-Pedro lo llevó hacia un costado.- No te emperrés. así, boludo. Pensálo bien. Griseta no se irá sin vos.
-Pues por mi que se vaya sola o con quien quiera.
-Dejá ya de decir sandeces. Cuándo tuviste en tu vida una oportunidad como está? Mejor hablamos tranquilos en otro momento, Comprendo muy bien lo que está pasando por tu cabeza. Nunca hagas promesas con juramento. Mejor date siempre una segunda oportunidad de recapacitar y no digás no cuando en el fondo quieres decir sí.
-Ok. Lo pensaré con la almohada esta noche.
-No te lo aconsejo. Las almohadas son mudas-Se acercó Griseta.
-Ya resolvieron?
-Juan lo va a pensar-dijo Pedro.
-Las oportunidades no se piensan, se toman o se dejadito Griseta.
-Eso pienso yo también-dijo Pedro- pero no todos deciden con tanta rapidez. Mañana hablaremos, no es asi Juan?
-Mañana hablamos, Pedro, si es que hay un mañana.
-Por qué dices eso?
-Alguna vez viviste mañana?
-Pues no. Puestos a filosofar, creo que ni el hoy lo vivimos.
-Dejálo que lo piense, Pedro, tú dime dónde hay que firmar.
-No es así de rápido, mi hijita, faltan aún unos meses.
-Es que ya me dio la comezón. Algo así no se le da a uno todos los días.
-Quédense tranquilos, el contrato es para ustedes.
-Ya que nunca tuve suerte para el amor y el escolazo, me jugaré esta hasta los ovarios. Mirá vos, me salio en verso y todo.
En el fondo, Griseta trataba de acallar con palabras y risas burlonas, la honda bronca que le carcomía el alma. La indiferencia de Juan la estaba despedazando por dentro. Sabía que ella no iría a ningún lado sin él porque lo amaba, que todo aquello era una parodia ridícula de su parte, pero debía hacerlo para probar si a Juan no le importaba perderla.-“Lo mataría, juro que lo mataría”-se decía ella para sus adentros, y se mordía los labios hasta hacerlos sangrar.. Tenía unas tremendas ganas de llorar, le dolía el pecho de tanto fingir, pero no lo iba a hacer allí, faltaba más!, no iba a demostrar delante de él la vergüenza de su debilidad, se volvería tan cínica como él”.-Pedro comenzó a percibir la lucha interna de ambos, De lo que si se dio perfecta cuenta es que para Juan era más fuerte la promesa que el amor que sentía por Griseta.
-Por qué no te vas ya de una vez y cruzás esa puerta para que desaparezcás para siempre de mi vista y de mi vida?-le gritó Griseta a Juan, que sin mirarla siquiera dio media vuelta y desapareció. Fue ahí que se desahogó y lloró amargamente. No iría a España sin Juan, pero se dio perfecta cuenta que no la amaba, que nunca estuvo enamorado de ella en la misma medida que ella lo estaba de él, y fue también en ese mismo momento que se dio cuenta que lo había perdido para siempre.
Capítulo ocho
Sueño
Juan nunca más volvió a soñar con Aurora, aunque la esperaba cada noche y se dormía pensando en élla. “Será el destino”, pensó, al que ya se estaba acostumbrando y hasta aceptando.
Con quien sí soñó y conversó aquella noche fue con la voz.
-Sabes, Juan, que uno se convierte en la próxima vida en aquello que deseó en el momento de morir?
-Pues no lo sabía. Una cosa menos que aprender.
-Yo diría una cosa más que he aprendido-Juan se rió
-Sí ya sé, es más positivo.
-Eres un estudiante de la vida, no lo olvides.
-Espero recibirme algún día.
-Puedes recibirte de sabio si quieres, pero nunca dejarás de ser estudiante.
-Y se puede saber qué es lo que yo deseé antes de morir? Morir dije?
Acaso estoy muerto?
-Mejor mírate al espejo. –Juan lo hizo y no podía creer lo que estaba viendo. Su asombró superó toda expectativa humanamente posible.
-Ese soy yo?
-No. Lo que deseaste ser.
-Pero él solo fue un producto de la imaginación de Don Miguel. Yo soy de carne y hueso.
-No hay tanta diferencia entre real e imaginario como tú crees. Yo diría que no la hay.
Juan seguía mirándose al espejo. Por un instante pensó que él siempre había querido ser como él: valeroso, audaz, temerario, soñador, imaginador de posibilidades, guerrero y loco. Pero ahora que su deseo se vio cumplido, todo era diferente. Estaba muerto de miedo. Se asustó al verse con aquella armadura de hierro y aquella lanza en ristre que no sabía cómo manejar pues pesaba más que él. Una cosa era leerlo en un libro y otra sentirlo en carne propia. Los héroes son para verlos en perspectiva.
-Recorrerás el mundo como él lo hizo-dijo la voz. No podrás luchar contra molinos de viento que ya no existen ni desencantar princesas que tampoco existen, pero sí “desfacer” entuertos, que son los que sobran. Un mago te acompañará en vez de Sancho Panza, que hará realidad tus deseos en el mismo instante. No pidas nunca dejar de ser Don Quijote de la Mancha, porque en ese momento te convertirás en un ser vulgar sin emociones disponibles, perdiendo la capacidad de amar.- En ese instante la voz enmudeció. Juan la había escuchado sin pestañear. Un sudor frío comenzó a recorrerle la armadura. Temblaba de los pies a la cabeza, haciendo al caminar un ruido infernal con aquella osamenta metálica, que lo suyo le costaría sacársela y ponérsela. Trató de dar unos pasos y se fue de bruces. Durante quince minutos trató de incorporarse..Al final varias personas acudieron en su ayuda.
-Pero si es el mismísimo Quijote en persona.-Comenzaron las risas y los comentarios jocosos de algunas personas Se encontraba en el centro de Madrid junto a una torre de cerca de cuarenta pisos. Al parecer era el edificio de la Plaza España. Como pudo se acercó hasta los ascensores del edificio.
-Va usted a subir?-le dijo una voz al ver que no se decidía a entrar.-Vamos entre que desde arriba se ve Madrid de cojones.-Juan trató de acomodarse para mirar hacia atrás y ver quién le hablaba, pues le resultó una voz familiar.
-Eres tú Paco?
-El mismo que viste y calza. Qué coño haces aquí en los madriles disfrazado de Quijote un lunes a las diez de la mañana?-Paco era un amigo de la infancia de Juan. Hasta habian estudiado en la misma escuela. Era un tipo divertido, chulo como buen madrileño, pero de buen corazón, con el que nadie se podía aburrir ni siquiera en un entierro. Podía contar chistes y chascarrillos a razón de siete por minuto y no te daba tiempo para recuperar el aliento.
-Trato de alertar al mundo de su locura.
-Qué locura, Juan?
-La velocidad.
-La verdad es que estamos todos acelerados y al borde del colapso.
-Para eso me reencarné de Quijote. Tú les los diarios?
-A veces. Destilan mierda y sangre.
-Pues bien. Esta hora, las diez en punto de una mañana de lunes es lo que se llama “la hora fatídica”.
-Y por qué se la llama así?
-Porque es la hora donde mueren más personas de infarto cardiaco.-Paco se santiguó y dio un paso atrás.
-Esa sí no la sabía. Menos mal que ya pasó un minuto. Por esta semana me salvé. Has cambiado la figura, pero no el genio, Juan. Te diré que te cae de puta madre ese disfraz. Pareces un verdadero caballero andante.
-Caballero tal vez, pero andante eso sí que no, a penas puedo dar un paso por vez..
-Eso son los diez primeros años, hasta que te acostumbres.-Jajajá!!!. Las carcajadas de Paco eran tan estruendosas que las podía dar en la Plaza España y escucharse en Chamartin.-Dime algo Juan: dónde es que estás dando las funciones?
-Qué funciones ni qué córcholis. No soy un actor. Soy la reencarnación viviente del verdadera Hidalgo.
-Joer, hasta aquí llegamos. Es que te has muerto y has resucitao?
-No Paco. Dije reencarnar, no resucitar. Son cosas diferentes.
-A mi la religión no me funca, así que lo mismo me da una cosa que la otra. Pero yendo al meollo del asunto. Desde cuándo perdiste así la cabeza y se te sorbieron los sesos?.
-Pues no lo sé. Parece que cuando tú sueñas no tienes elección.
-No me querrás decir que te levantaste sonámbulo de la cama y te has venido hasta aquí. A ver déjame tocarte.-Paco trató de pellizcarlo en algún lugar pero no encontró ni un escondrijo por donde meter un solo dedo. – Qué te parece si te doy un susto y despiertas? Aunque dicen que eso le ha costado la vida a más de uno.
-No es necesario que lo hagas. Desde hace un tiempo para mi soñar y estar despierto es la misma cosa.
-Creo que te atacó fuerte la bebida. Desde cuando empinas el codo?
-Nunca me gustó el alcohol. Mejor no me indagues más y no me juzgues. Qué manía esa de los españoles de criticar hasta a su puta madre.
-Ves, en eso tienes razón. Bueno, la verdad es que estoy apurado y tengo que dejarte. Te deseo suerte y si alguna vez nos volvemos a encontrar que sea en mejores circunstancias.-Intentó darle la mano pero se encontró con la lanza. Optó por darle un palmada en la espalda que sonó como a campanazo.
Juan desistió de subir en el ascensor, cosa por otro lado bastante improbable a no ser que dejara la lanza en la recepción. Mejor iría a dar un paseo y observar la vida de un día cualquiera en la capital de España.
Cruzó la calle interrumpiendo cuanto auto cruzaba, terminando por producir un alboroto mayúsculo de bocinas tocando todas al mismo tiempo. Hasta los transeúntes se paraban para ver qué es lo que estaba sucediendo. No bien atravesó la calle se acordó que por algo se había dirigido en un principio al edificio de la calle España. En el primer piso debía entrevistar a un famoso ejecutivo a quien debía entregar un mensaje importante.
Así que volvió a cruzar de nuevo la calle con el mismo alboroto de bocinas y los gritos desaforados de quienes sacaban sus cabezas por la ventanilla y le mentaban a la madre.
De nuevo ante el ascensor le indicaron que para ir al primer piso debería subir por las escaleras. Un muchacho de la recepción tuve que ayudarlo llevándole la lanza y dándole una mano cada vez que tropezaba en cada escalón. Pensó en lo que le había dicho su amigo Paco de que sólo era cuestión de diez años y se acostumbraría, y eso lo hizo sonreir pese a sus desdichas.
Ya en el primer piso, hizo un esfuerzo enorme para sacar un papel de la armadura donde tenía escrito el numero de la oficina. Leyó: 2552. Al ver el número exclamó: capicúa!. No tengo que olvidarme de jugarle a ese número, a ver si gano al menos para comprarme una armadura más moderna.
Lo recibió una joven señorita, rubia, de ojos verdes, que esbozó una estudiada sonrisa y lo invitó a pasar a la recepción, cosa que hizo después de maniobrar varias veces para poder introducir la lanza que por suerte pudo acomodar su larga punta por una ventana abierta. Supongo que viene por lo del aviso.
-Supone mal, señorita. Tengo una entrevista con el Sr. Director. Me está esperando.
-Aguarde un minuto. Enseguida vuelvo. Al rato volvió la misma señorita para pedirle, por favor, su tarjeta personal.
-Habla en serio, señorita?. Acaso no me identifica?.
-Pues si, no cabe duda que es usted Don Quijote, pero ya sabe esto de los protocolos. Hoy hasta los presidentes usan sus tarjetas personales.
-Presidentes señorita hay muchos, pero Quijotes sólo uno. Dígale simplemente a su Director que Don Quijote en personas desea entrevistarlo. Hágame ese favor.
-Bien, puede usted tomar asiento.
-Mejor dígamelo usted en sentido interrogativo: “puede usted tomar asiento?” , porque con estas piernas de acero mejor ni lo intento.-La señorita sonrió levemente y volvió a desaparecer por el largo pasillo. No pasaron más de tres minutos que el propio Sr. Director se hizo presente. En el mismo instante se abrió la puerta de entrada y aparecieron dos tipos fortachones que tomaron a Juan en vilo y se lo llevaron hacia el ascensor.
-Ustedes me confunden, señores-gritaba Juan pataleando y moviendo desaforado sus manos de acero. De pronto la voz de la secretaria los detuvo: “regresen, por favor, el Sr. Director quiere hablar con él”.- Lo pusieron de nuevo en el piso y se alejaron. Juan trató de arreglarse un poco las piezas desarticuladas del yelmo y recogió su lanza del suelo.
Discúlpeme por confundirlo-dijo el Sr.Director-extendiendo su mano que enseguida retiró ante la patética imposibilidad. Me acaban de comunicar que trae un mensaje importante para mi.
-Pues sí.
-Puede usted pasar.- La secretaria sostuvo la lanza mientras Juan caminaba hacia la oficina del Sr. Director apoyado en las paredes. Se sentó con mucha dificultad y al querer echar hacia atrás su yelmo, lo único que logró fue taparse más la cara. A penas le quedó una rendija por donde mirar al Sr. Director.
-Estoy aquí Sr. Director aunque no me vea. Yo sí lo veo a usted por esta virilla.
-Es usted lo más parecido que he visto en mi vida al caballero andante.
-Nada de parecido, Sr. Director. Soy El mismísimo Don Quijote de La Mancha. En carne y hierro. Yo diría más hierro que carne.
-De dónde viene usted?
-No de muy lejos, Sr. Director. Es mi undécima reencarnación. Pero como mi último deseo antes de morir fue el de ser Don Quijote, mi mago me lo hizo cumplir.
-Pero ese personaje no ha existido en la realidad solo es una mera ficción de Cervantes.
-Precisamente por eso, Sr. Director. Allí arriba quisieron saber qué pasaría si volviera a recrearse el Quijote, pero esta vez en carne y hueso. Y aquí me tiene usted víctima humano de una, descabellada o no, idea divina.
-Quiere usted tomar algo, si es que puede, claro?
-Yo no tengo problemas. Lo arreglo con una pajita. Quien debió haber tenido problemas serios fue el Quijote de Don Miguel, donde no existía aún la tecnólogía de la pajita. No cree usted Sr. Director que una cosa que lleva dos milenios inventarla, no cabe duda que es un gran invento?. Yo pediría una estatua para quien inventó la tecnología de la pajita, o del palillo de dientes. Qué opina usted, Sr. Director?
-Qué sí, que tiene usted razón, recórcholis. Qué va a tomar?
-Un paso de los toros. Dígale a su secretaria que no se olvide de la pajita.-Mientras el Sr. Director hablaba con la secretaria por el intercomunicador, Juan aprovechó para echar un vistazo al despacho que le pareció fastuoso. Sobre una mesa de caoba había una foto de los reyes de España. También se veía la bandera nacional y junto a ella una fotografía de Juan Pablo II.
-Quiero que sepa que lo he dejado pasar más que nada por curiosidad.
-Está usted seguro de eso, Sr. Director? A veces recibimos órdenes sin siquiera saberlo;
-Yo no recibo órdenes de nadie.
-Yo creo que todos obedecemos a otros. Usted está sentado ahí no por propia voluntad, alguien le otorgó ese cargo.
-No cabe duda, pero ahora soy yo quien decide.
-A mi tampoco me cabe la menor duda. Puede decirme cuándo decidió morir?
-Qué está usted diciendo?
-Lo que dije. Si es que decide todas las cosas, es posible que pueda decidir cuándo va a morir.
-Eso nadie lo sabe
-Entonces hay cosas que nadie puede decidir Sr. Director. Yo estoy aquí porque alguien decidió que estuviera aquí, y ese alguien no fue precisamente usted. Existe un sincronismo perfecto en todos los actos humanos. que no son casualidad ni mera coincidencia. Yo por ejemplo vivo en una galaxia igual que usted.
-Cómo puede un ser humano vivir en una galaxia?
-Muy simple Sr. Director. Dónde es que usted está sentado?
-En un sillón, obvio.
-Obvio. Y usted y la silla dónde están?
-En una oficina
-Obvio también.
-Y la oficina dónde está?
-En el edificio de la Plaza España
-Y ese edificio dónde se encuentra.
-En el centro de Madrid
-Y Madrid dónde está.
-En España. Obvio
-Obvio. Y España?
-En el continente Europeo
-Y esté?
-En el mundo
-Y el mundo?
-En el sistema solar.
-Y el sistema solar
-Supongo que en una galaxia.
-Supone bien, Sr. Director porque eso demuestra que usted y yo vimos en una galaxia.
-Mi imagen del Quijote siempre fue de paranoico y esquizofrénico, pero veo que sabe también pensar. Es usted un pensador.
-Un pensador del corazón.
-Cómo puede el corazón pensar?
-La mente, Sr. Director es lerda a la hora de pensar. Por eso el Quijote tenía el seso sorbido por el corazón. Es otra lección que tuve que aprender antes de ser armado caballero. Puedo hacerle una pregunta personal?
-Adelante.
-Qué es lo que usted quiere Ser Sr. Director? Porque lo que usted quiso tener y hacer es fácil de adivinar con solo mirar este despacho, pero lo que usted quiere Ser, eso no lo puedo adivinar.
-Pues mire Don Quijote, me agarró uste en offside.
-Qué lástima porque se perdió usted el gol.
-Lo felicito por su buen sentido del humor.
-Lo aprendí de Sancho, mi compañero de fatigas. Sin él no hubiera sobrevivido a tanta penuria.
-Confesión por confesión, le diré que lo que yo quiero ser con toda mi alma no se lo he revelado aún a nadie, porque además de no creerme, me podría costar el puesto. Pero como le dije, confesión por confesión-y que esto. por Dios se lo pido, que no salga de estas cuatro paredes-, la verdad es que lo que siempre me gustó ser fue el “Guerrero del Antifaz”. Si habré coleccionado estampitas de ese personaje. Se acuerda usted de él?.
-Claro que me acuerdo, Sr. Director. Era también uno de mis favoritos. Luego me copó Batman porque tenía un amigo. Puedo darle un buen consejo? Conviértase usted cuanto antes en el Guerrero del Antifaz si no quiere que luego su alma vague como un ánima de cuerpo en cuerpo sin encontrar nunca su verdadera identidad.-El Director se persignó automáticamente.-Los impulsos del corazón-siguió Juan- deben seguirse al instante, por más descabellados que parezcan. Yo ni siquiera lo pensé.
-Cómo hizo para convertirse en Don Quijote?
-Lo mismo que hago para convertirme otra vez en Juan. Observe usted.-Juan reclamó a su Mago.-Lo ve usted Sr. Director? Le gusta mi corbata veneciana? Usé corbata hasta mi última reencarnación. Ya estaba podrido de coleccionar corbatas. Todo por no atreverme a Ser lo que quería Ser en mi primera reencarnación.. Su arquetipo es el Guerrero del antifaz. Conviértase cuanto antes en él y no tendrá que reencarnar más.-Mientras hablaba, Juan no advirtió que al Sr. Director le había dado una lipotimia y estaba desmayado sobre su sillón con los ojos en blanco. Tardó unos minutos en reaccionar. Al volver en si preguntó:
-Puede decirme cómo es que hizo usted eso?
-No fui yo, fue mi Mago. Todos tenemos un Mago, Sr. Director. Es cuestión de aprender a usarlo. Nuestros deseos son órdenes para él, aunque siempre hay un deseo que no debemos pedir.
-Yo soy católico, apostólico y romano. No creo en esas cosas.
-Sólo le falta ser franquista y cartón lleno.
-Pues lo soy, qué joder. Cómo podría sino tener este despacho? Franquista por la gloria de Dios.
-Esa es una en contra. Veré qué podemos hacer. Ahora permítame que llame de nuevo a mi mago porque no me está permitido permanecer mucho tiempo como Juan. Recuerda que le dije que siempre hay un deseo que no se cumple.? Lo ve usted? Ya soy de vuelta Don Quijote. Pero mientras siga usted siendo franquista y falangista, apostólico romano y de la puta derecha, ni por puta madre se convierte en el Guerrero del Antifaz. Va a tener que esperar unas cuantas reencarnaciones más A lo mejor en la próxima se convierte usted en zapatero o sacristán, porque en cura lo veo más difícil
-De qué diablos está usted hablando?.
-Ni de diablos ni de hostias. Hablo de que todos tenemos un segundo cuerpo con el que podemos transformarnos en santos, ladrones o saltimbanquis..Mi mago trabajó ahora con ese cuerpo energético.
-Se puede eso aprender?
-Por supuesto, pero primero pásese usted a la izquierda, sea más rojillo y deje ya la falange, que José Antonio Primo de Rivera hace mucho que murió.
-Me está usted pidiendo casi un imposible
-Casi, dijo. Entonces es posible.
-Lo intentaré
-De buenas intenciones está el mundo lleno. Mejor hágalo, Sr. Director.
Aunque creo que eso está aún lejos de sus posibilidades. Debe aprender primero la virtud de la compasión. Ayer despidió usted a Ramiro, buen empleado, veinte años de servicio incondicional. Y lo hizo a sangre fría, sin remordimiento de conciencia. Firmó su renuncia sin temblarle siquiera el pulso. Hay que tener cojones para eso, no le parece?
-Tendría que estar usted aquí sentado en mi lugar para entender ciertas cosas.
-Entonces deje de sentarse ahí. Es lo que dicen todos los ejecutivos. Excusa reprovada.
-Me asombra tanto alarde de sentido común en un Quijote.
-El Quijote fue el personaje que mejor usó el sentido común, por si no lo sabía, Sr. Director.
-Se supone que era un descerebrado a quien se le sorbieron los sesos
de tanto leer libros de caballería.
-Precisamente por eso. Al dejar de usar la mente, comenzó a usar el sentido común que era y es el sentido menos común de todos los sentidos. Mientras sea usted tan sesudo no podremos dar el primer paso para que se convierta en el Guerrero del Antifaz.
-Hable usted en voz baja no vayan a escucharlo.
En ese momento sonó el intercomunicador.
-Es mi secretaria. Con permiso.. “Sí, diga…..En este momento no puedo atenderla….Cómo dice?”- Tapo el auricular.
-Preguntan por usted……”Sí, aquí está, de parte?......Lo reclama una señora que dice que acaba de viajar de Nueva York”.- Juan dio un salto en la silla con un ruido infernal de su armadura.-El Sr. Director le alcanzó un auricular.
-Eres tú Aurora?....Cómo me encontraste?.....Me imagino….Ahora?....Es que estoy en una entrevista importante……Espera un minuto.-Tapó el auricular.-Sr. Director es mi amante. Dice que es urgente, que si puede pasar.- Aquí?-exclamó el director, -Sí aquí, quiere hablar con usted también.- El Sr. Director se puso de nuevo al habla.-“Escúcheme, Angelita, dígale a esa señora que no se vaya, que espere unos minutos. Enseguida la hago pasar.
-Me quiere decir qué es lo que pretende esa mujer?
-No lo sé. Pero ella solo existe en mis sueños y yo estoy bien despierto, no es cierto, Sr. Director?.
-Pues no lo sé. Hasta yo empiezo a dudar si esto no será un sueño. –Juan comenzó a tocarse la armadura. - “Santo cielo! No puedo creer que mi sueño se esté haciendo realidad. En ese momento escuchó el “PIN!” de su mago que lo estaba advirtiendo.
-Esta mujer sólo existe cuando yo duermo, Sr. Director.
-No se anticipe usted. Tal vez todo sea una confusión.
-No, no. Es ella. Conozco su voz. La escuchaba cada noche. Inconfundible.-El Sr. Director habló de nuevo con su secretaria: _”Dígame, Angelita, esa mujer es de carne y hueso?.....Sí, ya sé hay mujeres que tienen más carne que hueso, si me lo va a decir a mi. No es eso lo que le pregunté. Que si se la ve o no se la ve……La está viendo, obvio…..pero como una mujer despierta? ……claro, si habla no puede estar dormida, tiene usted razón…No me tome usted por loco, Angelita….No, no he bebido….Le explico, Angelita, lo que pasa es que Don Quijote que está aquí conmigo en carne y hueso….cómo dice?...obvio Angelita, él si tiene más huesos que carne, se ve que hoy está con buen sentido del humor…..No, sí, estoy hablando en serio aunque parezca gracioso. No me estará tomando pal churrete, verdad?…….Don Quijote me confirma que a esa mujer sólo la conoce en sueños……Tiene toda la razón, Angelita, creo que todos estamos perdiendo un poco la cabeza hoy. Sólo dígale que espere unos minutos más , que enseguida la hago pasar. Gracias”- Colgó. Sacó un pañuelo y se secó el sudor que le chorreaba por toda la cara.
-No sé ya qué pensar de todo esto. Me parece una verdadera locura, sin pies ni cabeza. Quién me mandó a mi meterme en este merengue!.-Hizo una pausa para respirar profundo.-No sé si tomarlo todo esto como una broma o mandarlo a usted al mismisimo infierno. Lo que usted pretende es que yo me infarte.
-No, Sr. Director. Lejos de mi tal cosa. Además ya paso la hora fatídica.
-De qué cuernos está hablando.
-Olvídelo, Sr. Director. Ya pasó la hora de los infartos.
-Lo único que me faltaba, que me agarre ahora mismo un infarto.- Su cara empalideció.-Si algo me llegara ocurrir, usted y sólo usted será el responsable.
-Si algo así le pasa, un infarto, una esquizofrenia, convulsiones, muerte en el acto, parálisis repentina…..ya no tendrá que preocuparse por mi ni por nada.
-Que la boca se le haga a un lado. Ciérrela antes de que me desmaye.
-Si algo habrá de ocurrir no será por mucho tiempo. En cuanto esa puerta se abra y entre Aurora sabremos a ciencia cierta si existe o si es solo producto de mi afiebrada imaginación..
-Está bien. Ya que estamos en el ruedo lidiemos. Más que cogernos el toro…..Pero dígame, ahora ya en serio, esa mujer existe o no existe?
-Pues no lo sé, Sr. Director, Cada vez que quiero comprobarlo, me despierto.
-Entonces cree usted que en este momento está soñando y en cuanto ella aparezca por esa puerta usted se despierta.
-Es posible.
-No, no, no…..eso no es posible. Yo no soy un sueño suyo. Yo existo, coño, estoy aquí en mi despacho, acabo de hablar con mi secretaria, soy el Director de esta empresa
-Lo es, claro. Pero tal vez porque yo lo estoy soñando. En cuanto despierte usted no es nadie. A no ser, como le dije antes, que sueño y realidad sean la misma cosa.
-Que es lo que yo espero-dijo ya más tranquilo el Sr, Director. Pero ya me creó la duda y con ella el temor de lo improbable. Estoy sintiendo puntadas aquí en el pecho. Creo que no lo voy a a soportar. Casi estoy por desear que todo sea un sueño y acabe esto de una puñetera vez.
-Creo que se me hizo la luz: usted, Sr. Director, no es un sueño mío, ni yo uno suyo, ni esa mujer uno mío, la vida es sueño y los sueños sueños son. No lo dijo ya Calderón de la Barca?-Juan se puso a brincar y a saltar haciendo gran algarabía con los hierros.
-Guardemos la compostura, Don Quijote, o Juan, o lo que quiera que usted sea…..y no me enrede usted más con sus sofismas. Está por entrar esa mujer y no me gustaría…
-Que nos encuentre saltando y bailando como dos chiquilines. Sea usted mismo, Sr. Director, déjese de mequetreferías y échese una cana al aire….Desnúdese, usted, Sr. Director….desnúdese usted.
-Qué está usted diciendo?....que me desnude? Está usted loco?
-Sí, desnúdese usted, que la ropa de Director le queda gorda a un Guerrero del Antifaz. Desnúdese de prejuicios innecesarios. El alma quiere estar desnuda, libre de creencias, de leyes, de dogmas, de toda clase de ataduras. Tire a la basura todas sus máscaras.
-Quién me mandó a mi meterme en este merengue.
-El mismo que lo hará salir de él: usted mismo Sr. Director, no te jode!
Casi al borde del paroxismo, el Sr. Director se había levantado y paseaba alrededor de Don Quijote.
-Si me viera mi santa madre!!- No dejaba de santiguarse. Y se hablaba a sí mismo:” debo conservar mis cabales….debo serenarme…..serenarme….. “ Y dirigiéndose a Don Quijote:
-Por Dios se lo pido. Conservemos ambos la mesura, al menos por un rato.
-Tiene usted razón, Sr. Director, volvamos a la mesura por un rato, porque yo tampoco quiero que Aurora me vez disfrazado de esta manera, Qué va a pensar!. La perdería para siempre. Llamaré de nuevo a mi mago.
El Sr. Director lo miró de vuelta convertido en Juan y fue ahi que le volvieron las dudas. Aquello podía ser de verdad un sueño. Pero ya estaba jugado y no era cuestión de prolongar más la agonía de la duda. Se dirigió decidido al intercomunicador.
-Sí, Angelita, estoy aún aquí….dígale a esa señora que puede pasar. Y se quedó unos segundos mirando al aparato antes de cortar como esperando ver aparecer a esa mujer por el hilo del teléfono y no por la puerta. Colgó y se acomodó en su sillón, que en ese momento imaginó ser la silla eléctrica. Los cuatro ojos se prendieron en la manija de la puerta. Cuando esta giró, los cuatro mismos ojos giraron con ella. La puerta se abrió y apareció Aurora esbozando una amplia sonrisa. Los dos la miraron y se miraron al mismo tiempo. No podían creer lo que estaban viendo. Aurora era una mujer de carne y hueso, y muy hermosa por cierto, entrada en los cuarenta, pero con una esbeltez de cuerpo que daba a entender que debió ser una verdadera reina de la belleza. Ninguno de los dos salía de su asombro, como si los hubieran disecado de golpe.
-Hola, Sr. Directos. Hola Juan.
-Hola!, -contestaron los dos a la vez con el espanto aún en la cara.
-No se asusten. No soy ningún fantasma. Qué historia le contaste Juan al Sr. Director de mi?
-Me contó-dijo el Sr. Director, recobrando el movimiento de sus maseteros, cómo es que se conocieron y lo bello de su romance. Nada raro, no vaya usted a creer.
-Es que no me vas a saludar, Juan? –Este, aún receloso, se acercó y le dio un beso en la mejilla.
-Así es cómo se saluda a una amante? Tú no eres Juan.
-Qué te hace pensar eso?
-La forma de besarme. Juan jamás me besaría así. Cambiaste acaso tu personalidad?- Juan miró de reojo al Sr. Director, que no hizo ni el menor gesto, es más retiró su mirada de los ojos de Juan.
-Pues sí soy el mismo.
-Estás seguro que eres Juan? Por qué no se lo preguntas a tu cara?
-Juan, dígale usted la verdad- dijo el Sr. Director.-Los tres intercambiaron miradas desconcertantes.
-De qué verdad habla, Juan, el Sr. Director?
-Te lo diré. Toma asiento-El Sr. Director le ofreció enseguida una silla, antes que Juan se adelantara.- Tú tienes razón, ya no soy más Juan. Soy Don Quijote de la Mancha.-Aurora se sonrió y a penas se inmutó
-Por qué será que las mujeres intuimos todo?-contestó Aurora, sin importarse por la declaración de Juan.
-Te quieres explicar mejor?-dijo Juan
-Yo tampoco soy más Aurora.
-Quién rayos eres sino?
-Me convertí en el último deseo que tuve antes de morir-Juan y el Sr. Director se miraron de frente con el asombro bailoteando en sus ojos.
-Quise ser Dulcinea.
-Yo también tuve el mismo desea antes de morir-Y tengo un mago que cumple mis deseos, menos el de dejar de ser Don Quijote.
-También yo tengo mi mago que cumple mis deseos menos ese.
-Esto es increible, Aurora.
-No me llames más Aurora. Ahora soy tu Dulcinea.-El Sr. Director había enmudecido. Escuchaba la conversación de Juan y de Aurora desde un lejano limbo de los justos. La cara se le había iluminado con una blanca luz que procedía de su interior. De pronto empalideció y volvió a desmayarse. Cuando entró su secretaria, lo encontró desmadejado en su sillón, echando espumarajos verdes por la boca. Una ambulancia lo trasladó minutos después al hospital.
Después de caminar largo rato por Madrid encontraron una posada por Lavapiés.
El sol brillaba en lo alto y se veían los árboles cubiertos de flores anunciando el comienzo de la primavera. Olía a rosas, azaleas y jazmines por todas partes. Bullía la sangre en las venas. La primavera en Madrid, a pesar de persistir aún los últimos ramalazos de frío, ilumina toda la ciudad y la pinta de acuarelas de mil colores.
-Me gusta cómo te queda ese vestido de aldeana. De veras que te le pareces. Y seguro que le hubieras ganado en hermosura.- Dulcinea trató de besarlo, pero por más esfuerzos que hizo, sólo logró apartar el yelmo lo suficiente como para meter su dedo y enviarle un besito en la punta.
-Hablas aún con la voz, Juan?
-Ya te dije que no soy más Juan ni tú Aurora. Tenemos que acostumbrarnos a nuestra nueva identidad. Puedes llamarme Ki si quieres en vez de Quijote. Yo te llamaré Dulci o Dulcecielo.
-Llámame Dulcecielo, me gusta más.
-Bien, Dulcecielo. Así es como te llamaré en adelante.
-Y yo te llamaré Kisol. Si yo soy cielo, tú eres sol, no te parece?
-Ideal genial. Como todas las tuyas.- Hizo ademán de besarla pero se retuvo. Ya vería la manera de que hubiera un acercamiento amoroso entre los dos. Aquello le estaba ya preocupando a Juan. “Por qué la felicidad nunca puede ser completa?”, pensó. Pues haber encontrado a Aurora, era para Juan la total felicidad
-Sabías, Juan, dijo Aurora, que la palabra Ki en japonés es “fuerza vital?”
-No lo sabía.
-Es esa fuerza que da vida a todas las cosas y proviene precisamente del sol. Eres un privilegiado con tu nuevo nombre.
-Y tú eres ese Dulcecielo donde mi sol brilla eternamente.-Aurora lo abrazó con mucha ternura y lo retuvo un rato contra su corazón.-Además eres una dulce total. Ahora entremos ya en esa posada que quiero dejar descansar mis hierros por un rato.
Era una posada antigua que les hizo recordar a las que describe Cervantes en su novela,
con las puertas de madera antigua, las llaves pesadas, fuentes en medio del patio con el infaltable pozo, gallinas correteando y cacareando, bohemios empinando sus jarras de vino, paredes de piedra maciza y mucha cal en las paredes dándole una gran luminosidad.
Allí pasaron aquella primera noche.
-No vas a sacarte la armadura?
-Olvidaste que soy un caballero andante? Los caballeros jamás se despojan de sus armaduras y velan sus armas.
-Pues quédate velando tus armas toda la noche porque yo pienso dormir a pierna suelta.
Además ya olvidaste que soy mujer?
-Y muy fermosa y contorneada, por cierto.
-Para lo que me van a servir contigo ninguna de las dos cosas!
-Tendrás tus compensaciones, mujer, Cada entuerto que desfaga, cada batalla que gane, cada princesa que desencante, serán hazañas feitas en tu nombre mi Dulcecielo.- Aurora se había quedado pensando, o mejor, ideando algo, y no lo escuchaba.
-Ya encontré la solución, Kisol. Cada vez que queramos hacer el amor llamaremos a nuestros magos y nos convertiremos en Juan y Aurora.
-Cómo no se me había ocurrido tamaña idea?
-A los hombres no se le ocurren cosas como esas. Además te diré que ya estoy odiando un poco esa maldita armadura y yo no soporto ya más este maldito corsé que no me deja ni respirar. Así que llamemos ahora mismo a nuestros magos y tengamos la mejor y más dorada noche de nuestra vida; esa que siempre soñamos, hasta que las velas ardan.
Así lo hicieron y tuvieron una noche de amor inolvidable.
Todos los días salían a pasear por las afueras de la ciudad. Un tibio sol de primavera se escurría por las ventanas abiertas, aquella tarde de domingo y trepaba los aleros jugueteando en las terraza al vaivén de las hojas y ramas de los rododendros y las araucarias florecidas. Por ser día festivo, todo el mundo paseaba aprovechando los lugares más soleados. Las plazas rebosaban de niños gritando y elevando globos y barriletes de todos los colores.
La gente los miraba y sonreían. Los chicos se acercaban curiosos para ver a Don quijote. De Dulcinea sabían muy pocos la historia. Lo tocaban medio con temor. Tocaban su lanza y su armadura. A los niños les cuesta poco soñar e imaginar. Sabían que Don Quijote era bueno, pero así y todo preferían verlo de lejos.
-Nunca podremos ser como la ficción-Juan, perdón!, Kisol.
-No hay duda Dulcecielo que la ficción supera a la realidad. Los niños viven de irrealidades. Lo real no les interesa. Es demasiado obvia. Ahora entiendo por qué tenemos que hacernos como niños. Mientras nosotros queremos correr, ellos vuelan. Mientras tratamos de sobrevivir, ellos viven simplemente. En tanto trabajamos como locos, ellos se divierten. Creo que nunca podría existir un Quijote de verdad, es un verdadero absurdo.
-Creo, Kisol, que deberíamos volver cuanto antes a nuestros sueños. Qué piensas?
-Estoy de acuerdo contigo. Observa esos niños. No los notas diferentes? Hasta me parece que sus ojos son más cristalinos. Todo lo hacen más rápido, pero a su vez se mantienen en su centro. No les molesta tanta actividad. Son como tornados, verdaderos remolinos de viento, pero en el centro mantienen la calma. Será que el mundo estará necesitando esa clase de almas?
-Creo que necesitamos ser cuanto antes niños para salvarnos. Temo que esta vez nuestra realidad supere a la ficción y no volvamos más a nuestros sueños.
-Eso temo yo también Dulcecielo.
-Yo creo que en sueños éramos mucho más reales. Ahora tendremos que morir un día.
-No digas eso . No menciones la muerte.
-Le tienes miedo porque ahora la ves como una realidad y cuando soñábamos la muerte no existía.
La tarde iba cayendo y el sol declinaba sus rayos alargando las cosas. Había comenzado a refrescar y todos se iban ya retirando de los parques lentamente.
-A dónde quieres que vayamos Kisol.?
-Pues no lo sé. Por ahora caminemos, Al menos tenemos la libertad de no tener que atenernos a una rutina de “dóndes”, “por qués” y “para qués”
-Pues sí, tenemos aún esa libertad que ellos no tienen. Lo que me asombra es que no nos haya ladrado aún ningún perro. Será que ni los perros nos reconocen?
-No es eso. Es que no hay perros. –Los dos se rieron. -Estaba pensando que este puede ser un buen lugar para empezar nuestra misión.
-Qué misión, Kisol? Aviva el seso y despierta. No ves que somos juguetes, simples marionetas del carrousel de la vida, que la gente se divierte con nosotros. Este no es nuestro lugar, volvamos a los sueños.
-Qué locura es esa. Soy Don Quijote y se me ha asignado una misión que deberé cumplir a ultranza.
-En todo caso, que tú debes cumplir, no yo. Olvidas lo que fui y lo que soy°
-Es un reproche.? Por qué lo hiciste?
-Porque aún te amo.
-Es una buena razón. Ahora tienes un problema: vas a tener que buscar una razón superior para dejar de amarme. Yo sé que añoras tus lujos y comodidades de tu mansión de Nueva York, y yo mis zapatillas de dormir, pero nadie nos mandó tener ese deseo antes de morir.
-Lo sé. No estoy arrepentida. Soy feliz a tu lado. En el amor de verdad no hay retorno. Pero ya no me sueñas como antes. Era mucho más feliz en tu imaginación. Eso es lo que añoro, Juan.
-Me llamaste Juan.
-Sí te llamé por el nombre que siempre amé y no pienso más llamarte de otra manera.
-Está bien. Yo también prefiero que sigas siendo Aurora.-Ella lo abrazó con lágrimas en los ojos.
-Recuerdas Juan, en los líos que te metías por mi. Todo porque me soñabas.
-Claro que lo recuerdo, y me hacía muy feliz hacerlo.
-Lo sé. Eras capaz de la mayores hazañas, y aún en los delirios de caballero loco y descelebrado, como el verdadero Quijote, sin sesos ni razón, pero capaz de jugarse la vida por su amada. Ahora me tienes contigo día y noche y ya no necesitas soñarme como antes, a penas me tocas. Mal puedes hacerlo con ese maldito artefacto.
-Eres injusta Aurora. Con la ayuda del mago, buenas noches que has pasado conmigo
-Sí, con la ayuda del mago, no con la tuya. Ahora necesitas ayuda para todo Además me siento sirvienta y no princesa, y ya no eres invencible como el verdadero Hidalgo, cualquier tos te postra en la cama, te duelen los huesos, te fatigas, te mahumoras, te quejas de los juanetes, y yo no vivo ya embelesada en la dulce espera de mi príncipe azul que todo lo soportaba por amor a su reina. Te vi comer uvas el otro día, las engulliste todas, una tras otra, sin ofrecerme siquiera una, yo también tenía hambre, era lo único que teníamos para comer. Por favor, entiéndeme, Juan, yo te amo y te seguiré amando, pero no crees que la ficción supera en mucho a la realidad? Por qué no llamamos a nuestros magos y le pedimos que nos devuelva a la mente de Don Miguel y que nunca más nos haga despertar a la realidad, porque es cruel.
-Lo que ocurre, Aurora, es que esta experiencia es necesaria. Sin renuncia y sufrimiento es difícil sobrevivir.
-Por qué sufrir es una necesidad?
-No lo sé. Más bien creo que es una condición humana. Cómo podrías gozar las delicias de un sueño sino pudieras compararlos con la cruda realidad de las miserias humanas? Si somos capaces de vencer la cáscara amarga de la vida, el placer de los sueños se acrecienta en la medida que nos acerca al corazón de la fruta que lleva dentro.
-Será que no me gusta sufrir-dijo Aurora, que, cansada de caminar, se había sentado bajo un frondoso árbol.
-A nadie nos agrada el dolor, Aurora, pero sin él qué sería el placer? Creo que detrás de todo esto hay un gran misterio por descifrar. Hay sueños que nacen y mueren como relámpagos en el cielo y otros mueren sin siquiera nacer.
-Podrán comprender mejor esas cosas-dijo el mago, apareciendo, cuando les llegue la hora señalada.- Juan, como de costumbre, hizo la señal de la cruz antes de contestar
-Por qué siempre hay una hora para todo?
-Tal vez, Juan, de la misma manera que no hay respuestas para todo.
-Cuándo será eso?-dijo, más calmada, Aurora.
-Antes de lo previsto-dijo el mago.
-Te refieres-inquirió Juan a mi misión?
-Han cambiado las cosas allá arriba. Te ví devorando esas uvas y a Aurora esperando que le ofrecieras alguna al menos, o que se te cayera una al suelo para quitarse el hambre, pero tomaste buen recaudo para que eso no sucediera. Eres muy egoista, Juan. Sólo piensas en ti. Cuando soñabas eras desprendido, caballeroso, te importaban los demás. Aurora era la dama de tus sueños. Ahora encerrado en ese sarcófago herrumbroso, te estás pudriendo por dentro y hasta hueles mal.-Juan estaba compungido y a punto de llorar.
-Mejor no lo hagas aquí, no sea que necesites llorar tanto que inundes toda la ciudad. y sea peor el remedio que la enfermedad. Además nadie debería llorar por lo que le pasa sino por lo que no le pasa. Si la vida, Juan, no es un sueño, deja de ser vida. Vas a volver a tus sueños. Si se empeñan ambos en seguir siendo Don Quijote y Dulcinea, cosa que sólo ustedes van a decidir, se tendrán que atener a las consecuencias.
Hay aún otra alternativa. Pueden pedir un último deseo, incluso el de convertirse en dioses.
-No somos Adán y Eva para hacer eso.
-Adán y Eva, Don Quijote y dulcinea, Romeo y Julieta, Cleopatra y Marco Antonio, todos son la misma cosa. Cuando tenían cuerpos imaginarios, no estaban enredados en la telaraña de los miedos.
-Entonces por qué Dios no nos hizo seres imaginarios y no de carne y hueso?-dijo Aurora.
-En realidad todos somos producto de la imaginación. Somos un pensamiento de Dios. Por eso tienen la oportunidad de conocer esos pensamientos. A mi no se me ha dado esa elección. Si la tuviera como la tienen ustedes no dudaría.
-Estás siendo Satanás, no un mago-dijo Juan malhumorado.- Cerraré mis ojos y dejare de pensar en ese deseo.
-Desde cuando, Juan, piensas con los ojos?
-Te Diré que por más mago que seas, estás mal informado respecto a ese tema. Los humanos hemos superado ya ese paradigma y vemos con los oídos y escuchamos con los ojos.
-Lo cual te asemeja lo bastante a un ser divino. Sólo necesitas que lo confirmes.
-Tú lo que pretendes es que me convierta en Lucifer.
-Lucifer nunca dejó de ser un ángel ni dejó de tener poder.
-Debo confesar que mi confusión está llegando al límite de mi resistencia. Con razón sucumbieron nuestros primeros padres. Quienquiera que seas, sé sincero conmigo y dime la verdad de la existencia humana. Aún no sé tus verdaderas intenciones ni hasta dónde llega tu información, no me importaría pedir ese deseo, si con eso consiguiera ser dueño de la verdad.
-Tanto tú como Dulcinea existen y todo es un juego de poderes y resistencia-dijo el mago. Al fin lo que llaman mal es tan poderoso como el bien. El bien siempre ha sido aplastado por el mal; es lo que se dice. Pero al final siempre triunfa el mal. Se trata sólo de promesas incumplidas. Aún falta mucho para que predomine el bien entre los humanos. Y eso no ocurrirá nunca, mientras sean humanos.
-Consultaré primero con Dulcinea
-No lo hagas. Déjala reposar.-Dulcinea se había quedado dormida plácidamente recostada en un rododentro.-Es tu destino, no el suyo.
-Está bien pediré ese deseo-dijo Juan decido.-Cuando se dio vuelta, el mago había desaparecido.
Una vez más el despertador salvó a Juan de ser condenado o salvado.
-
. Capítulo nueve
Vigilia
-Pá, cuándo viajamos a España?-preguntó Marisol.-Juan levantó los ojos de los clasificados de “segundamano” y los clavó en las pupilas verdeazulinas de su hija.
-No lo sé hija, pero creo que nos quedaremos aún por un tiempo.
-Eso no fue, pá, lo pactado. Odio esta ciudad y tú sabes bien por qué.
-Hija, no deberías decir eso.
-Por venir aquí perdí a mi madre y a mi hermano.
-Fue la fatalidad, no hay por qué buscar culpables.
-Yo no pienso asi. Sí que los hay. Si todos nos lavamos las manos cualquier crimen quedará impune.. Yo también me culpo de sus muertes. Por eso odio los curas y los confesionarios porque desde ese trono del perdón te absuelven de todos los pecados. Te confiesas, Dios es bueno, la vida es bella y no te guarda rencor….; puras excusas de quien no se hace responsable por sus actos.
-Tú no los mataste.
-Pues fíjate que sí; en parte fui culpable de sus muertes. Nadie se mata por matarse y menos elige a sangre fría un destino tan trágico. Mal que mal a todos nos gusta la vida.
-A veces se toca fondo y uno decide no seguir luchando.
-Quién los empujó a ese fondo?
-La vida misma, hija, las circunstancias, las malas compañías, errores imperdonables, no lo sé, creo que nadie lo sabe.
-Yo sí lo sé Todos los empujamos. Somos solidarios para el bien y para el mal. Y los más cercanos somos los más solidarios y los más culpables
-Por qué hablar de culpables. Al sumo seremos responsables.
-Lo ves, pá, siempre buscando el lado que menos nos duela.. No me gusta cambiarle el nombre a las cosas. Es muy común confundir responsabilidad con culpabilidad, independencia por libertad, creencia por conocimiento, exactitud por verdad. A las cosas hay que llamarlas por su nombre, creo yo., aunque nos duela o no estemos de acuerdo. No podemos crear una moral o una ética sólo para Amador, a total conveniencia. Se nos va la vida en actividades como estudiar, trabajar, para terminar no sabiendo nada del otro. Un día, alguien que vivió años a nuestro lado, en casa o en la oficina, se pega un tiro o se tira bajo el tren y lo único que se nos ocurre decir es: “Podre, qué conflicto psicológico tendría”. Vivimos, pá, en un mundo de basura mental e hipocresías. Hipocresía, dije?, creo ser la palabra exacta para definir a la actual sociedad. Y no me excluyo, no sería justa. Tal vez Discépolo, tan criticado, tenga razón al decir en su tango “Cambalache” que “el mundo es y será una porquería”, que “siempre ha habido chorros, maquiavelos y estafaos, contentos y amargaos,valores y dublés”, y que “vivimos revolcaos en un merengue…… todos manoseaos”. Y áun sigue diciendo que “resulta que es lo mismo ser derecho que traidor, ignorante, sabio, chorro, generoso, estafador”, que “todo da igual”, que “nada es mejor”, que “lo mismo da ser un burro que un gran profesor”. Con razón luego se lamenta y dice “qué falta de respeto!, qué atropello a la razón!, Cualquiera es un señor!, cualquiera es un ladrón!....Igual que en la vidriera irrespetuosa de los cambalaches”, donde, como él mismo magistralmente dice “se ha mezclao la vida, y herida por un sable sin remache veo llorar la biblia contra un calefón” No me digas, pá, que el que escribió eso no sabía de la vida.
-Y ella le pagó mal.
-No, pá, no fue la vida, fuimos nosotros. Ahí está el quid de la cuestión. Culpamos a la vida que nada tiene que ver, para sentirnos inculpados y anestesiar la conciencia. De vuelta disculpándonos. Cómo nos cuesta involucrarnos en las culpas. Pero las hay y no podemos escapar de ellas, al menos en nuestra conciencia adormecida. Un hombre como Discépolo, lo que hizo fue involucrarse, con la politica, con la gente. Hombres asi no deberían morir, pero la vida se los suele llevar muy temprano. Dicen que era un hombre triste, que sus tangos son tristes. Y cómo es la vida en este país sino triste y melancólica. No hay crueldad, pá, en el tango; hay denuncia porque “la vida es una herida absurda” que nos duele; y eso también lo dijo él
-También hay otra historia, hija.
-Sí, la conozco, me la sé de memoria: la del vaso medio lleno o medio vacío, la de la otra cara de la luna, bien yanki. Pero no existe una sin la otra, aunque todos rechazan la negativa, la del tango, porque duele. Pero te diré que la cara que todos persiguen es una utopia. La otra, la del tango no falla- Juan había cerrado el periódico y encendido un cigarrillo. Su hija lo estaba poniendo tenso.
-Pá, tú y yo necesitamos hablar más a menudo de estas cosas. Al menos a mi me hace bien. Ando muy acelerada y necesito confrontar más. Mis compañeras ya casi no hablan con sus padres, con sus viejos, como ellas dicen. Hacía tiempo que quería hablar asi contigo. Te ví siempre tan metido en tu mundo, en tus cosas, que me daba como temor, interrumpir tu propia soledad. No te molesta que hablemos, no?
-Al contrario, hija, a mi también me hace bien.
-Qué bueno que lo digas. Además no es necesario que estemos de acuerdo en todo. Cada uno tiene su opinión y respeta la del otro, verdad pá.
-Claro, hija. Quiero que sepas que estoy muy orgulloso de ti. No podría pedir más de una hija. Creo que mañana largo todo y me voy a estudiar contigo al colegio.-Marisol se rió, se acercó a su padre y le dio un beso.
-Gracias pá por existir. Ya quisiera tener yo tu sabiduría.
-Y yo tu juicio y tu comprensión.
-Respecto a volver al colegio no te lo recomiendo. Allí no te enseñan a vivir. Ni siquiera a convivir. Es una jauría de perros rabiosos. Si pudieran se sacarían los ojos. Te adiestran la mente no el corazón. He aprendido más de ti y de mamá (q.e.p.d), que en lo que llevo de carrera. Siempre estuve orgullosa de ustedes. Creo que no te lo conté. El día que terminé el curso con diploma de honor y como abanderada, casi me expulsa la directora del colegio. No se me ocurrió mejor idea que decir públicamente que el diploma hubiera preferido recibirlo de manos de mis padres y no de la directora. Tenías que ver la cara que puso. Creo que dije textualmente; “La enseñanza la recibí de ustedes pero la educación de mis padres. A ellos les correspondería entregarme este diploma. Recuerdo que todo el colegio aplaudió, menos ella. Al final no me expulsaron pero tuve que soportar la cara de perro de la directora por varios meses. Quiero que sepais que os amo a ti y a mamá.
-Nosotros también te amamos, hija. Acabas de darme una gran lección de vida.
-Que es para ti como aprender una lección de tango. –Marisol miró el reloj y dió un respingo. -Adiós, pá, se me hizo tarde. Tengo inglés a las ocho.- Le dio un beso y salió corriendo. En la puerta se cruzó con su hermano que venía del cole.
-Qué te pasa mensa, mira por dónde caminas..-Marisol no le contestó, sólo sonrió.-Hola pá, me fue rebién en el examen Me saqué otro diez
-Te felicito, hijo
-Gracias, pá. Traigo un hambre que me muero. Tiró la mochila e el diván y salio disparado a la cocina. Volvió con un sanwuiche de jamón y queso en una mano y en la otra una lata de coca.
-Pasa algo, pá?
-Nada hijo. Pensaba. Estuve hablando un buen rato con tu hermana.
-Y te rompió los quinotos como de costumbre.
-No. Todo lo contrario. Tuvimos una charla muy amena e interesante.
-Lo que es conmigo a penas ni me saluda. Se puede saber de qué hablaron?
-De la vida, de las cosas que pasan, mejor dicho que nos pasan.
-A esa pendeja no le pasa nada, Ni siquiera le sale un novio. Supongo que también habrán hablado del viaje a España
-Muy de refilón.
-No veo la hora de irme. Ese día me emborracho, te lo juro. Qué país podrido este, por Dios!-Luisito era el unico de los tres hermanos que no quiso nunca hablar como los porteños. Marisol en casa no lo hablaba, pero sí con las amigas de la facultad. Lo que Luisito no aguantaba era ese “engrupimiento” de creerse la última cocacola en el desierto. -Y aún tienen el tupé de comparar el Martín Fierro con el Quijote; por Dios!-
Algo hizo clip en el cerebro de Juan al escuchar la palabra Quijote. Se sobresaltó.-Estoy seguro-continuó Luisito- que ni siquiera lo han leído.- Hizo una pequeña pausa para seguir con su emparedado de jamón y queso. Luego preguntó:
-Para cuándo, pa, nos vamos a España? Ya pusiste fecha?
-No viajaremos por ahora.-Luisito dejó de masticar, puso la lata de coca en el suelo y se acercó más a su padre.
-Ahora entiendo la cara que tenías al verme entrar. Seguro que a mi hermana la convenciste fácil. A mi no me vas a convencer asi como así. Te daré otra chance. Voy a pensar que me estás haciendo una broma, de mal gusto.
-No es una broma, hijo. Es una decisión.
-Está bien. Os quedaréis vosotros dos, porque lo que es yo, me voy.-Se puso a caminar nervioso. Iba y venia pasando la lata de coca de una mano a la otra y gesticulando al mismo tiempo.
-Cambiaste los planes sin contar con nosotros. Total siempre me consideraste un cero a la izquierda.
-Se lo prometí a tu madre.
-Estás mintiendo solemnemente porque má era la primera que se quería ir.-Golpeó la mesa con la lata que desparramó parte del líquido.
-Hablé con ella.
-Escuché bien? Que hablaste con mi madre? Qué locura te agarró?
-Fue en sueños, por supuesto, pero tan real como lo es ahora hablar contigo.
-Desde cuándo crees que los sueños son reales? No se puede hacer promesas a los muertos.
-Tu madre y tu hermano viven.
-En la vida eterna, Amén. –Y se persignó. Los recordamos y los seguimos amando, eso es todo.
-No, hijo, los ví de una forma tan real como te veo a ti.
-No dudo que su muerte te afectó, pero no pensé nunca que fueras hasta ese extremo. Creo que vas a necesitar ayuda psicológica
-Aurora también es real.
-De qué Aurora me hablas?
-Olvídalo, fue un lapsus.
-Con que esas tenemos. Amas ya a otra mujer. Ni siquiera has podido respetar un mínimo de tiempo a mi madre. – A Lusisito le agarró como un ataque de histeria y comenzó a reirse descontroladamente.-Sabes que debe ser cachondo eso de tener otra mujer, una amante, una puta, qué se yo. Creo que te pasaste de la raya. No pienso respetarte más como padre. – Juan se levantó y lo abofeteó
-Dónde está la raya. Me la puedes trazar? Luisito no contestó, sólo se llevó la mano a su rostro. –Nunca más le hables asi a tu padre.- hubo un silencio cortante. Luego Juan se sentó y dijo:- Ya hable con tu hermana y no puso inconvenientes en quedarse.
-Ella siempre tan maricona. Yo me las tomo. Por lo pronto me iré a vivir solo hasta que termine mis estudios, total faltan meses. Sólo me quedan por rendir dos parciales y el final. Y en cuanto junte unos pesos, pues pienso trabajar, me largo y no me ven más el pelo. Yo también voy a cumplir una promesa. Se la hice a mi hermano Carlos
-Pero si él siempre quiso quedarse en Buenos Aires.
-Precisamente. Le prometí no seguir sus pasos Mira cómo terminó por aferrarse a este maldito país. Quieren verme terminar como él?
-Tampoco tienes por qué hacer lo que él hizo.
-La ocasión hace al ladrón. Prefiero no correr el riesgo. Mi hermano nunca pensó entrar en la droga, pero pudo más que él y declinó.
-Ese peligro lo encontrarás a donde vayas.
-Es posible, pero de todos modos me voy. Y no intentes correr detrás de mi y detenerme como a mi hermano. No quiero, como dice el tango, aunque lo odio, que me maten los recuerdos. Es lo único que aún no he podido odiar del todo en este maldito país. El tango es absurdo, como la vida, pero dice siempre la verdad. Lo decía siempre Carlos.
-Eres mayor de edad, asi que no voy a oponerme a tus decisiones. Cuenta conmigo de todos modos.
-Lo sé. No voy a reprocharte de nuevo. Es mi vida y quiero vivirla a mi manera.
-Quiero que sepas que esta sigue siendo tu casa.
-Creo que no me gustaría regresar. Menos vencido. Por orgullo tal vez. Más bien por dignidad. Debo bancármelas, perdón!.Maldito lunfardo. Te entra en la piel como por ósmosis. Sí, debo arreglármelas solo. Y eso es lo que haré
-Me dijiste que te faltan solo dos materias para recibirte y la prueba final-dijo Juan, cambiando de conversación.
-Sí, asi es.
-Sigues con el mismo promedio?
-Si, incluso lo mejoré en los dos últimos exámenes.
-Qué bueno, hijo. Te felicito
-Déjame ya de felicitarme y ámame…..perdón, pá!, no quise decir eso
-Ya lo has dicho. Y es lo mejor que he escuchado de ti hasta este momento. Siempre me he sentido culpable por eso. No he sabido amarte.
-No lo dije para que te sientas mal. Me salió. Olvídalo. Me jode que me feliciten por mis logros. Para lo que me van a servir!. Ser tuerto en el país de los ciegos no te mejora la visión. En España con ese promedio, a penas sería un ciego más. Allí estudias o estudias. Tengo miedo que no me revaliden mis estudios..-Juan aún seguía ausente. Las palabras de su hijo reclamando amor le seguían lacerando.
-Creo, pá, que no me estás escuchando. Mejor voy a preparar algo para comer
-Está bien, hijo. Creo que tu hermana dejó preparadas ayer en el Frizer unas milanesas.
-Joya!. Las caliento y las sirvo. Supongo que tú también quieres comer algo
-Sí, claro.-Juan agarró el diario. Al rato llamó a Luisito.
-Mira lo que dice aquí.-Juan estaba riendo. –Luisito se acercó.
-Al fin algo que te hace reir.
-Te leo: “Era de noche. Un hombre pescaba en una Playa en Salvador(Bahía)…
-Eso es en Brasil, no?
-Sí, es Brasil,-Siguió leyendo:”De pronto atrapo una ballena.
-Una ballena pescando?-exclamó Luisito.-No lo puedo creer.
-Deja que siga leyendo: “La tal ballena resultó ser una mujer de color de 140 kilos que se bañaba desnuda junto a un acantilado. El hombre no pudo distinguirla de un cetáceo dada la oscuridad reinante..-Luisito soltó la carcajada.
-Me imagino a la negra dentro de la red y desnuda. Espectáculo total. Eso sólo ocurre en Brasil.-Ahora reían los dos.
-Sigue, pá. Cómo es que termina el novelón? O es por entregas? Te imaginás, pa, a una negra asi desnuda encima de ti. Te la regalo. Te deja como tapa de empanada.- Y no paraba de reir..-Sigue, por favor.
-“La señora hizo una demanda judicial, pero parece ser que ya la retiró. El susodicho pescador de mujeres-ballena le prometió casamiento si retiraba la denuncia. Parecer ser que el tipo aceptó. Corolario: “La cosa puede terminar en una historia de amor imposible o en un imposible en las historia del amor”
-Tal vez la use como contrapeso en una balanza industrial- dijo Luisisito, que ya le dolía la barriga de tanto reir.-Para qué otra cosa puede servir semejante pedazo de carne con ojos.
-Más respeto por las gordas. También tienen sus encantos.
-Algunas-replico Luisito, pero esa con 140 kilos, tú crees que puede encantar a alguien?
-De gustos no hay nada escrito.
-Me da la impresión, pá, que te gustan las gordas.-Huy!!, las milanesas, se deben haber chamuscado.-Salió volando para la cocina……Menos mal, aún no se quemaron del todo. Te gustan, pa, pasaditas?
-Para el hambre no hay pan duro. Puedes servirlas. Yo preparo la mesa,
-Oye, pá, qué bueno verte reir. Sabes cuánto hacia que no te veia reir así?
-Sí, me imagino.
-Nos tenias preocupado.
-Lo estoy intentando. Los recuerdos duelen.
-Claro que duelen, pero la función debe continuar. No nos podemos ir con los que se van. Hay una frase que tú siempre dices, que la vida a veces nos da una de cal y otra de arena. Respecto a eso, puedo preguntarte algo? Cuál es la buena; la de cal o la de arena?.
-Las dos son necesarias para edificar.
-Tienes razón. Ves que eres sabio.? Aunque yo prefiero la de cal.
-Te imaginas construyendo tu casa con cal solamente?
-Por lo menos va a quedar muy blanquita…jajaja!!! Te gustaron la milanesas? Al parecer sí porque no dejamos ninguna.
-Estaban de diez.
-Aún quedan algunas más. Si quieres las pongo al horno.
-Por mi no, ponlas para ti.
-Quedé pipón. Si sigo comiendo no duermo. Hablando de dormir creo que ya es hora de apolillar. Mañana tengo prueba.
-Que descanses, hijo.
-Tú también, pá.-Luisisto comenzó a retirar la mesa.
-No, déjala, yo la retiro. Vete ya a acostarte. Esperaré a que llegue Marisol y me acuesto yo también.
-Ah, pá, se me olvidaba. Creo que decidí quedarme con ustedes. Creo que los necesito todavía.-Juan se levantó y le dio un abrazo.
-Perdona, pa, por hacerte enfadar,
-No tengo nada que perdonarte. En todo caso soy yo quien te tiene que pedir perdón por haberte puesto la mano encima.
-Ya lo olvidé.
-Sólo quiero que sepas que siempre te quise, pero no tuve el valor de demostrarlo.
-No te preocupes, eso le pasa a muchos padres de compañeros míos. Ellos tampoco fueron amados. Pero nunca es tarde para un desafío, no crees, pá?.-Volvieron a abrazarse.
-Hasta mañana, hijo.
-Hasta mañana, pá.
-Te amo, hijo.
-Lo dijiste
-Lo dije-Juan no pudo contener las lágrimas.
-Yo también te amo, pá. Los hombres también lloran.
Capítulo diez
Amor de Tango
Antes de partir para España, Griseta tuvo el último encuentro con Juan. La había invitado a cenar en una cantina de la Boca. Pese a que ella odiaba las despedidas, aceptó. Pudo más el corazón. –“¡Él nunca sabrá cuánto lo amo. Algún día vendrá a buscarme y se arrodillará a mis pies para pedirme perdón”. Era la fuerza del rencor. Enfiló la calle, altiva, con el orgullo puesto, de mujer herida. No podía detener el diálogo interno, con el que trataba de desahogar las amargas penas. –“Podría quedarme, pero no lo haré. No voy a humillarme más por un amor no correspondido. Me lo impide mi vergüenza de mujer por tan inmerecido desprecio. Quién se cree que es? Quién se cree que soy? Si pudiera al menos ver sangrar mi corazón!. Pero no le voy a dar ese gusto. Y, al final, para qué. Dejálo sangrar, Griseta, si pal caso!….algún día el tic, tac, de su reloj se detendrá y dejaré de penar.”
Mientras caminaba, erguida como un jacarandá, por el empedrado de los caminitos de la Boca, trataba, a su vez, de no meter un taco de sus zapatos entre las vías muertas del viejo tranvía..”Es lo único que me faltaba”. Aquella noche, Griseta no era una mujer cualquiera, una mina caquera, Parecía más bien una reina. Miento!, era una reina. Se había echado encima sus mejores pilchas, sus collares de perlas, sus aritos de oro….. “Ahora va a ver él lo que se pierde”, y enjugaba una lágrima. –“La pucha!, no tengo que lagrimear, se me corre el rímel. Pero era inútil; cada recuerdo, cada bronca, una lágrima. De repente se le vino a la mente el tango “Fuimos’, y comenzó a cantarlo bajito. A cada estrofa se le iba contrayendo y hundiendo un poco el pecho: “Como una nube de cenizasy fatigas/en las horas resignadas de tu vida; gotas de vinagre derramadas/vanamente derramadas/sobre todas tus heridas/” Luego la desesperanza, la desilusión, y otra lágrima, y otro achique del corazón: “fuimos la esperanza que no llega, que no alcanza/que no puede vislumbrar la tarde mansa/fuimos el viajero que no implora, que no reza/que no llora, que se echó a morir/” Y también llegó, infaltable, el reproche: “Vete, no comprendes que te estás matando/no comprendes que te estoy amando/vete, no me beses que te estoy llorando/y quisiera no llorarte más” Y por fin la noche negra y sin salida con el achique del último repliegue del corazón: “fuimos abrazados a la angustia de un presagio/en la noche de un camino sin salida/pálidos despojos de un naufragio/sacudidos por las olas del amor y de la vida”
Era la agonía para ella, pero de pie. Un verso y una lágrima, un paso y un recuerdo.
Así llegó Griseta a la cantina. Sin prisas, sin esperanzas ciertas, sin contar un tiempo que no tenía ya más sentido para ella. Juan hacía ya rato que la esperaba impaciente. –“Que espere, carajo!, más lo voy a esperar yo”.
Sentado contra una ventana que daba al riachuelo, Juan se había quedado pensativo, barajando recuerdos sin hilo entre el humo de un café ya frio y sin acabar. Y fue el tango “Mano a mano” que la trajo de nuevo a la realidad con unos versos para el reproche más que para la ensoñación: “Fuiste buena, consecuente/ y yo sé que me has querido/ como no quisiste a nadie/ como no podrás querer/….Nada debo agradecerte/ mano a mano hemos quedado/no me importa lo que has hecho/ lo que hacés ni lo que harás/los favores recibidos/creo habértelos pagado…./mientras tanto que tus triunfos; pobres triunfos pasajeros/sean una larga fila/de riquezas y placer…/ y mañana…../si precisás una ayuda/si te hace falta un consejo/acordáte de este amigo(amigo?)/que ha de jugarse el pellejo/pa ayudarte en lo que pueda/cuando llegue la ocasión”. Juan masticó cada estrofa y en ese instante se sintió Judas frente a aquella ventana que, por no quejarse, escuchaba.
Poco después llegó Griseta. Juan se levantó y la besó. –“Con un beso me entregas”, pensó ella. Y el tango le hizo recordar la escena: “…..por treinta monedas vendiste al amor”
-Estás hecha una reina
-Como corresponde para tal rey- Hizo una mueca indefinible. Juan se inclinó para besarle la mano. Ella la retiró mientras decía: -“antes eran reinas, y eran otros reyes”.
Griseta se sacó el tapado, lo colocó en una silla y se sentó.
-Cómo estás, Juan?
-Bien. Y tú?
-Mal. Pa qué mentir. No creo que esta sea nuestra mejor noche.
-Pero podría serlo.
-Ironías del destino
-Te viniste con toda la artillería. Si vas a seguir disparando, prefiero que la descargués toda de una vez. No soporto las agonías.
-Perdonáme, Juan. No estoy bien. No creo tenga que decírtelo. Si quieres te pongo otra cara, pero yo tampoco soporto más los disfraces
-Qué vas a pedir?-dijo él
-Mejor pide antes el menú. Esta noche quiero algo especial.
-Entonces comencemos por brindar con champán, como corresponde.
-Mi bebida preferida. Vine porque vos me lo pediste, sabías?. Supuse que querías verme por última vez
-Qué trágica. “Por última vez”. Nunca digas nunca. Cómo sabes que es la última? Nadie tiene la bola de cristal.
-No creo que volvamos a vernos..-Llegó el mozo y dejó los menús.
-En primer lugar, Griseta, gracias por venir. Para serte sincero, pensé que me plantarías.
-Qué poco me conocés, y qué poco conocés a las mujeres..-Juan no contestó. Le tomó la mano. Ella la retiró de nuevo.
-Ya para qué. -Juan no insistió. Ella pensó:-“Los hombres son como veleta…..No vale un hombre tanto dolor”.
-Estás dolida por lo que pasó entre nosotros, no es ciertó? Como Melena. Tu canción, como la de ella, tiene el frío de último encuentro
-Mi canción, Juan, no es fría ni amarga como la de ella, es denuncia, como lo es el tango. Me llevaré mi música sin cantar, como tantas otras, y “cuando todas mis puertas estén cerradas y ladren los fantasmas de la canción entonce cantaré el tango con voz quebrada y tendré pena de bandoneón”.- Griseta iba levantando la voz a medida que recitaba. Juan se puso de pie y aplaudió. Algunos comensales en otras mesas también aplaudieron. Juan llenó los dos vasos de champán y brindaron. Al chocar las copas, el cristal sonó triste y vertió lágrimas blancas sobre el mantel.
-“Hoy vas a entrar en mi pasado”-pensó ella
-“Hoy vas a quedar en mi recuerdo”-pensó él
-Por tus sueños-dijo ella brindando.
-Por lo que fuimos-dijo él
-Por lo que pudimos haber sido….-dijo ella.-Y en ese instante de silencio mientras bebían de sus copas, el recuerdo de una tango la laceró: “Amor, si tu supieras lo que sufro en la tortura de pensar en ti/soñando a toda hora en la aventura de verte a ti/sentir entre mis manos el calor de tu mirar/ que es fuego intenso que en mis venas va a quemar/ un loco sueño que al final me va a matar/amor, porque es un sueño y nada más/y una locura, pensar en ti/quererte fue una traición del pensamiento/pero ese momento vale una vida/ porque en ese sueño me amabas, me amabas, me amabas……”-Juan esperó a que Griseta volviera de su ensimismamiento. Luego dijo:
-Qué crees que pudimos ser y no fuimos?
-Es que lees mis pensamientos? Pues te diré que no lo sé. No le apuesto al pasado.
-A qué le apuestas?
-A los sueños.
-Te quedan aún algunos?
-Sólo uno
-Puedo saberlo?
-Mejor te lo regalo: quiero morir.. Juan no contestó. Ella se quedó mirando a través de la ventana, el remanso turbio de las aguas mansas del Riachuelo.
-Justo ahora que la vida está por sonreirte quieres morirte.
-No me gusta la sorna, Juan.
-Por lo que veo perdiste hasta el sentido del humor esta noche. Acaso no elegiste lo mejor para ti?
-Lo mejor!-dijo Griseta, con otro gesto indefinible, mientras retiraba sus ojos de las negras aguas y los elevaba hacia el cielo para luego bajarlos y clavarlos como loba herida en las asustadas pupilas de Juan .- Qué es lo mejor, Juan?, me querés decir? Qué ironía del destino. Tú fuiste lo mejor en mi vida, lo mejor que me pasó.- Apartó por unos segundos su vista para volverla a clavar de nuevo en los desconcertados ojos de Juan, pero ahora evocadoramente. –Cómo no recordarlo! Cuando sentía que me amabas; cuando al mirarnos no necesitábamos hablar porque sobraban las palabras; recuerdo cuando me ofreciste la primera flor, aquella que guardé debajo de mi almohada por semanas exhalando su aroma, el tuyo, el de tu mano, era tu perfume, eras tu cada noche a mi lado; cuando me diste aquel primer beso, aún con culpa; cuando me abrazabas y me contenías; cuando tomábamos aquellas interminables tazas de café, que siempre acababan enfriándose, porque solo eran una excusa para estar juntos; cuando tomaste mi mano por primera vez sin que tuviera que retirarla como ahora, y me apretaste por miedo, porque necesitabas protección, y yo creí que era por amor, pero lo sentí igual porque presentí que un gran amor estaba surgiendo entre los dos. Fue ahí que “nací a los sueños y me entregué sin luchar” Todo por “la poesía cruel de no pensar en mi” Hoy que pienso en mi, prefiero morir. “No ves, Juan, que están bailando?”...”no ves que están de fiesta?”.....”vamos que todo duele……” Y el día que intenté declararte mi amor y tú no lo entendiste, en aquel café para el recuerdo, “allí, en tu impiedad, me vi morir de pie, medí tu vanidad, y entonces comprendí mi soledad sin para qué…..llovía y me ofreciste el último café” Seguro que lo recuerdas igual que yo. Fue el tango quien preparó nuestro encuentro, también fue el testigo mudo de nuestro turbulento pero ardiente amor. Y ahora es testigo de nuestro final.- Hubo un silencio entre los dos donde las palabras a Juan pareciera habérsele borrado para siempre de su boca.- Tango, tango!-dijo ella evocadoramente. “tango que me hiciste mal y sin embargo te quiero”. Qué puedo yo decir, Juan, del tango, si lo llevo a flor de piel?...si me acompañó siempre, si se irá conmigo como perro fiel hasta el fin del mundo?. Qué puedo yo decir, Juan, de esta danza aciaga y sublime-hizo otro gesto intraducible- si lo llevo en mis entrañas como eso hijo que nunca pariré y que me quema a fuego lento?.. Y aún así lo amo. Me ayudó a vivir y a soportar cosas que nunca se olvidan, es el amor que no traiciona, que se entrega entero, que se juega por ti hasta en los peores momentos, que no da vuelta la cara, que no te duele en la piel sino en el alma y no podés renunciar a él porque es amor de verdad, es amor de tango.- Griseta clavó de nuevo su mirada en el Riachuelo que en ese momento era abatido por un fuerte viento huracanado. Sintió miedo. Un dolor en el centro del pecho le hizo llevar su mano a él para aliviarlo.
-Te sientes bien, Griseta?.
-Sí, ya pasó. Parece que tenemos sudestada.
-Cambió el tiempo.
-Todo cambia, Juan. Y te diré más, si hubiera algo en la vida que fuera más allá del amor, ese sería el tango. No pienses que blasfemo. El tango no culpa, no cela, no condena y es justo. Y si alguien, en su rencor, condenó alguna vez esta danza, que Dios lo perdone, se perdió en el rencor y no le llegó el amor al alma, se le quedó solo a flor de piel. Hay un más allá, Juan, y yo lo encontré en el tango. Y a ti debo darte las gracias por eso. No sería justa contigo si no lo dijera, Tu eres para mi el tango, lo que está más del amor, porque este un día también acaba y el tango es y será inmortal. Acuérdate bien de esto y no lo olvides nunca, Juan: el tango nos ha unido, y nos unirá para siempre cuando nuestro amor se haya acabado. Tengo o no razón?- Juan estaba llorando.-Griseta dijo esto y se calló. Se guardó todas sus lágrimas. Ya no las necesitaba. Para qué?
-Brindemos otra vez, dijo ella. Ahora por el tango. Siempre que pienses en él podrás brindar conmigo, estés donde estés, o esté donde yo esté. El tango nos unió para siempre. El tango nos unirá para siempre.- Levantaron sus copas y brindaron por el TANGO.- A Juan le faltaron las palabras. En Griseta se amainaron los reproches; era esa hora suprema de resignada aceptación en un zona callada del corazón.. Bebieron, volvieron a brindar, siguieron bebiendo mientras las velas ardían y hasta que el champán a ella le hizo mal. “Era el viejo amor que tiembla bandoneón y busca en un licor que aturda, la curda que al final termina la función corriéndole un telón al corazón”.
-Juan,-dijo Griseta- “cerráme el ventanal que quema el sol su lento caracol de sueño. No ves que vengo de un país que está de olvido, siempre gris, tras el alcohol?”
Una orquesta típica comenzó a tocar el tango “Ché, bandoneón”.
-Quiero bailar ese tango contigo, Juan.- El la sacó a la pista. Se abrazaron y se perdieron cada uno en la bruma de sus recuerdos, que llegaron en tropilla a suplir los silencios. Juan canturreó: “bandoneón, para qué nombrarla tanto?/ no ves que está de olvido el corazón?/y ella vuelve gota a gota como un canto/en las gotas de tu llanto/ ché, bandoneón”. Ella cantó: “esta noche, amigos míos/ el alcohol nos ha embriagado/qué me importan que se rian/y nos llamen los mareados….Cada cual tiene sus penas/y nosotros las tenemos…./esta noche beberemos/porque ya no volveremos/ a vernos más…/qué grande ha sido nuestro amor!...../y sin embargo, ay!/mira lo que quedó….!”
Al terminar el tango, volvieron a la mesa. Griseta no quiso ya sentarse. Tomó el abrigo y su cartera y se retiró en silencio. Juan la siguió hasta la puerta. Arreciaba el viento y la lluvia. Ella no quiso que la acompañara. Juan insistió, pero fue en vano. La vio perderse entre vaivenes de sombra, como una evanescencia, en la fría noche. Luego lo laceró la culpa por dejarla ir en aquel estado. Corrió tras ella, rasgando la neblina, pero los duendes se la habían llevado ya hacia el regazo del olvido.
Al amanecer, unos pescadores encontraron su cuerpo flotando sobre las frías turbias aguas del Riachuelo. Dicen que miraba al cielo y sonreía., que parecía una reina, como pensando en un amor ausente……
“Lluvia!.….Garúa!.....Tristeza….!. Hasta el cielo se puso a llorar.”
Epílogo
Final
“Amarrado al recuerdo/ yo sigo esperando/nunca más volvió/nunca más su voz nombró mi nombre junto a mi/"
Los días para Juan transcurrían todos iguales treinta años después. En realidad eran poco años para tan larga vida. Sólo el tango y el corazón lo acompañaban. Ya vencido, vio partir a sus hijos y nietos a España y se resignó una vez más. –“Debe ser el destino….”
Los años, entretanto, no habían venido solos. Primero fue el reuma, luego la tos y la fatiga. Juan se sentía viejo y acabado.
Un día volvió al viejo bar. Se sentó en la misma mesa. Pidió dos cafés (“uno habita en la memoria”); Quiso recordar quién dijo esa frase, pero no lo consiguió. Los recuerdos a Juan le hacían bien. Miró el otro café y pensó en Griseta. Evocó al tango, que siempre acudía a él como un perjuro. “Tu melena de novia en el recuerdo”…..”Qué cortos fueron los caminos de los sueños/y qué vanos los empeños por salvarte de la muerte/sigue la nieve castigando el ventanal/y yo en esta soledad.”
Miró el atrapamoscas, que ya no odió. Miró cada mesa del bar y se agolparon en tropel todos los recuerdos; ella siempre presente, como el tango. “Sobre esas mesas que nunca preguntan/lloré una tarde mi primer desengaño/nací a las penas, bebí mis años/y me entregué sin luchar”. Los mismos versos que evocara Griseta. Miró por la ventana. Todo era vacío total. Por primera vez dudó si los recuerdos le hacían o no bien. Y, como siempre, llegó el momento de la culpa propia (“porque la culpa existe, pá”, le había dicho un día su hija Marisol). “La tarde está muriendo detrás de la vidriera/desfilan los recuerdos, los triunfos y las penas/las luces y las sombras del tiempo que se fue/la calle está vacía, igual que mi destino/amigos y cariños, barajas del ayer/fantasmas de la vida, mentiras del camino/que evoco mientras tomo mi taza de café/ninguno fue culpable, ninguno más que yo.”
Y los recuerdos terminaron por hacerle mal.. “El viento de la tarde revuelve la cortina/la mano del recuerdo me aprieta el corazón/la pena del otoño agranda la neblina/se cuela por la endija de mi desolación/inútil pesimismo, deseo de estar triste/manía de andar siempre pensando en el ayer/fantasmas del pasado que vuelven y que insisten/cuando en las tardes tomo mi taza de café”.
Nunca más volvió Juan a ese bar. Algo más para habitar en la memoria.
Se levantó, suspiró, y se fue sin mirar atrás.
Arrastrando la fatiga del alma, más que la del cuerpo, acariciaba cada cosa al pasar como en una presentida y última despedida. “Nostalgia de las cosas que han pasado/arena que la vida se llevó/pesadumbre de barrios que han cambiado/y amargura del sueño que murió…”……”calles lejanas…….viejos amigos que hoy ni recuerdo…..barrio de tango, luna y misterio/desde el recuerdo te vuelvo a ver”
Cada tarde, infaltable, Juan caminaba hasta el Riachuelo. Pasaba antes por Caminito. Como podía, encorvado, arrastrando la vida en su vieja y ya cansada sombra se sentaba en un banco a mirar larga y despaciosamente a los bailarines, a escuchar el bandoneón o el organito, y el volar asustado de las palomas hacia todas y ninguna parte; los pibes remontando barriletes….como si el tiempo se hubiera detenido para él solo. “Desde que se fue/triste vivo yo/seguiré sus pasos/caminito adiós….”
Luego se levantaba y apoyando de nuevo la vida en su viejo bastón, bajaba hasta el Riachuelo. Allí pasaba horas mirando los lanchones, siempre amarrados, siempre bamboleándose en las malolientas negras sucias aguas y se ponía a evocar….Su cara se espejaba en el agua y seguía su rostro desfigurado por las ondas hasta quebrarse de pronto en tres rostros de mujer; eran ellas cabalgando en sus sueños de ayer, sin reproches, recalando en el abismo profundo de un gran misterio de amor. Subía y bajaba la marea y con ella subían y bajaban los tres rostros. Juan no hablaba, solo pensaba en un infinito sin tiempo. Cualquiera diría que el tango le hizo mal. Pero no era así. Él era su cómplice, su gran lección. Ni el mal ni el bien. Simplemente Tango. Simplemente AMOR. Amor de tango. Le había costado una vida comprenderlo. Cómo no habría de amarlo!. Sabía que no estaba partiendo, estaba regresando a casa. Sabía que la vida estaba compuesta de momentos. También sabía que se estaba muriendo. Y en ese instante supremo, a Juan le hubiera gustado saber de cuántos momentos valiosos estaba compuesta su vida. Podría contarlos con la mano? Y el resto de los momentos? Para qué sirvieron? “Cuántos misterios que encierra la vida de un hombre”-pensó.
Cuántos vientos preñados de promesas que luego no se cumplen. Cuántos instantes perdidos sin valor transcendental; eran pensamientos que rondaron por su cabeza en esa soleada tarde de otoño.
Moviéndose sobre la superficie de las aguas, los tres rostros de mujer le sonreían, para luego morir con la última luz del crepúsculo.
También en el cielo, antes de irse, aparecían cada noche tres estrellas.
Todo estaba bien en el corazón de Juan. Su alma estaba en paz, serena, esperando la partida.
Así fue como, verso a verso, recorrió su camino hacia la luz
Un día no volvió más al Riachuelo. Y cuenta la leyenda que muy de tanto en tanto siguen viendo una sombra de mujer cruzando los puentes de la Boca y perderse entre las viejas barcazas del Riachuelo
“me pondré por los hombros de abrigo todo el alba/moriré en Buenos Aires/será de madrugada/que es la hora en que mueren los que saben morir/y guardaré mansamente las cosas de vivir”.
Buenos Aires 31 de Diciembre del 2000
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